DONOSTIA - El rodaje de ‘Allí abajo’ ha subido a Donostia; la serie que protagonizan Jon Plazaola y María León ha grabado durante la última semana en la capital guipuzcoana. Al frente de la dirección está Iñaki Mercero. No puede ocultar el parecido con su padre, incluso en sus movimientos y su forma de expresarse. Le gusta ser preciso cuando rueda, exigente, divertido y gasta un sentido del humor que vuelve a recordar a Antonio Mercero.
Se le puede decir eso de que de tal palo tal astilla.
-Pues sí, me encanta mi trabajo, estoy enamorado de él y espero que también el trabajo se enamore de mí. No me puedo quejar de cómo me está yendo las cosas.
¿Viene de lejos este enamoramiento?
-Verano azul, ¿la recuerdas?
¡Quién no!
-Desde muy pequeño me atraía este mundo, quizá podemos ponerle una edad, 10 años, es cuando empiezo a tomar conciencia de que este mundo me gusta. Me recuerdo con 12 años por las playas de Nerja, por eso lo de Verano azul, sentado en la silla del director viendo el rodaje.
¿Le gustaba la serie?
-Imagínate, era un niño, cómo no me iba a gustar. Y mi padre, Antonio Mercero, el que dirigía todo aquello. Era fantástico.
Dicen que su padre era un director divertido, pero duro, ¿usted?
-Intento serlo, pero duro en cuanto a exigencia, no por más cosas. Hay que buscar un trabajo de calidad.
¿Cómo ve la serie que está rodando, ‘Allí abajo’?
-Es divertida y tiene un toque de humor especial. Es cierto que hay mucha exageración, pero no olvidemos que es una comedia y una comedia está para divertir.
Ha dirigido ‘El tiempo entre costuras’ y también ‘El Príncipe’, ¿cree que esta ficción que está grabando ahora puede llegar a tener el mismo éxito?
-Nunca sabes lo que puede ocurrir, pero ojalá. La televisión es complicada para acertar. Vamos a ver si conseguimos llegar a lo que han hecho estas dos; si conseguimos cinco millones de espectadores, sería la leche.
Un género que varía totalmente de su trabajo hasta el momento.
-He hecho alguna cosa de humor, pero sí que es diferente a lo que he hecho recientemente; hacía años que no hacía comedia y me apetecía mucho.
¿Le gusta más que otros géneros?
-Me gustan todos, es un género que desengrasa, es divertido de hacer. Yo tengo sentido del humor y me apetece mucho contar historias con humor.
¿El sentido del humor también es herencia?
-Sin duda, todos los que conocen a mi padre saben que manejaba muy bien el humor en su vida laboral y personal, así que es herencia. En los tiempos que corren siempre es bueno, pero está muy bien que la gente disfrute y se ría.
¿Qué le gusta de esta historia que tiene entre manos?
-Todo, la historia en sí, la confrontación entre el norte y el sur, pero siempre con sentido del humor. Estoy disfrutando mucho con este trabajo, quizá porque llevaba también un tiempo haciendo drama.
¿Va a pesar sobre ‘Allí abajo’ la popular ‘Ocho apellidos vascos’?
-No tendría por qué. En realidad, la única similitud que tiene Ocho apellidos vascos con esta serie son los contrastes entre el norte y el sur; pero, a partir de ahí, la historia es otra y no tiene nada que ver. Creo que la gente se va a asomar a nuestra serie para ver si es lo mismo y reírse, y como les va a gustar, se van a quedar.
¡Qué seguridad!
-Nunca al cien por cien, pero creo mucho en el proyecto este proyecto.
‘El tiempo entre costuras’ parte de un libro, que es además un éxito editorial. ¿Van en concordancia los éxitos televisivos y los editoriales?
-No siempre, hay que hacerlo bien. De hecho, creo que es una labor mayor porque cuando hay un éxito literario la gente va a mirar con lupa el paso a las imágenes.
¿Más fácil partir de cero que de un libro?
-Este tema quizá influya más en los guionistas, para el director tiene que ser igual. En El tiempo entre costuras me nutrí mucho de la novela. La novela era como un segundo guión para mí, llevaba el guión en una mano y la novela en la otra. Fue un apoyo importante tener las dos cosas. Creo que acertamos, gustó al espectador y no sé si defraudó a algún lector.
Hablemos de ‘el Príncipe’, un éxito que ha desbordado todas las previsiones, ¿confiaba mucho en lo que estaban contando?
-Veíamos que tenía unos ingredientes para que triunfara. Esa lucha cultural dentro de una misma ciudad, que se rodara en Ceuta, una historia de amor imposible? Demasiados ingredientes y todos muy buenos, con todos ellos en una coctelera era difícil que no funcionara. También es cierto de que partimos de una buena emisión, una buena programación. Se cumplieron todos los requisitos.
‘El tiempo entre costuras’ y ‘El Príncipe’, dos dramones seguidos, ahora ‘Allí abajo’, una comedia, ¿es fácil cambiar el chip?
-Cuesta un poco, porque es como cambiar de conceptos, pero como te he dicho antes es agradable. Lo cierto es que ahora voy a El Príncipe a terminar y luego vuelvo otra vez aquí. Tengo que estar cambiando todo el rato pero no me importa; estoy disfrutando, te lo aseguro.
Una semana en Donostia y les llueve, qué faena.
-Es lo que marca la diferencia, el contraste; buscábamos el San Sebastián más lluvioso. Tenemos que enfrentarlo a una ciudad como Sevilla con sol y más luz.
¿Le gusta Donostia aunque llueva?
-Me gusta siempre, con sol y con lluvia. Con esta ciudad me une una relación de amor. Es la tierra donde nació mi padre, mi aita, como se dice aquí. Amo mucho esta ciudad, además de ser la cuna de mi padre, creo que es la más bonita. No se puede estar en mejor sitio que en Donostia.
¿Viene con frecuencia?
-Siempre que puedo, pero mucho menos de lo que quisiera. A veces el trabajo impide que te puedas desplazar con frecuencia a los sitios que quieres mucho; por eso, en cuanto tengo un poco de tiempo me acerco. Donostia es una ciudad llena de recuerdos para mí.
¿Van a volver a grabar en Donostia?
-Sí, es posible que sí, que dentro de unos meses volvamos a hacer unas escenas más, pero de momento nos llevamos el recuerdo de esta semana.
¿Tiene más proyectos entre manos?
-¿Te parece poco? Pero sí, es posible que salgan más cosas, no puedo hablar aún de ellas. Espero que 2015 sea un buen año de trabajo.
¿No podía ser otra cosa que director?
-Pienso que no, nunca me he planteado dedicarme a otra profesión. Mi padre me inculcó la vocación y ahí se ha quedado, dentro de mí.