Bilbao. En esta etapa de Irrikitown se presentará en sociedad Patxirrín, el hijo de Kiko Rivera, que en un futuro próximo se habrá convertido en un clon de su padre. Otra nueva sección será Behin Batean Euskaldunak, que se traslada a la Prehistoria para contar cómo nació el primer gasteiztarra, el primer navarro o el primer bizkaitarra, capaz de construir un dolmen con placas de titanio como el Guggenheim. También retornarán personajes como el bertsolari del PP, el giputxi inconformista y la txoni de ciudad que vive en un baserri.
Un descanso veraniego y otra vez al tajo televisivo.
Nos acompañaron los resultados en primavera y ahora volvemos, en principio con siete programas; y seguramente de nuevo en enero.
Es un hombre multimedia: a la vez está haciendo teatro y también tiene proyectos cinematográficos...
Pues sí, acabo de estrenar una función con Oscar Terol -y en la versión en euskera con Mikel Laskurain- y tengo un par de películas bastante encaminadas en Colombia para el año que viene. Siempre he estado muy agradecido a la suerte que me ha acompañado en mi trabajo, aunque también he tenido mis pequeñas travesías del desierto. Esta temporada se van encadenando los proyectos.
¿Cuánto tiempo lleva en la interpretación?
Empecé en la universidad en 1988, pero mi primer trabajo profesional fue en tercero de carrera -hice Publicidad-, allá por 1991. Son casi veinticinco años, decirlo asusta.
¿Se estrenó en teatro, siguió en televisión y lo último fue el cine?
Sí, ese fue el proceso. Hay que tener en cuenta que en los 90 no había la ebullición de series que llegó después porque no había tantos canales y la televisión era algo muy lejano para la mayoría de los actores. Donde había más trabajo era en el teatro. El cine también estaba reservado a muy pocos. Es una pena pero nunca se ha apostado ni en Euskadi ni en el Estado por crear una industria cinematográfica barnizada de cultura. Si ya éramos débiles, con todo lo que ha pasado más las zancadillas que se están poniendo permanentemente, no voy a decir que el cine ha quedado en algo anecdótico pero sí artesanal.
Usted ha vivido la época de 'vacas gordas'. ¿Ahora son tan 'flacas'?
Las vacas gordas no lo han sido tanto, desde que yo empecé siempre he oído que todo estaba en crisis. Ahora el sector está muy debilitado en todos los aspectos y hay gente, sobre todo en cine, que lamentablemente se ha retirado. No se genera trabajo, se ha girado la vista hacia nosotros con una rabia incontenida que no solo nos ha afectado a nivel artístico sino también emocional. Es una persecución que no tiene ningún sentido por parte del Gobierno del PP y de quienes hacen las leyes. En este sector los sueldos han bajado directamente a la mitad, tanto en televisión como en cine y teatro.
Muchos actores se han visto obligados a convertirse en empresarios y gerentes. ¿Ha sido su caso?
Durante tres años llevamos una productora entre tres socios, Camping Gags, con la que hicimos bastantes espectáculos y además dábamos trabajo. Llegó un momento en que tuvimos que parar la producción y se ha quedado ahí, en stand by. Nuestra idea era trabajar, reinvertir los beneficios, seguir la cadena; eso es algo que les tiene que quedar claro a determinados ministros: nuestra intención no ha sido ni hacernos ricos ni evadir impuestos. Lo único que queremos es que nos dejen hacer nuestro trabajo en paz. Arriesgarse ahora a poner dinero para levantar espectáculos es casi casi un suicidio. La cadena se ha tenido que parar.
Sus reproches no se limitan a la subida del IVA...
Claro que no. Fue solo un castigo más. Dentro de esa bacanal que se han montado, esta subida es algo en lo que están solos en Europa. La pena es que aquí no se aprende de los errores.
En ese estado de ánimo, ¿es doblemente difícil hacer un programa para que la gente se ría?
La herramienta de trabajo del actor son las emociones y eso permanece intacto. Mi actitud ante la gente que ve la tele y va al teatro o al cine no cambia. Es más, hay una especie de obligación de seguir ofreciendo lo mismo que hasta ahora y con más energía si cabe.
¿En esta etapa de 'Irrikitown' habrá los mismos personajes y secciones?
Hay algunas variaciones, pero se mantiene la mecánica de trabajo de grabar algunos sketchs en exteriores, otros en decorados y otros sobre chromas. Algunos personajes desaparecen, otros se incorporan y otros irán surgiendo. Son muy reconocibles por el público.
¿Será el mismo equipo de actores?
Efectivamente: Andoni Agirregomezkorta, Iker Galartza, Itziar Atienza, Miriam Cabeza y yo.
¿Los personajes parodiados de ETB se ríen o no les hace gracia?
Sí, sí. La parodia siempre es con respeto y desde el cariño.
Usted también participó en 'DBH', otro proyecto de éxito de ETB-1...
Es una pena que no siga porque, aunque existía el referente de Camera Café, era una serie muy novedosa hecha con varias cámaras y que tenía unas posibilidades ilimitadas de evolución.
¿No es raro que un actor que comenzó tan joven pasara por 'Goenkale' tan tarde?
Sí, era como mi asignatura pendiente y hace tres años tuve la oportunidad de intervenir en esta serie interpretando a un catalán afincado aquí. Siempre hacíamos risas con que quedábamos muy pocos actores por pasar por Goenkale...
¿Se encuentra cómodo en ese vaivén de papeles cómicos y dramáticos en el que se mueve?
Al final la vida es eso, navegamos un poco entre risas y llantos. Me siento muy a gusto de poder estar investigando permanentemente e ir sacando matices y me siento igual de cómodo en ambos terrenos. La gente siempre dice que lo más difícil es hacer reír, pero también es muy complicado sacar una lágrima. Arrancar emociones es muy difícil en un sentido o en otro.