Bilbao - Aquella película inicial no tuvo una gran audiencia. La más vista en los mil programas ha sido Parque Jurásico, "pero el mejor share fue para Instinto básico, que alcanzó un 68% de cuota de pantalla".
¿Por qué cada vez hay menos cine en televisión?
-Porque es más barato montar una tertulia que pasar una película y también porque hubo un tiempo en que el cine no tenía suficiente audiencia en la tele. Funciona como en las salas: si es un título famoso la gente lo ve, pero igual que el fútbol. Sin embargo, en Navidad, en Semana Santa e incluso en verano resurgen las películas en televisión, sin demasiado criterio y un poco al tuntún porque no quedan programadores de cine en esas cadenas.
Cuando se estrenó 'La noche de...' el 19 de septiembre de 1995, ¿cuánto pensó que podía durar?
-Sinceramente, tres meses. Intentábamos llegar a Navidad, después hasta el verano, más tarde me planteé seguir la siguiente temporada y así desde entonces. Aunque no he trabajado mucho en televisión, tenía claro desde el principio que es un medio muy volátil. Sabes cuándo llegas pero no cuándo te marchas, y eso generalmente es más pronto que tarde. Diecinueve años y 1.000 programas es algo excepcional.
¿Nunca ha tenido tentaciones de dejarlo?
-Cada semana, ja, ja, ja... pero luego me arrepiento. Esto solo se puede hacer si a uno le gusta. Igual lo cambiaría un poco, pero como hay una máxima en televisión que dice que "si algo funciona, no se toca"...
¿Qué piensa al ver que el prólogo que usted presenta tiene más audiencia que la propia película?
-Suelo decir que la película no la hacemos nosotros y que cada uno cargue con su responsabilidad. Pero también tengo que añadir que la gente no se deje arrastrar por esto, que a veces las películas son muy buenas y otras simplemente buenas... o hasta malas. Reconozco que hay cosas que me duelen. Por ejemplo, hace poco presentamos La red social -que me parece excelente- y tuvo un seguimiento escaso.
Se dice que el talento ha emigrado a las series. ¿Se han convertido en rivales de las películas?
-En gran medida sí porque se han puesto de moda. Antes también se veían series, no es un fenómeno reciente, pero era un poco marciano hacer un maratón de Canción triste de Hill Street, por ejemplo. ¿Eran peores? En absoluto. Yo recuerdo la legendaria El prisionero y otras por el estilo, no es cierto que ahora se hagan mejores series. Como están de moda, hay compañías estadounidenses y británicas que invierten más dinero porque ahí hay pasta, espectadores y publicidad y así pueden hacer mejores series.
¿Cuál es la primera película que recuerda haber visto en el cine?
-Creo que fue Diez valientes, una película de aventuras en el desierto con Burt Lancaster. Pero la primera que me impresionó fue 20.000 leguas de viaje submarino.
¿Y la que más veces ha visto?
-Apostaría por 2001: una odisea en el espacio, que iré por los 25 pases.
¿Este gusanillo del cine le entró desde niño?
-Creo que es cosa de mis padres, que eran muy peliculeros. Ellos iban al cine y después mi madre me contaba las películas. "Yo lo que quiero es verlas, no que me las cuentes", le decía. El cine me venía en el ADN.
¿Es fiel al tópico sobre los críticos: se ha dormido en alguna película?
-Sí. Y además puedo decir tranquilamente, por provocar, que me dormí viendo Ciudadano Kane. Ja, ja, ja. Pero tengo que explicarlo: era una temporada que tenía turno de mañana en la radio, eran fiestas de Bilbao y quitaban la película al día siguiente, así que esa tarde tenía que ir a verla. Entré y no me enteré de nada.
¿Y de cuántas se ha marchado?
