bilbao. No le gusta que le llamen escritor, quizás porque el término desprende el gas tóxico de la arrogancia en un puñado de juntaletras que presumen de serlo. El prefiere decir que juega con las palabras. Y algo de ello hay de cierto si se juzga que ha pintado letras en una colección de bolsos, Cuatro coma cuatro, de una diseñadora romana; que hay otra creadora que borda frases suyas en las prendas de su taller o que ha maridado una de sus seis novelas, Cuarenta días de mayo, con un vino del mismo nombre, tras alcanzar un acuerdo con la bodega Del Medievo. Ante todo Mikel Alvira es un ser "incapaz de quedarse quieto".
¡Qué mareo!
Estar en continuo cambio. Esa es mi actitud creativa y en cualquier otra faceta de la vida. Reivindico el derecho a arriesgar para vivir.
¿No da vértigo?
¡Qué va! Nos hemos vuelto unos segurolas y unos miedosos, sin calcular que, te vaya bien o te vaya mal, un proyecto siempre sirve para algo: para aprender.
"Los escritores de novela son aburridos" ¡Venga, haciendo amigos!
Dicho así, a palo seco... Lo que quiero decir es que me parece más divertido buscar y encontrar la salida en un laberinto de ideas que ir seguro pero aburrido con tu idea al hombro por la Gran Vía.
¿Hay que creer en lo creado?
Yo le doy muchas vueltas a las cosas e igual mareo un poco el resultado, pero me interesa más la reflexión que la producción.
¡Atchung! La reflexión no llena la sartén...
Por supuesto, por supuesto. El secreto está en buscar en equilibrio.
Porque, reconózcalo, uno escribe para que le lean...
Sí. Esos místicos que van por ahí, diciendo que ellos escriben para sí mismo, para su interior... ¡Bueno! Hay que enriquecer el alma pero no hay que empobrecer la nevera.
Y luego está, supongo, ese puntito exhibicionista...
Cualquiera que se exponga al exterior con su trabajo lo tiene. A todo el mundo le halaga que le escuchen, que le miren, que le aprecien. Decir lo contrario suena falso.
Corren malos tiempos para la lírica...
¡Para cualquier género!, ja, ja. ja. Pero hay que dejar de ser tan llorones, de protestarlo todo, de quejarse por cualquier cosa. Lo bueno es procurar disfrutar con lo poco o mucho que uno tenga.
¡Manos arriba, esto es un atraco! ¡Venga la fórmula!
Tengo un amigo que me recuerda cada vez que me ve que todos mis días tienen algo de sábado. Esa expresión me gusta: hay que procurar que todos los días tengan un poco de sábado en su interior.
Hay ocasiones en que la altura de los objetivos no permiten disfrutar de las vistas de la planta baja...
Yo defiendo de corazón lo que llamo la teoría del kilómetro cero, el hacer las cosas cuando y donde corresponden. ¿Por qué tengo que comer naranjas los doce meses del año si en mi radio de acción no se producen? ¿Qué me importa que me traduzcan al danés o vender libros en Buenos Aires?
Hombre, cuando llega el cheque...
¡Ah, sí; si llega un cheque, por supuesto! ja, ja, ja. Lo que quiero decir es que me interesa más mi cercanía, lo de aquí. Creo que se ha entendido.
¿Para qué corre?
He sido campeón de Bizkaia y campeón de Euskadi de mediofondo en muchas ocasiones. Me gusta la sensación que produce correr y me gusta que mi vida tenga variedad, no caer en la rutina. ¿Puedo confesarme...?
Ave María Purísima
La sensación de no saber que voy ha hacer ni qué seré cuando tenga sesenta años me resulta excitante.