EL título Cien años de perdón, que entronca con una frase proverbial española, resume buena parte de lo que el espectador va a encontrarse en esta película: un atraco en el que no está claro quién es el culpable, quién roba a quién, quién está más pringado o tiene más que esconder.

En el filme, una banda formada por varios atracadores argentinos y un gallego (Luis Tosar) asaltan la sede central de un banco en Valencia. Lo que en principio parecía ser un robo limpio y fácil pronto se complica cuando la directora de la sucursal (Patricia Vico), que no asume que sus jefes la hayan traicionado despidiéndola, desvela el secreto que se oculta tras una de las cajas de seguridad. Los ánimos comienzan a encenderse entre los líderes de la banda y la sospecha se extiende dentro y fuera del banco, hasta llegar a poner en jaque al Gobierno del país.

Cien años de perdón es la historia de un atraco minuto a minuto, un thriller de acción con gente al límite que está de vuelta de todo y que, una vez más, debe recuperar la audacia y arriesgarse para intentar salir adelante. Pero la película no se queda en la pura acción, sino que ofrece otras muchas capas gracias al brillante guion firmado por Jorge Guerricaecheverría (El niño, Celda 211), al que algunos ya califican como el Rafael Azcona de nuestros días.

Cien años de perdón habla de amistad, compañerismo y lealtad, del poder de la información y de la fuerza de los secretos que, como apunta su director Daniel Calparsoro, “pueden acabar con una amistad, romper una relación o hundir un gobierno”. Las diferentes tramas dibujan un retrato real de la España de hoy en el que no falta el humor, representado por el personaje de El Loco, que aporta un desahogo en una película de gran tensión.

Uno de los atractivos del filme es la rica galería de personajes interpretada por un elenco de actores hispano-argentino. Además de El Gallego, forman parte de la banda de atracadores El Uruguayo (Rodrigo de la Serna), un delincuente profesional resentido con el sistema bancario y financiero; Varela (Luciano Cáceres), que pone cabeza y emoción al atraco; y El Loco (Joaquín Furriel), que le pone ganas pero no acaba de hacer las cosas bien. En el otro lado, el de los negociadores, encontramos a Ferrán (Raúl Arévalo), el jefe del gabinete de la presidenta del Gobierno; Cristina (Marián Álvarez), la mano derecha de Ferrán; Mellizo (José Coronado), el solucionador de asuntos turbios de las altas instancias, y Domingo (Luis Callejo), un negociador de la policía para atracos bancarios.

Con el avance de la historia, los atracadores, que parecen los malos de la película, se quitan las máscaras y empiezan a ser más claros, mientras que los negociadores se muestran como personajes oscuros. Todos tienen algo que esconder, todos son opacos y tramposos.

El realizador Daniel Calparsoro aporta al filme una gran dirección de actores, su capacidad para crear atmósferas de gran tensión y el ritmo necesario para un thriller que no da respiro al espectador.

El rodaje de Cien años de perdón tuvo lugar en Valencia, Canarias y Buenos Aires, donde se llegó a inundar una estación del metro en construcción para poder sumergir a técnicos y actores en algunas de las secuencias más angustiosas de la película de Calparsoro.