Me pareció ver un lindo gatito (montés)... en Salburua
Un ejemplar recién emancipado aparece en los humedales de Salburua tras catorce años sin señales de la especie
El gato montés es un tipo solitario. De esos que no tienen ni amigos ni sombra que los acompañe. Sale a pasear cuando el sol se ha puesto. Siempre pide mesa para uno y come en la oscuridad. Solo se deja ver de día si ha llegado el frío. Y lo justo. Es solitario, excepto cuando está en celo, tímido, crepuscular y muy independiente. A los tres meses de nacer, ya campea con su madre. Al poco, sin que haya empezado el invierno, se emancipa. Una tarea que cada vez se le complica más por estos lares. En el mercado alavés hay déficit de hábitats que se ajusten a sus necesidades: frondosas masas forestales con refugios en los que esconderse. Por eso, ha sido una sorpresa de las gordas, y de las buenas, que haya aparecido un jovencito de esa especie por los humedales de Salburua. Hacía catorce años que no se detectaba la presencia de este carnívoro en la zona.
Dos fotógrafos de la Naturaleza habituales del Anillo Verde tienen la prueba. El primero en descubrirlo fue José Antonio Legaristi. En uno de sus largos paseos, el 14 de septiembre, tuvo la fortuna de toparse con un ejemplar en la balsa de Arkaute. Sacó la cámara y logró capturar su imagen en varias instantáneas. Poco después, el 3 de noviembre, otro paparazzi de la fauna y flora gasteiztarras, Patxi Varona, también vio un gato montés, seguramente el mismo, y pudo retratarlo. La alegría para el Centro de Estudios Ambientales, gestor del Anillo Verde, fue tremenda. “Una estupenda noticia”, señalaron desde el CEA, tras dar a conocer la información.
Hay que desempolvar un montón de viejos almanaques para encontrar referencias de este depredador en Salburua. Catorce en total. En el invierno de 2001 fue capturada y posteriormente liberada una hembra dentro de los trampeos que se realizaban para analizar y hacer seguimiento de la comunidad de carnívoros que vivía en el parque. Ese mismo año se supo de la presencia de un macho, pero demasiado tarde. Había muerto atropellado en las inmediaciones de los humedales. Desde entonces, no se volvió a detectar ningún otro gato montés a lo largo del Anillo Verde. Y ya casi ni se le esperaba. Este animal está catalogado como especie amenazada a escala autonómica en la categoría de Interés Especial.
Al gato montés no le vale cualquier refugio. Su prioridad son los árboles viejos con oquedades profundas. Pero en el fondo del valle de la Llanada alavesa los bosques con solera bien conservados son escasos, así que su presencia ha ido cada vez a menos. No obstante, la falta de masas forestales no es el único problema de conservación al que se enfrenta. También está la mortandad sobrevenida por culpa del hombre -atropellos, principalmente- y otro es la hibridación con gatos domésticos. De hecho, según explican desde el Centro de Estudios Ambientales, es frecuente cierto grado de mezcla incluso en ejemplares que cumplen aparentemente con los patrones típicos de pelaje de la especie, como el fotografiado en Salburua.
El gato montés tiene la apariencia de un gato doméstico atigrado de tamaño grande, con una masa corporal que ronda los 3,5 kilos en las hembras y los cinco en los machos. Es robusto, con patas bastante cortas y una cabeza voluminosa. El pelaje es pardo grisáceo, con diversas rayas negras distribuidas por la cabeza, el cuello y las extremidades.