dacia es, fundamentalmente, el Sandero. El turismo compacto de bajo coste, clase media y alta estima reportó el año pasado el 56% de la clientela a la marca. Así que esta no escatima cuidados a un producto sencillo y sin otra pretensión que seguir deparando satisfacciones a su nutrida clientela. Entre esas atenciones figuran las pinceladas que desde ahora adornan el aspecto de las dos definiciones, una vestida de calle y otra (Stepway) con camuflaje crossover; la primera incorpora, asimismo, una mecánica SCe gasolina con 73 CV, que rebaja a 8.430 euros el umbral económico de acceso al modelo.
A la espera de que futuros productos rediman a Dacia de la ‘sanderodependencia’ actual, a la filial del grupo Renault no le queda otra que extremar los miramientos al protagonista indiscutible de su catálogo. Lo es, entre otros motivos, porque su estampa amable sintoniza con el respetable. Cuaja bien entre la clientela menos solvente o reacia a realizar un desembolso elevado por un coche.
El Sandero, que reclama unos precios realmente comedidos -es difícil encontrar algo mejor por esas cantidades-, supera con amplitud las expectativas de la mayoría de sus compradores. Compite decorosamente con muchos de los automóviles de tamaño semejante (mide 4,07 metros de largo). Además de esa tarifa inusualmente reducida, lo hace destacar su habitabilidad, su otra gran cualidad. Frente a la soltura de movimientos de los demás, hace valer su tesón, austeridad y respeto medioambiental; todas sus versiones emiten menos de 120 g/km de CO2 y están exentas del pago del Impuesto de Matriculación.
Las novedades. El leve retoque del maquillaje depara una apariencia más contemporánea, quizá también más sugestiva. A ello contribuye la nueva firma lumínica que Dacia extiende al resto de la gama. La conforman cuatro bloques frontales de alumbrado con forma rectangular, uno de los cuales corresponde a la luz diurna LED, aspecto que confiere robustez al conjunto. La evolución obedece también al estreno de paragolpes, parrilla delantera integrada por ocho onzas cromadas, faros antiniebla, llantas y grupos ópticos posteriores.
La cabina presenta una decoración ligeramente más refinada. Adopta volante de cuatro radios y adorna con cromo satinado elementos del salpicadero (salidas de aire, contadores y frontal central), los tiradores de puerta y el selector de marchas. La configuración interior deja más a mano algunos controles (pulsadores de elevalunas), ofrece huecos para alojar efectos personales, al tiempo que propone nuevas tapicerías.
Con esta intervención, el Sandero progresa, pero no se sacude del todo ciertos matices rudimentarios de su diseño. Aunque mejora algo la impresión exterior e interior (pule bastante los acabados de los plásticos), perduran detalles anacrónicos como unas aristas de puertas peligrosamente afiladas.
La gama motriz registra la incorporación del propulsor gasolina SCe. Es un bloque de tres cilindros y un litro de capacidad que procura una potencia final de 73 caballos. Sustituye al anterior 1.2 de potencia similar, al que aventaja en consumo y emisiones (declara 5,3 litros y menos de 120 g/km de CO2). Este motor no se instala en el Stepway.
El reparto de mecánicas se completa con unidades bien conocidas. Existe un segundo candidato de gasolina, también tricilíndrico, denominado TCe, que entrega 90 CV. Es la misma potencia del dCi más potente, que también se ofrece en versión con 75 CV. Los tres se acoplan a transmisión manual de cinco marchas (el gasóleo superior puede montar caja automática pilotada de seis relaciones) e instalan sistema Stop&Start para atenuar consumo y secuelas contaminantes. Homologan 4,9 y 3,5 litros de promedio (TCe y dCi); prometen emisiones mínimas entre 90 y 110 g/km.