-No, no me he ido nunca porque creo que es un mal ejemplo. Si eres un crítico cuya cara no es reconocible, pues no pasa nada. Si te aburres, te marchas. Además, con las películas me pasa como con los libros: siempre creo que todavía va a haber algo bueno y aguanto hasta el final.
Bueno, sí habrá mirado el reloj por si se le había parado...
-Eso sí. Con mucha frecuencia desgraciadamente. Me temo que en ocasiones diciendo "pero si esto está ya terminado y todavía queda una hora de película. ¿Qué es lo que van a hacer?" Y luego tienes la respuesta: repetir lo que han hecho los sesenta minutos anteriores.
¿Puede calcular cuántas películas ve al año en los cines?
-Generalmente voy unas tres veces a la semana, alrededor de 150 al año.
¿La noche de los Oscar la pasa despierto?
-No, duermo plácidamente y sin ningún cargo de conciencia. Creo que es un fenómeno muy poco de cine y más de moda porque de lo que se habla al día siguiente es de los vestidos de las actrices. Por otra parte, se premian películas circunstanciales. No son las mejores y podíamos caer en el tópico de que a Chaplin o a Hitchcok nunca les dieron un Oscar salvo el honorífico. Hay poco cine en los Oscar y para eso no merece la pena trasnochar.
Del cine se dice como de los periódicos en papel, que va a desaparecer. ¿Pasará de verdad?
-Creo sinceramente que, como los periódicos de papel, no va a desaparecer pero sí va a quedar muy mermado. En algunas grandes ciudades, y es una especulación como cualquier otra, deberían quedar algunos coliseos de cierta importancia para los estrenos y luego tendría que haber pequeñas salas que permitieran revisar películas europeas, pequeñitas, de cinéfilo en definitiva. Incluso creo que habría una salida dedicando algunas salas de esos complejos a clásicos recuperados para ver en pantalla grande.
¿Qué le está haciendo más daño al cine: la piratería, el IVA, la ausencia de buenos guiones o una tormenta perfecta?
-Una conjunción de todo. Antes de subir el IVA al 21% ya había muestras de que la gente iba dejando de ir a las salas, y antes incluso del auge de la piratería. Yo creo que el problema del cine ahora mismo es que no tiene prestigio social. Para mantenerse, las salas necesitan tener una afluencia de público más o menos constante. Como de momento no se consigue, están cerrando muchas.
¿La clave entonces es la percepción social del acto de ir al cine?
-En los años 70 se convirtió en un fenómeno ir a ver Gritos y susurros de Bergman. Que una película de este director se convirtiera en un acontecimiento social es impensable ahora, pero también antes. Ocurrió en un momento determinado: la Transición, la reivindicación de cierto cine... Todo el mundo fue a verla -aunque no viera ninguna de las obras anteriores o posteriores de Bergman- y la gente se quedó satisfecha diciendo: "es dura, pero es buena". Me gustaría saber cómo es aceptada Ocho apellidos vascos cuando la pasen por televisión porque esa risa colectiva que se produce en los cines, que es contagiosa y que hace que el espectador se muestre cada vez más satisfecho de lo que está viendo, no la va a tener en casa.
Sin embargo, la iniciativa de poner ciertos días las entradas a 2,90 e incluso los Días del Espectador provoca colas en las taquillas...
-Me parece que funcionan mejor la Fiesta del Cine (lunes, martes y miércoles a 2,90 dos veces al año) y los Miércoles de Cine (que duran hasta julio), que son iniciativas temporales y después ya veremos qué pasa. Sí es cierto que como hay una psicosis de que el cine es caro, la gente aprovecha cuando hay rebajas. Yo sigo opinando que no es caro, lo que pasa es que la gente acostumbra a colocar las palomitas y el refresco en el precio de la entrada. Además no hay espectáculo social -ni toros, ni teatro, ni circo, ni nada- que sea tan barato. Siete u ocho euros cuesta un gin-tonic y te lo bebes antes y te hace más daño al cuerpo.