Los especialistas son conscientes de la necesidad de visibilizar esta patología, en alza en todas las sociedades debido al envejecimiento de la población y que se traduce en el deterioro cognitivo del paciente.

La enfermedad de Alzheimer tiene un costo devastador para los cuidadores. En comparación con quienes atienden a personas sin demencia, en estos casos las dificultades emocionales, financieras y físicas sustanciales se duplican. Del costo total de la atención de por vida de una persona que padece demencia, el 70% corre por cuenta de los familiares, ya sea en forma de gastos de bolsillo en salud y cuidado a largo plazo, o como valor económico de la atención no remunerada, una atención que recae fundamentalmente en las mujeres.

Aunque en los últimos años la enfermedad cada vez es más conocida, todavía anidan algunas creencias falsas en la sociedad. Creencias que no ayudan en nada. "La importancia de conocer la enfermedad en profundidad por parte de las familias y cuidadores es clave para que los pacientes con Alzheimer tengan una mayor calidad de vida. Es imprescindible satisfacer las necesidades de cada caso y recordar a los familiares que no están solos", asegura Claudia Gómez, CEO de la empresa de cuidadores Senniors.

Actualmente unas 800.000 personas padecen en el Estado español esta dolencia, y además, cada año se diagnostican unos 40.000 nuevos.

Estos son algunos falsos mitos que conviene desterrar.

Solo lo sufren los mayores

Aunque la mayoría de los casos se dan en la tercera edad, hay veces en las que esta enfermedad debuta muy pronto. Según datos de la Confederación Española de Alzheimer (Ceafa), uno de cada diez pacientes tiene menos de 65 años. "Los más jóvenes suelen ser mucho más conscientes de su diagnóstico y eso les permite poder trazar una hoja de ruta, junto con su familia y los profesionales que le van a acompañar, para decidir cómo quieren ser cuidados en cada fase de su enfermedad y participar en su propio tratamiento", asegura Ana Maeso, Neuropsicóloga especialista en personas mayores y bienestar emocional.

En el caso de los menores de 65 años, cuyo funcionamiento social y ocupacional (laboralmente están activos, al no haber llegado a la edad de la jubilación) se ven especialmente afectados, los especialistas recomiendan que reciban la atención de un psicólogo para ayudarles a afrontar los nuevos retos que les va a plantear la enfermedad.

Siempre genera una conducta agresiva

La agresividad no necesariamente se da en las personas que padecen Alzheimer. Lo que sí provoca esta enfermedad son daños en las estructuras cerebrales responsables del lenguaje o la autorregulación de la conducta, entre otras. Ana Maeso dice que las conductas agresivas son una manifestación de la ira y el enfado que, como emoción básica, está presente en cualquier ser humano, y aparece cuando la persona siente que no consigue un objetivo o que sus necesidades o intereses no son atendidos. Si a esto se le suma la dificultad de poder verbalizarlo, debido a una alteración del lenguaje, el sentimiento de frustración se agudiza y pueden aparecer comportamientos agresivos a modo de protesta. "El reto está en establecer un sistema de comunicación válido en el que los cuidadores identifiquen y manejen aquellos escenarios que puedan generar este tipo de respuesta. Es importante que el cuidador sea consciente y sepa reconducir este tipo de situaciones", concluye.

Un fallo de memoria indica Alzheimer

No necesariamente. Hay personas que, con la edad, manifiestan un deterioro de algunas de sus funciones cognitivas, como la orientación, la atención, la memoria€ El consumo de ciertos medicamentos, la alteración del estado de ánimo y la hipoacusia afectan directamente a la capacidad atencional, y sin atención no hay memoria. El mindfulness puede ser un gran aliado para fortalecer la salud física, mental y emocional, y para cultivar, precisamente, la atención.

Evoluciona igual en todas las personas

Las personas no tienen la misma genética y sus biografías e historias personales son únicas, así como la forma en la que gestionan y perciben las emociones. Por tanto, la experiencia con la enfermedad y sus síntomas también es diferente.

Se puede dar el caso de dos personas con un mismo diagnóstico, con un perfil socioeconómico y cultural parecido, misma edad y un entorno similar, y que en una de ellas la patología evolucione de forma muy rápida y en la otra se mantenga más estable, desarrollándose más lentamente. Los expertos sostienen que las etapas de evolución de la enfermedad son una referencia aproximada a lo que podría ocurrir, no a lo que ocurrirá inexcusablemente. Conocerlas sirve de ayuda a cuidadores y familiares para ir aceptando una realidad que va a cambiarles la vida.

Es hereditario

Hay un componente genético, pero no tiene que darse a la fuerza. De hecho, menos del 10% de las demencias son hereditarias. Que un padre o una madre tengan o hayan tenido la enfermedad no significa necesariamente que sus hijos vayan a padecerla. "Al margen de las investigaciones, desarrollar una vida activa y sana, practicar amorosamente el cuidado hacia uno mismo, cultivar el conocimiento, la espiritualidad y la calma y fomentar nuestras relaciones sociales y afectivas, son factores que influyen directamente en la prevención del Alzheimer y que están al alcance de todos", sentencia Maeso.