bilbao. La tienda de telas Gacela le enloquece tanto como a un niño el escaparate de una confitería. Wendy Häuser vino de Uruguay a Bilbao para visitar a su padre convaleciente. El amor que tantos planes desbarata se cruzó en su camino como un Peter Pan y apostó por instalarse en esta tierra, desde donde aún sueña ser una mujer cosmopolita y una diseñadora de éxito. Tiene los dones para lograrlo; un estilo joven y desenfadado, desparpajo y una fe risueña en todo lo que hace. Añora, eso sí, las largas charlas de Uruguay...

¿Tan parcos en palabras somos?

Sí, yo creo que sí. De esta tierra me llevaría a Uruguay el paisaje, el de ustedes es increíble. Y de allí me traería las buenas conversaciones. Aquí persigo a mis amigos para hablar y en Uruguay me venía la gente a casa.

¿Algo más que achacarnos, siquiera desde el punto de vista de la moda?

Visten bien, con estilo. Pero visten sin arriesgar; un punto aburridos. Creo que tienen medio camino hecho pero los falta otro tanto.

Hablemos con ejemplos...

Los hombres, sin ir más lejos. Les cuesta mucho salir de su estilo; del traje con todo en su sitio y todo en colores neutros, que no destaquen. Yo en Uruguay vendí faldas para hombres, les vi hacer locuras. ¿Se imagina un bilbaino en faldas...?

¡Ja, ja, ja! No

¿Y por qué no? Hay que divertirse con la ropa, no sólo llevarla para no ir desnudos.

¿Y el qué dirán?

Cuando vistes, transmites como eres. Y no ha de importarte que te juzguen si lo que transmites es tu propia personalidad. Lo que hay es miedo al ridículo.

Quedamos, entonces, en que el rigor de los hombres al vestir es lo que más le preocupa...

También me llama la atención cómo se viste para los eventos, para las ocasiones especiales. Van igual que a diario. A mí me parece que hay momentos para sentirte una princesa, y muchas mujeres parecen tener recelo a hacer algo así.

Hablan maravillas de su firma, Wën Häuser, pero... ¿Por qué esa contracción de su nombre?

No quiero ser una marca. Distingo muy bien quién es Wendy y cuál es mi marca. Hay dos vidas que a veces se entrecruzan pero que también van paralelas. Wendy no es una firma, es una mujer.

¿Le sorprendió el ajetreo de Bilbao?

¿Ajetreo? No, no creo...

Hombre, siendo latina...

¿Usted conoce Sao Paolo o Buenos Aires...? Comparándolo, Bilbao parece un remanso...

¿Pero?

Me sorprendió a la hora de comprar. Aquí es muy difícil entrar en el mercado porque todo es inmediato. Parece que la felicidad esté impresa en una tarjeta de crédito que hay que desenfundar, ¡pum, pum, pum! a la primera. Van a tiro hecho.

¿Ir de compras es un antídoto contra la depresión?

Yo creo en lo contrario. Si estás de bajón no debieras comprarte nada. Cuando estás deprimido compras impulsivamente y no lo haces bien; acabas devolviéndolo todo o no poniéndotelo jamás.

¿Le ocurre como a los cineastas, que pasean por la calle haciendo encuadres...?

Ja, ja, ja. Un poco. No soy consumista, no soy de comprarlo todo. Pero sí que todo el tiempo y en todo lugar veo moda. De todas formas...

¡Soy todo oídos!

Tiendo a descontextualizar, es mi verbo favorito. Buscar siempre el lado sorprendente de la vida. No soy una persona parada, sosegada. A veces me veo la mujer más guapa del mundo y otras un horror. Es así, todo revuelto. Genero caos a mi alrededor. Pero es divertido... ¿no?