Apetitoso. ¿Alguna vez ha sentido curiosidad por probar lo que está cocinando su vecino, tras percibir el aroma desde el portal? Algo parecido a eso es lo que ofrecen páginas en Internet que ponen en contacto a personas que dan de comer en sus casas a todo aquel que se interese.
El fenómeno conocido como social dining, muy popular en Francia, va más allá, dicen, de cocinar un menú a los huéspedes: se trata de un intercambio cultural, socializar y charlar amigablemente conociendo de primera mano a los lugareños de las ciudades en las que se encuentran, que supone la parte más ligada al turismo.
Se trata también de una alternativa a la crisis, la llamada economía colaborativa tiene cada vez más éxito en muchos sectores: los transportes con Blablacar o la polémica Uber, los guías turísticos, con ideas como Freetours o el sector hotelero con la popular Airbnb.
Las plataformas ligadas a la gastronomía como voulezvousdiner.com o VizEat, líder en el sector, son en su mayoría de origen francés y es en este país donde más éxito tienen, pero poco a poco se van abriendo paso en otros países.
VizEat, que comenzó su andadura en 2014, opera actualmente en 60 países, tiene 40.000 inscritos y 3.000 anfitriones en todo el mundo, según contó a Efe su responsable para el mundo hispano, Jocelyne Massicot.
El funcionamiento es sencillo, cualquier usuario puede hacerse una ficha gratuita con sus datos en la página y acceder a los ofertantes de menús caseros. En cuanto a recomendaciones, funciona de manera similar a páginas del estilo de ebay en el que los consumidores escriben comentarios sobre sus experiencias.
Seguro sobre incidencias VizEat también integra un equipo responsable de velar por la seguridad de los usuarios que se inscriben examinando sus fichas, además de un seguro que da cobertura a cualquier incidencia que se produzca entre los participantes.
Los precios de las comidas son fijados por el ofertante, aunque se puede llegar a acuerdos con el huésped, incluso, sobre el menú. El beneficio para la página viene dado por las comisiones de un 15%, en este caso, que se cobran a los usuarios, al estilo de las citadas Blablacar o Airbnb.
La creación de este proyecto -que actualmente está traducido al inglés, francés, italiano y español- fue idea de dos franceses que tras sus viajes por Perú y por China descubrieron la experiencia de compartir, “fue como una inspiración para ellos”, detalló Massicot.
Otra plataforma de corte similar es Voulezvousdiner, creada en 2010, que funciona actualmente en treinta países. Una de sus participantes, que ofrece su menú a los usuarios interesados, es Emilie Sabathe, una parisina que abre su casa de Montmartre y por un precio medio de 25 euros proporciona dos platos, bebida y postre a los huéspedes: “Una cantidad más que asequible teniendo en cuenta el coste de los menús de los restaurantes de París”, según ella misma resalta. Sabathe explica que a veces acuerda con sus invitados los ingredientes o platos que cocina, pero su especialidad es la cocina francesa. Este nuevo modelo de “economía participativa” abre un debate sobre la necesidad de regular esta práctica económica para algunos de dudosa legalidad.