Bilbao. La estampa es, o era al menos hace un tiempo, bastante habitual. Un grupo de niños juega un partido de fútbol en el barrio y en uno de esos impetuosos ataques decisivos para dirimir el encuentro (con el décimo gol), uno de los jugadores se pasa de fuerza y da con el balón en el patio de ese vecino gruñón cuya casa está siempre, qué casualidad, allí donde caen las pelotas. El hombre se arma de sus razones y requisa el balón. Y se acabó el partido, porque no hay manera de apelar ni a los padres ni a la ONU. Bueno, eso, siempre que los protagonistas no sean un grupo de niños palestinos cansados del vecino gruñón armado hasta los dientes, y no precisamente de argumentos, que les llena el barrio de alambradas. Porque estos sí han optado por impedir que les rompan la pelota y han enviado una carta al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para pedir su ayuda en el intento de recuperar un balón de fútbol que cayó en territorio palestino ocupado por Israel.
El incidente ocurrió hace unos días en la localidad cisjordana de Kafer Sur, distrito de Tulkarem, cuando un grupo de niños jugaba al fútbol, informó la agencia palestina Maan. Uno de los menores golpeó con fuerza la pelota y esta cayó en una zona controlada por el ejército israelí, delimitada por una valla alambrada de seguridad que impide el acceso. Maan explica que se trata de "tierras confiscadas por las autoridades israelíes" para construir el muro de separación de Cisjordania a través de la aldea de los niños, y que solo los soldados pueden acceder a ellas.
Derecho a la pelota
Para tratar de recuperar su balón, los menores resolvieron apelar directamente a la ONU y solicitar su intervención, exponiendo que Israel ha conculcado sus derechos al no devolver la pelota o permitirles a ellos mismos rescatarla. Además, los menores argumentan su derecho a jugar en sus tierras sin ninguna restricción, lo que actualiza la polémica en torno a la barrera que Israel comenzó a construir en 2002.
"Señor, pídale al soldado que nos devuelva la pelota", reclaman los niños a Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas. Según explicaba el pasado domingo el diario Times of Israel, en su mensaje a través de las redes sociales dirigido hacia el máximo mandatario de la ONU, los niños han reclamado la ayuda de la organización para que interceda ante las autoridades israelíes.
el chut de amir Amir fue el encargado de chutar la pelota. No pretendía hacerla llegar tan lejos, pero el balón cruzó accidentalmente la barrera de alambre de espinos y entró en un área bajo el control de las Fuerzas de Defensa de Israel.
En su carta, Amir y sus amigos explican que no pudieron acudir a buscar la pelota ya que el área está declarada zona de amortiguamiento y se queja de que los soldados israelíes hayan violado sus derechos básicos, según explica la citada agencia de noticias palestina.
El niño y sus compañeros de juego no pierden la esperanza, pese a que por el momento Naciones Unidas no ha contestado a la misiva de los muchachos.
El grupo de niños es consciente de que no serán capaces de recuperar el balón y algunos vecinos se han ofrecido a comprarles otro, pero Amir insiste en su derecho a poder volver a jugar al fútbol con sus amigos y con su pelota.
Sin embargo, y más allá de anécdotas simpáticas, lo cierto es que la ONU tiene asuntos más graves de los que ocuparse en relación a los niños palestinos y al Gobierno israelí. El Comité para los Derechos de la Infancia de Naciones Unidas ha denunciado en un informe que Israel maltrata sistemáticamente a niños palestinos, a quienes somete a "tratamiento degradante y torturas", niega su derecho a la educación y a los cuidados médicos indispensables y, en tiempos de conflicto armado, los emplea como "escudos humanos". Comparado con esto, el episodio de la requisa del balón por parte del vecino gruñón no pasa de ser un juego de niños.