bilbao - El sentido del humor es un ingrediente esencial en su vida personal y profesional. Le gusta la interpretación en estado puro, pero sabe que su especialidad, y por lo que es más conocida, son los monólogos. El domingo representará la función Los vecinos de arriba, ella es la vecina de abajo y sufre con su pareja los ruidos que hacen los de arriba, pero sobre todo padece con envidia aquellos relacionados con la fogosidad sexual. Si cambiamos escenario por plató, se encuentra encantada con ser jurado del concurso de habilidades Got talent. En este espacio se declara un espíritu libre y va a su aire, lo cual puede resultar incómodo para algunos grupos.

¿Dan mucho juego los vecinos en el mundo del humor?

-Dan mucho juego en la vida, en el día a día, siempre tienes algún vecino curioso en tu vida. Todo lo que es cotidiano da juego al humor.

‘Los vecinos de arriba’ es la obra que representa en el teatro Gayarre de Iruñea, ¿cómo son sus vecinos de arriba?

-Esta es una comedia de muchas risas, de carcajadas. Son dos vecinos arriba y dos abajo?

¿Y usted está?

-Abajo. Es un pica a pica entre cuatro personajes en el que la conversación deriva hacia un tema que a nosotros, los vecinos de abajo, nos resulta un poco incómodo, las relaciones sexuales.

¿Son vecinos molestos?

-Claro. Los de arriban molestan porque son muy fogosos sexualmente y hacen mucho ruido?

¿Y los de abajo tienen envidia?

-Ja, ja, ja? Pues sí. El primer conflicto surge cuando mi marido en la obra quiere hablar con ellos y decirles que molestan y que cambien su actitud, que dejen de hacer ciertos ruidos.

¿Le da tiempo a compaginar teatro y televisión?

-Sí, hay que hacer todo lo que se presente de trabajo, que los tiempos no están para bromas. Así que voy como una loca.

Va a terminar mal.

-No, me basculo bastante bien, intento ser muy relajada en el día a día y vivir bien a mi manera.

Está de jurado en un concurso...

-Permíteme que te diga que estoy del jurado del concurso, no de un concurso; es el más bestial que hay en televisión. Got talent es un formato muy grande, se trabaja con mucho mimo y mucho cuidado. Hay mucho talento y estoy muy contenta con lo que estoy viviendo en Telecinco en estos momentos.

¿Qué hace una humorista como usted como jurado de un concurso?

-Soy más cosas que humorista. Creo que lo que han visto en mí es que tengo un criterio muy personal y lo que han hecho es elegir personalidades muy distintas para que la votaciones sean equilibradas y los gustos muy variados.

¿Se ha sorprendido en este programa?

-Me he encontrado con muchas cosas que me gustan mucho y con otras que no me gustan nada.

Si hacemos un repaso por su vida vemos que ha estado en casi todas las cadenas de televisión.

-Es verdad y eso está bien. Me gusta que mi trabajo, en todas las disciplinas en las que estoy, se vea en todas partes. Me considero más universal que ese cadenismo que está en boga ahora mismo. No me gusta pertenecer a nadie ni a ningún grupo, eso me permite ser un poco más libre.

¿Se admite bien por parte de las cadenas de televisión esa independencia?

-No siempre, pero tengo este espíritu rebelde, quien lo quiera, pues yo se lo doy. Soy muy rigurosa a la hora de trabajar, lo doy todo. Estoy contenta conmigo misma, me gusto.

No tiene abuela.

-Hay que reconocerse un poco también.

¿Autocomplaciente?

-Para nada, soy muy exigente. A diferencia de otros compañeros, me gusta leer las críticas positivas y negativas; crezco un montón sabiendo lo que se opina sobre mi trabajo.

¿No le molestan las negativas?

-No, cuando una crítica negativa está bien hecha, me ayuda a aprender y me hacer ver cosas que a lo mejor he pasado por alto.

Ya, pero cuando están hechas con mala leche o mala baba...

-No puedes hacer nada cuando alguien te critica desde el odio. Si esto ocurre, soy capaz de distanciarme para que no me hagan daño.

Estudió Filología Inglesa, su camino era el de la enseñanza, ¿no?

-Pero esos estudios eran una tapadera, en realidad lo que quería hacer era interpretar. Empecé a hacer teatro con catorce años y no he dejado este mundo, bien como actriz, presentadora o cómica.

¿Una tapadera para calmar a sus padres?

-En parte sí, también para tener una profesión como Dios manda?

Perdone, ¿el humor y el teatro no son profesiones como Dios manda?

-Ya nos entendemos, dedicarse a lo que yo hago no es algo seguro. Antes se veían ciertas profesiones como seguras, aunque ahora da igual porque no hay ninguna empresa que te vaya a contratar para toda la vida. Cuando yo estudié, una carrera parecía que era una garantía de seguridad y yo me quedé con este trabajo, es más incierto pero más gratificante.

¿Dónde se siente más segura, con un monólogo, en un escenario con teatro a la vieja usanza o ante las cámaras?

-El tema del monólogo lo tengo muy practicado y me siento muy cómoda. Como actriz me siento más llena, tengo que estar más alerta y estoy aprendiendo mucho. Voy más contenta a trabajar.

¿Cuál es su objetivo?

-Ir contenta a trabajar. Creo que dedicarse a lo que uno quiere es un privilegio, hay tan poca gente que pueda hacerlo?

Se suele confundir, sobre todo si se sale en televisión, a la persona con el personaje, ¿le ocurre esto a usted?

-Yo soy simpática normalmente, pero cuando alguien llega con una exigencia demasiado maleducada se me suele pasar la simpatía. Por lo general, me agradecen lo que hago y si alguno se pone borde, que son los menos, pues tu muestras tu cara B, todos la tenemos.

¿Se presentó alguna vez como Eva Hernández?

-Sí, pero no cuajaba. Cuando me fui a Madrid y entré en la vorágine de los casting me di cuenta de que no funcionaba, que no había permanencia del apellido y decidí cambiármelo un poco para ver qué pasaba.

¿Y le funcionó a la primera?

-No sabría decirlo, pero es cierto que después de cambiar y dedicar todo mi esfuerzo a esta profesión, mi suerte comenzó a cambiar.