Gernika-Lumo - Su actividad no se ha limitado a los fogones y parrillas del restaurante Zallo Barri, sino que su inquietud como restaurador ha llevado a Iñigo Ordorika a innovar en la cocina de Torre Madariaga, a mostrar su habilidad en la televisión local o a ejercer de juez en eventos gastronómicos en Gernika-Lumo. Dejando de lado su actividad, muestra los rincones más especiales de su localidad, en la que considera un “privilegio” vivir.
Siendo cocinero, no debería de extrañar que su rincón favorito fuera la tradicional plaza del mercado.
-Sí, porque para mí tiene mucha importancia a la hora de adquirir el producto que consumes, conoces a quien lo produce, los productos son de primerísima calidad? Tenemos la suerte de tener una de las mejores plazas de Euskal Herria.
Pero como atractivo, quizá no lo sea mucho?
-Aquí puedes ver cómo funciona una pequeña parte del sector económico de la zona. Es verdad que ha habido épocas mejores, y ahora no se ve demasiada gente joven, pero el ambiente es encantador. Si ves que el precio que te piden es caro no lo compras, y si es adecuado, sí. A mí no me gusta regatear, porque considero que el trabajo del baserritarra es increíble y no regateo con ello.
La plaza que sí atrae, y mucho, es la del Último Lunes de octubre.
-Es verdad que se va convirtiendo en una fiesta lúdica, pero tiene gran importancia y todo el mundo quiere venir. Es el mercado más importante del año y viene lo mejor. Son dos partes perfectamente compatibles.
Dejando de lado su actividad, habrá otros rincones más lúdicos y atractivos para usted.
-El rincón más emblemático es el Paseo. En la época de mis padres había bailables y en mis tiempos de chaval toda la actividad, todo lo importante, estaba en el Pasealeku: la cuadrilla con la que compartir confidencias, saber que allí verías a la chica que te gustaba, el torneo de futbito que era cita obligada en verano? Entonces no había móvil y allí se juntaba todo el mundo sin necesidad de mandarse mensajes. Todos sabíamos en qué banco y a qué hora estaba cada cuadrilla.
¿Sigue existiendo ese ambiente?
-Ha perdido encanto. Para mí lo bonito era la emoción de llegar al Pasealeku, ver a quienes querías, a esa chica? era superemocionante. Pero los tiempos van cambiando, los jóvenes de ahora no han tenido esa pequeña dificultad. Yo, personalmente, odio los txokos. Las cuadrillas no interactúan entre ellas. Nosotros no teníamos dinero para cubalibres pero sí para un claro con gas. No se trataba de beber sino de interrelacionarse entre chicos y chicas, aunque tras la ronda llegabas a casa bonito-bonito.
El declive industrial también habrá repercutido negativamente en ese ambiente en el pueblo.
-Gernika tenía un tejido industrial increíble y había una gran actividad económica en el pueblo. Ahora hay tres fábricas que funcionan y poco más. Eso repercute mucho en el consumo, tanto en los bares y restaurantes como en las tiendas, que aquí son de gran calidad. Yo he vivido las épocas del café completo: café, copa y puro a mediodía, que hoy en día nos parece una burrada. Esa hora y media entre semana era de no levantar cabeza, y antes de comer y al anochecer, txikiteo.
¿Qué ingrediente añadiría a Gernika-Lumo?
-Gernika tiene de todo. Al menos, todo cerca. Para mí es un privilegio vivir aquí: Bilbao a media hora, la playa a 10 minutos, el monte a cinco? Echaría en falta una mayor promoción de lo que hacemos, por ejemplo, aprovechando los sábados especiales, para promocionar una plaza que es tan conocida. Habría que buscar una fórmula para tratar de hacer algo especial, con cierto criterio. La gente se ha dejado llevar después de muchos años haciéndolo de la misma manera. Otros pueblos le han dado una cancha del copón a la plaza.
¿Qué menú turístico recomendaría a quien venga a visitar Gernika?
-De entrante, que visiten el Museo de la paz y el museo Euskal Herria, dándose un paseo en el parque que tiene en la parte trasera. Es de lo más bonito que hay en Gernika, sobre todo en otoño, con las hojas secas en el suelo? De ahí, unir el paseo con la zona del Árbol de Gernika y la Casa de Juntas.
¿De plato principal? Sorpréndame.
-Iría a comer. Hay calidad como para comer a gusto, a un buen precio y con materia prima excelente. Y bien cocinada, claro. Recomendaría una buena menestra de verdura y un buen plato de alubia. O una merluza a la romana. Es lo que mejor sabemos hacer, aunque también hay cocina moderna que se hace muy bien.
Le falta el postre.
-En los mejores tiempos, los partidos de cesta en el frontón. Era el colofón de la jornada los sábados, domingos y lunes, en que se jugaba el estelar. Espero que la cesta punta vuelva a coger la fuerza que tuvo.
Cocinero