Ocho de cada diez personas viven con osteoporosis sin saberlo, y de los casos diagnosticados la mayoría desconoce el impacto que tiene a largo plazo esta patología ósea, la más común del mundo. A la osteoporosis se la conoce también como la enfermedad silenciosa, ya que no suele presentar síntomas hasta que la pérdida de densidad de los huesos es tan grave que suele acabar provocando una fractura.

En el interior del hueso se producen durante toda la vida numerosos cambios metabólicos, alternando fases de destrucción y formación. Estas fases están reguladas por distintas hormonas, la actividad física, la dieta, los hábitos tóxicos y la vitamina D, entre otros factores.

En condiciones normales, una persona alcanza a los 30-35 años una cantidad máxima de masa ósea (el llamado pico de masa ósea). A partir de ese momento existe una pérdida natural progresiva.

Las mujeres tienen más frecuentemente osteoporosis por varios motivos: su pico de masa ósea suele ser inferior al del varón, y con la menopausia se acelera la pérdida de hueso (osteoporosis postmenopáusica).

Existen muchas otras causas de osteoporosis: el alcoholismo, los fármacos (glucocorticoides, tratamientos hormonales utilizados para el tratamiento de cáncer de mama y de próstata€), y las enfermedades inflamatorias reumáticas, endocrinas, hepáticas e insuficiencia renal, entre otras.

No se puede prevenir

Entre los factores de riesgo sobre los que no podemos actuar se encuentran el envejecimiento, causas postmenopáusicas, factores hereditarios o el hecho de sufrir ciertas enfermedades (artritis reumatoide, intestino irritable, hipertiroidismo, etc.), que pueden acelerar la pérdida de densidad ósea.

En concreto, en el Estado español aproximadamente dos millones de mujeres sufren osteoporosis, con una prevalencia en la población postmenopáusica del 25% (1 de cada 4). Se estima que esta enfermedad es la causante de unas 25.000 fracturas cada año.

Aproximadamente, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años sufrirá una fractura osteoporótica en su vida.

Aunque sea una enfermedad silenciosa, actualmente los reumatólogos cuentan con un gran abanico de herramientas para su diagnóstico precoz y así poder adaptar el tratamiento, bien para prevenir la pérdida de masa ósea o para combatir la osteoporosis una vez detectada.

En esta enfermedad no existen alteraciones de los análisis básicos que permitan hacer el diagnóstico. Aun cuando el diagnóstico de certeza se obtiene con el estudio de la biopsia del hueso, en la práctica habitual se utilizan diversas técnicas radiológicas, que además son también útiles para valorar la evolución de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. Las radiografías simples de los huesos afectados muestran osteoporosis cuando el mal ya está bastante avanzado.

En los últimos años se han introducido distintos modelos de densitómetros, que son capaces de medir la densidad del hueso respecto a un patrón determinado.

La densitometría ósea permite diagnosticar si hay o no osteoporosis u osteopenia, siendo esta una situación en la que ha comenzado a perderse densidad mineral ósea, predecir el riesgo de fractura e instaurar tratamiento a tiempo.

Ejercicio, a diario

Realizar ejercicio a diario permite obtener un beneficio doble, ya que se fortalecen los huesos y por tanto se retrasa la pérdida de densidad, y se aumenta el sentido del equilibrio, por lo que se corre un menor riesgo de caídas.

Se recomienda elegir una actividad física de bajo impacto que no comporte riesgo de caídas. Las más adecuadas son caminar, bailar, correr, ir en bicicleta, realizar ejercicios con pesas pequeñas y practicar yoga y taichí. En cualquier caso, y como para casi todo, movernos hoy es una garantía de salud futura.

Las terapias más comunes

Las terapias más comunes

Fármacos: Algunos medicamentos pueden retrasar la evolución de la osteoporosis, reduciendo hasta en un 70% el riesgo de sufrir fracturas. Existen otros tipos de fármacos que tienen como objetivo detener la destrucción ósea y ayudar a la formación del hueso nuevo. Los tratamientos deben aplicarse de forma individualizada a cada paciente, ya que tienen ventajas, pero también efectos secundarios, y siempre deben ser pautados y controlados por un especialista.

Suplementos: El especialista puede decidir, si así lo considera oportuno, su prescripción.

Terapia de reemplazo hormonal: En el caso de las mujeres postmenopáusicas, el médico podría llegar a pautar un tratamiento con estrógenos para ayudar a mantener la densidad ósea.

Cirugía: Solo se recurre a ella en el caso de que se produzca una fractura osteoporótica, siendo las más frecuentes las de muñeca, las vertebrales, las de extremidad proximal del húmero y las de cadera. Estas últimas suelen ser, además, las más graves.

¿Quiénes deben de hacerse una desintometría? Las personas mayores de 70 años, aquellas que presenten riesgo de fractura por la toma de corticoides en dosis altas durante más de tres meses, y las que sufren hiperparatiroidismo o anorexia.

Una dieta rica para los huesos

Incrementa tus dosis de calcio y vitamina D. Estos dos nutrientes son básicos para mantener la salud y la fuerza de nuestro esqueleto, y según datos de la SEIOM (Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral) su ingesta en el Estado español está muy por debajo de las recomendaciones sanitarias.

Alimentos con calcio. Este mineral ayuda a fortalecer los huesos y su consumo mínimo debe incluir cuatro raciones o 1.500 mg. diarios, de manera especial a partir de los 45 años (en un vaso de leche hay 300 mg., y en un yogur 170). Puedes hallarlo en los lácteos, las verduras de hoja verde, los frutos secos, las legumbres, las semillas, las sardinas en aceite, el tofu, etc.

Alimentos con vitamina D. Este nutriente ayuda a fijar el calcio en nuestros huesos y su principal fuente es el sol, así que se recomienda exponerse -con protección- al menos 30 minutos diarios. Por lo que respecta a los alimentos, lo encontrarás en el queso, la margarina, la mantequilla, el pescado azul y los cereales enriquecidos.

La vitamina K. Esta vitamina también es importante, ya que promueve la fijación del calcio en el hueso y fortalece el esqueleto, por lo que una buena opción es añadir a la dieta alimentos como las hortalizas de hoja verde (col, espinacas, acelga, lechuga, perejil, etc.), verduras como el brócoli, la coliflor y el repollo, además de consumir pescado, hígado, carne de res y huevos, que la tienen y en abundancia.