Loiu

Hacer la cuenta da vértigo: si uno junta las edades de estas cinco mujeres, la suma resulta el medio milenio. Casi nada. Son cinco siglos de vivencias. Quinientos añazos de experiencias, risas, lágrimas, anécdotas, bailes en la plaza, trabajo incesante, amores, desamores, el rugido de una guerra, y miles de besos cálidos de esposos, hijos, sobrinos o nietos... Asunción Arranz, Josefina Ollora, Bernarda Martínez de Albéniz, Sabina Larrabe y Pilar Barredo son las cinco centenarias que viven en la residencia Gurena de Loiu, un centro que ayer celebró una fiesta de cumpleaños en honor a estas chicas de oro que hoy observan con la serenidad de los años los avatares de su longeva existencia.

Lo de juntar quinientas velas en cinco tartas de cumpleaños hubiera sido una bilbainada de las de aúpa, por no hablar del hipogrito huracanado que hubieran tenido que lanzar las amamas homenajeadas para apagar las candelas... Por eso, los responsables de la residencia optaron por coronar los cinco pasteles con unas figuras de chocolate que representaban el número cien.

Dulces, mimos y flores sirvieron para agasajar a estas centenarias guapas que llevan en cada arruga el dibujo de un capítulo de sus vidas; vidas como la de Asunción, una bilbaina que a sus 102 años es la veterana de la cuadrilla, y que ya a los 14 años comenzó a trabajar en fábricas de achicoria. O la de Josefina, que nació allá por 1913 en Madrid y que recaló en Larrabetzu acompañando a su marido, que era ferroviario y fue destinado a tierras vizcainas.

Unai Pérez es psicólogo en esta residencia. Cuando habla de estas mujeres sonríe con ternura, con cariño. "Si miramos cuántas centenarias hay en Euskadi, podemos decir que en este centro tenemos un alto porcentaje", explica. Y alucina cuando escucha a estas mujeres hablar de sus experiencias en momentos del pasado que para muchos solo existen en los libros de historia. Pilar, por ejemplo, que ayer no perdió la sonrisa ni un momento, trabajó cosiendo uniformes militares en la Guerra Civil. Esta mujer nacida en un pueblo de Burgos, regentó una tienda de ropa en Bilbao, y asegura que aún hoy cose a pesar de los problemillas de vista que trae la edad. Y es que, la que tuvo, retuvo. "¡Torera y torera que he sido!", exclamó Pilar, riendo.

Bernarda, nacida en Araia, rememora los tiempos de la República y los 46 años que trabajó como doncella con una familia acomodada de Bilbao. "No esperaba yo estos años, pero me han venido...", decía con voz fina. También entre bordados ha pasado su vida Sabina, una galdakaotarra que, a punto de cumplir los 101 años, presume de ser socia del Athletic desde 1963. Ahí queda eso.

Y estas son las chicas de los cien años; las mujeres valientes que abrazan los millones de recuerdos que caben en un siglo de vida.