Bilbao. Hay un adjetivo, saltimbanqui, que encaja a las mil maravillas sobre la figura de Gorka Pereira, malabarista y acróbata, presidente y pensador de Zirkozaurre (Sagardui 19, Zorrotzaurre. Nave industrial), un lugar cargado con la electricidad de la magia, un espacio de artes circenses. No corren buenos tiempos para el espectáculo, pero la inmensa mayoría de esta gente no se rinde. Es cierto que de la carpa a la calle hay un paso y que apenas queda espacio para la fábula con tanto cuento chino como nos cuentan pero ellos siguen ahí, como los partizanos de la ilusión. Son la resistencia.

Corren malos tiempos para el circo...

Corren malos tiempos para todos. Está la cosa jodida para los circos, pero siempre quedará la calle.

¡Apañados estamos!

Ja, ja, ja. Sí, también ahí se están poniendo las cosas duras. Pero por mucho que quieran prohibir la calle siempre podremos usarla como medio de expresión.

La calle, siempre la calle...

Es la salida que queda para muchos de nosotros.

¿No debiera usarse también para alzar la voz, para gritar ¡basta!?

Estamos como la inmensa mayoría de la sociedad, resignados. Pero sí es verdad que al final la calle es un medio de lucha.

¿Estaría dispuesto a pasar un examen como el que quieren hacer a los músicos callejeros?

Sería curioso saber cuántos políticos aprobaban un examen sobre lo suyo. Digo yo que si hay para unos debiera haber para otros, ¿no?

¿Cómo ha visto esa iniciativa?

Es lo peor que puede ocurrir: no ser libre para expresar tus ideas o tu forma de ver el arte en la calle. Otro paso más hacia la prohibición.

Prohibir y prohibir.

Por mucho que prohíban podemos, debemos, usar el espacio público.

¿Saben lo que hacen los que prohíben?

Claro que lo saben. Y muy bien. Hay gente que ha ido a contarles lo que piensan, pero no sirve de nada.

Los niños, sin embargo, 'censuran' de otra manera...

Es el público más sincero que existe, sin ninguna duda. Puede ser el más cabrón si no le gusta, pero también el más agradecido. Es el que más sueña viendo tu espectáculo y ese sueño nos alimenta.

Los niños, sí. Pero... ¿entienden los adultos este tipo de espectáculos callejeros?

Yo creo que sí. Creo que lo entienden y lo valoran, sobre todo, ahora que hay mucha gente sedentaria. Cuando ven a otros haciendo lo que les resulta insólito se quedan atónitos.

¿Cómo empezó su aventura?

Como un hobby que, poco a poco, se va metiendo en las venas y te engancha.

¡Hacen lo imposible!

Todo corresponde a ensayar una y otra vez, una y otra vez. Los músculos que más se resienten en un malabarista son... ¡los riñones! De tanto agacharte a recoger.

¿Autodidactas?

Con un profesor se avanza más y más rápido. Porque no solo sirve repetir sino que hace falta alguien que te oriente, que te indique por dónde tienes que ir, cuál es el camino.

Zirkozaurre suena a gota en el océano.

Tenemos una nave industrial donde ofrecemos talleres, cursos intensivos, espectáculos. Cursos de perfeccionamiento y de iniciación.

¿Por dónde debería empezar si quiero llegar a ser...?

Para los malabarismos, con una pelota. Y para las acrobacias, ponte a correr. Hay que comenzar con juegos sencillos. Y, sobre todo, con mucha ilusión.

Seamos sinceros: ¿da para comer?

Creo que sí. Yo llevo comiendo de esto desde 2000 y no como menos que otros. Tenemos temporadas buenas y otras no tanto.

Hombre, usted que es el presidente, sí. Pero de ahí para abajo...

Yo soy presidente, albañil, fontanero, el hombre de la limpieza... ¡Todo!