Los inversores árabes, esos que acuden al rescate de quien les necesita cargados con maletines rebosantes de petrodólares, se han convertido en un salvavidas para muchos clubes de fútbol y empresas, pero no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos. Por cada Mansour bin Zayed Al Nahyan, el adinerado miembro de la familia gobernante de Abu Dhabi que ha colocado al Manchester City en la cúspide del planeta fútbol, hay un puñado de impostores a los que ni mucho menos les rodea el oropel que prometen. Como muestra, ahí está el caso de Ali Syed, que no es árabe sino indio, pero que aterrizó en Santander en enero de 2011 prometiendo sueños dorados para el Racing, que ahora mismo se encuentra en la ruina económica y descendido a Segunda División.

Dentro del capítulo de pillos que intentan hacer negocio aprovechándose del prójimo, los Mossos d'Esquadra desarticularon ayer una red que estafaba a empresas y clubes de fútbol, entre ellos el Getafe, prometiéndoles inversiones millonarias y falsos créditos haciéndose pasar por intermediarios de jeques árabes de Dubai y Egipto. Según fuentes policiales, cerca de 70 empresas cayeron en la trampa de una red formada por siete personas, seis de nacionalidad española y una dominicana. El caso más conocido entre los afectados es el del Getafe. A su presidente, Ángel Torres, le prometieron durante el transcurso de la temporada 2011-12 una cuantiosa aportación económica a cambio que el club se mantuviera en Primera División y de que no tuviera deudas. La falsa negociación por parte de la organización criminal, que aseguraba actuar como intermediario de uno de los mayores grupos inversores de Dubai, culminó con la ruptura de las relaciones con el presidente del club tras comprobar Torres que dos de los cheques que le había entregado el supuesto jeque árabe no tenían fondos.

Por si la trama no fuera lo suficientemente rocambolesca, el modus operandi de esta red de estafadores, con sede en el barcelonés Paseo de Gracia, era de lo más exquisito. No escatimaban a la hora de incluir comidas en restaurantes de lujo y coches de alta gama con chófer para camelar al empresario de turno y, cuando la situación requería la presencia de algún jeque para dar mayor credibilidad al asunto, recurrían a un camarero brasileño que trabajaba en un bar cercano a sus oficinas y que cobraba 50 euros cada vez que se le pedía que hiciera acto de presencia caracterizado de jeque.

Los detenidos ofrecían falsos créditos para reflotar empresas en situación económica delicada, con la finalidad de aprovecharse de los activos sin hacer frente a los compromisos adquiridos con los titulares de las empresas. Fuentes policiales señalaron ayer que inicialmente, para dar imagen de solvencia y confianza a sus víctimas, ofrecían a las empresas un plan de viabilidad que nunca se llegaba a aplicar. La red contactaba con los empresarios asegurando que eran intermediarios de jeques árabes millonarios que estaban interesados en adquirir o formar parte de su negocio, y que estaban dispuestos a invertir hasta cinco millones de euros en todo tipo de empresas. Sin embargo, antes de obtener esta cantidad, las empresas tenían que demostrar solvencia suficiente para garantizar la devolución a largo plazo, y para hacerlo debían aportar un aval a una cuenta controlada por los investigados, utilizando una herramienta bancaria llamada cuenta scrow o trust.

Los detenidos llevaban actuando de la misma manera desde febrero de 2011 y hasta habían viajado a mediados de marzo a Dubai con un grupo de empresarios catalanes a los que querían estafar. A mediados de junio, agentes de los Mossos d'Esquadra pudieron comprobar in situ que todo era un montaje y que en realidad el jeque árabe era un camarero de nacionalidad brasileña disfrazado. Con la vestimenta de jeque, el falso árabe y los dos líderes de la organización cerraron un acuerdo con representantes del club de fútbol Palafrugell y al día siguiente, para dar más veracidad a la estafa, publicaron en internet las fotografías de la firma del acuerdo con el supuesto inversor árabe.