Bilbao. "Leche, cacao, avellanas y azúcar… Nocilla" es el anuncio que devuelve a Risto Mejide a sus meriendas infantiles. El recuerdo del pasado no significa que el publicista gallego se haya dulcificado, aunque tampoco muestra su lado más duro a la hora de conceder entrevistas para promocionar su libro, Que la muerte te acompañe. Un título al que cambiando una sola letra se convierte en un eslogan muy conocido. El exjurado de Operación triunfo es amable, educado, conciso y dice estar harto de contestar las mismas preguntas: ¿Qué esconde detrás de las gafas de sol? o si es tan borde como lo pintan.

'Que la muerte te acompañe', un título muy publicitario y fuerte, ¿no?

Es un guiño a un eslogan publicitario, muy conocido, el de Loterías y Apuestas del Estado. Cambiando sólo una letra tiene mucho más significado. Además, soy consciente de que mis enemigos solo van a leer el título. El mensaje tenía que ser muy claro.

¿Tantos enemigos tiene?

Los justos, estoy muy orgulloso de mis enemigos.

¿Más que de los amigos?

No, creo que es proporcional.

Veo que sigue fiel a sus gafas de sol. ¿Cuántas veces en esta promoción le han preguntado por qué lleva gafas de sol?

Hay tres preguntas que nunca se sacian, y mira que las he contestado veces: ¿Por qué llevas las gafas de sol? ¿Eres realmente así? y ¿por qué eres tan borde? Esta última es una derivada de la segunda.

Procuraré no caer en ninguna de las tres preguntas.

No sabes cuánto te lo agradeceré.

El protagonista de su novela, el cajero del supermercado, sí que es un borde.

Ese sí. Pero más que borde es un tipo que tiene un don, y es capaz de ver la vida de la gente en función de lo que compra. La vida le ha dado muchos palos y el pobre está resentido.

¿Por qué una novela?

Es lo que más me motivaba hacer en estos momentos y he tenido que esperar mucho para hacerla. Siempre me he dedicado a escribir, pero sabía que hasta que no tuviera algo interesante que contar no me iba a poner a ello. Un día se me ocurrió la idea de visitar la Divina Comedia.

¿Una osadía meterse en la obra de Dante Alighieri?

No, le he añadido la variante de consumo, es lo que conozco, es mi mundo. Se lo propuse a la editorial y me dijeron que adelante.

¿Le ha costado?

Muchísimo porque también lo quería hacer muy bien. Soy consciente de que en mis dos anteriores libros habré invertido un 20% de lo que he invertido en este. Es algo que se nota.

¿Cree que va a tener peor crítica por su condición de persona televisiva?

Hay muchos tipos de críticos, pero supongo que habrá quien tenga los prejuicios encima por el personaje televisivo que puedo representar para ellos. Pero es problema del crítico, no mío. Tengo claro que no tengo que pedir perdón a nadie por haber escrito una novela. La novela está muy bien, y a quien no le guste o no la quiera leer, él se lo pierde.

Muy seguro de sí mismo.

Hasta un cierto punto. Había una frase de Woody Allen que me define muy bien: Tengo muy poco talento, pero muy bien aprovechado.

¿Desengañado?

Tengo una máxima que aparece mucho en el libro y que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida: Crecer es aprender a despedirse. Más que desengañado, cada vez me despido mejor.

¿Se ha arrepentido en algún momento de su paso por televisión?

No, fue un acierto, fue una experiencia. Quizá ha sido la experiencia más divertida que he tenido.

Fue criticado por haber juzgado duramente a los concursantes de 'Operación triunfo', supongo que tampoco se ha arrepentido de ello.

No. Soy responsable de lo que digo, como todo el mundo lo es. Como tal, he apechugado con las consecuencias de lo que he dicho. También te digo una cosa, no fui tan duro con los concursantes como lo fui con los jefes, con el concurso en sí. Fui más duro con el concurso que con los concursantes, pobres.

Este tipo de concurso deja muchos juguetes rotos.

Pero no todos los juguetes tienen que durar toda la vida.

Eso también es duro.

Crecer es aprender a despedirse.

Hablando de despedidas, ¿lo ha hecho usted de la televisión?

De momento sí, pero no digo: Nunca volveré. Nadie es imprescindible, ni en la tele, ni en ningún sitio.

¿Esperaba más?

Tengo la virtud o el defecto de no esperar nada de las cosas mientras las vivo.

¿Cómo se lleva la publicidad en tiempos de crisis?

Hay lo mismo que antes. Mi percepción es que se trabaja el triple para ganar la mitad.

¿Qué anuncio le ha llamado más la atención en su vida?

Lo tengo claro, un anuncio de 1999. Fue el anuncio de The independent, el diario británico, se llamaba Letanía.

Viendo 'Los anuncios de tu vida', el programa de Manuel Campo Vidal en TVE, nos damos cuenta de lo que hemos cambiado.

La publicidad es un reflejo de la cultura popular. La publicidad siempre ha intentado colarse en la sociedad. Algunas piezas lo han conseguido pero la mayoría no. La publicidad es una consecuencia de lo que es la sociedad, muy rara vez ocurre al contrario.

¿Cree que no influye a los consumidores?

A veces se nos echa en cara a los publicitarios ser los culpables de determinados males, de las niñas anoréxicas; ojalá.

¿Ojalá?

Ojalá tuviéramos ese poder, no para que las niñas sean anoréxicas, sino para cambiar las cosas que pasan en la vida.

Si la publicidad no nos influye, ¿para qué sirve?

Pone de manifiesto un deseo latente, nada más.

¿Hay talento creativo?

Tremendo, a veces no se llega a transmitir el talento que hay a través de las piezas que vemos. Estoy fascinado por la cantidad de gente buena que hay.

La vida de la mayoría de la gente está marcada por anuncios, muchas por la canción del Cola Cao, ¿para usted?

Para mí era la canción de Nocilla. Recuerdo perfectamente la letra y la música.

TVE sin anuncios. ¿Es un error?

Me parece un brindis al sol. No estoy orgulloso de una televisión que no emita anuncios. Estaría más orgulloso si los anuncios que emitiera la televisión pública fueran diferentes a los que emite la televisión privada.

¿Dónde está el problema?

Se han metido en un lío con el déficit que ha causado esa decisión. Nadie en el sector puede ver eso bueno. Los anunciantes buscan ventanas para colocarse delante del consumidor y resulta que TVE tiene un target comercial que no tienen las otras. Si ahora se quiere hacer una campaña para alguien de sesenta años no hay ventanas. Hay gente dispuesta a gastar en un medio y no lo puede hacer.

Más que drama es una contradicción.

Como quieras. Pero redunda en menos ventas, menos consumo, redunda en la economía de todos. Me parece un brindis al sol que todavía no acabo de entender.

¿Quijotesco también?

Precipitado. Cuando se toma esa decisión, se hace sin tener en cuenta a los expertos del sector.