LEÓN. Todo sucedió a primera hora de la tarde, cuando Mario y Fernando Domínguez, dos jóvenes hermanos del pueblo, se encontraban en el bar y vieron cómo comenzó a caer por la nieve una venada adulta, probablemente desde una "cuevina" en la parte superior de la montaña.
Javier Goás, primo de Mario y Fernando, que se encontraba en el bar junto a ellos, explica, en declaraciones a Efe que, inmediatamente, los hermanos se calzaron unas raquetas de nieve y acudieron el auxilio de la venada.
"La intentaron bajar y se revolvió. Se deslizó hasta el río. El río significa muerte para una venada", ha referido Goás.
Mientras tanto, a los dos primeros jóvenes que acudieron en ayuda del animal se fueron sumando más efectivos, entre ellos un vecino de un pueblo cercano yo un "hombre que pasaba por allí con un Audi y que bajó a echar una mano".
Tras intentar darle alimento a la venada, se decidió utilizar un vehículo todoterreno y una cuerda para remolcarla.
No sin dificultades, lograron evacuarla del lugar y trasladarla al garaje de la vivienda que también alberga el bar del pueblo, donde el animal ha sobrevivido a la primera noche, a pesar de su delicado estado de salud.
La falta de alimento por la nieve que se resiste a desaparecer de la montaña de Picos de Europa ha provocado la muerte de decenas de estos animales, cuyos cuerpos, en ocasiones, han aparecido decapitados, ya que se consideran "trofeos".
Tierra de la Reina, la zona en la que se encuentra la localidad de Portilla, ha sido noticia estos días por presentar varios de esos casos, pero estos jóvenes se defienden y afirman que los vecinos son ajenos a esos hechos y, para muestra, esta historia.
"Contradice un poco todo lo que se habla de que no se hace más que cortar las cabezas a los animales. Eso no es cierto, los vecinos no. Tienen que ser los pueblos los que se preocupan por los bichos", reflexiona Goás, testigo del rescate, que no duda en calificar como "héroes" a sus primos y a los colaboradores.
Llánaves de la Reina, a unos cinco kilómetros de esta localidad, fue el último pueblo de la provincia de León que dejó de estar incomunicado por la nieve, aunque Portilla, con algo más de 70 vecinos censados, estuvo aislada casi cinco días con 17 de habitantes.