Como si se hubiesequerido guardarde la especulacióny el tránsito, esterincón de paisaje,abrigado bajo lapirámide de Ereñozar,es uno delos que mejor ha conservado en Bizkaialas características que han definido elmodo de vida rural en los tiempos pasados.También en Oma han recalado lainspiración y el arte de Agustín Ibarrolatransformando un trozo de aquelparaíso en paraje mágico.

Vayamos a las tierras de Kortezubi,municipio que contiene a Oma, y alentorno histórico de las cuevas de Santimamiñe.Allí, en las entrañas de lamontaña de Ereñozar, coronada por elsantuario y ermita de San Miguel, habitarondesde hace 26.000 años pescadoresde ostras y cazadores que representaronen sus paredes sorprendentes figuras deanimales. Ante ellos, el panorama se llenabade bosques en un valle de Oma enel que todavía no existían los caseríos ydonde seguramente daban caza a losbisontes.

Frente a la explanada del parque deSantimamiñe avanza una ruta rural quees mejor hacer a pie para no turbar elencanto del lugar. Un repecho y nos asomaremosal otro lado a Oma en toda suextensión. Los caseríos salpican los pradosrodeados de alturas boscosas; en primertérmino, la ermita de San Pedroantecede al núcleo del barrio. Aquelloscaseríos tienen notable valor histórico,la mayoría edificados en la Edad Mediay reformados después; en uno de ellos,en Kurtziñe, ha vivido largo tiempo elescultor Ibarrola, al lado de uno de los más interesantes caseríos con soportalde arco de Bizkaia.

Tras ellos se esconde uno de los secretosde Oma. Para encontrarlo habrá quecruzar el arroyo que hasta aquí ha discurridoplácido por un puente hecho conuna gran losa y seguirlo por un senderohasta las fauces de roca que lo engullenpara liberarle de nuevo allá en las marismas.En una cavidad oscura, a menudocegada por la vegetación arrastrada porel río en sus avenidas, el arroyo se pierdebajo tierra. Pero antes ha saltado porla presa de los molinos de Bolinzulo,cuyas ruedas movió antaño y que aún semantienen bajo los musgos en el mismolugar que antaño ocuparon.

Antes también el mismo cauce moviólos martinetes de la ferrería y molino deOlakoerrota, una instalación que másarriba domina el paisaje del valle consus dos estoldas para aprovechar la energíadel agua. Todavía al final del vallehay otra ferrería más, la de Goikolea,que conserva en un dintel un grabadocon su datación.

Lo apartado de la ruralidad de Oma noshace valorar como idílico este lugar, perohay que pensar lo apartados que son losinviernos en este valle cerrado, la soledaddel caserío antes de la llegada de laluz eléctrica y antes de la construcciónde las carreteras. Debió ser muy dura lavida en Oma en plena Edad Media ytodavía muchos años después.

El viaje a Oma se puede completar conel paseo al Bosque animado, siguiendo lapista frente a la explanada de Santimamiñedurante varios kilómetros de montañahasta el pinar mágico. Allí, en 1984Ibarrola pintó su Raya blanca, una huellabidimensional que se extiende en elespacio tridimensional con 90 metros deprofundidad. Aquella fue la primeraimagen. Después, estas se multiplicaronpara dar vida a los árboles, para configurarun espacio donde el caminante seve sorprendido por infinitas miradas ynumerosos encuentros desde el mismobosque.