Este país lo gobernó una mujer, Berta, su primera y única monarca. Los Mallos incluía los pueblos de Agüero, Ayerbe, Callén, Marcuello, Murillo de Gállego, Riglos, Sangarrén y una almunia próxima a Berbegal. La organización de estas tierras seguía el sistema de tenencias, las mismas que regían en los reinos de Aragón y Navarra. Las normas de la época establecían que la monarca “poseía y gobernaba” aquellos territorios, pero sometida siempre a la autoridad y los intereses del rey.

Los habitantes de la zona entregaban una novena parte de sus cosechas para el mantenimiento de la soberana, quien compartía esas rentas con un administrador. También pagaban por sus medios para trabajar la tierra, aperos o animales, mediante una cuota de gallinas, carneros, quesos, panes o vino. La existencia del reino fue efímera, de 1097 a 1111, año arriba, año abajo.

Los orígenes

Pedro I de Aragón y Pamplona (h. 1068 - 1104), era hijo de Sancho Ramírez de Aragón y de Isabel de Urgel. Su padre decidió confiarle, siendo aún príncipe, Sobrarbe y Ribagorza, a título de rey. Se casó en primeras nupcias con Inés de Aquitania en Jaca (Huesca), en 1086. Tuvieron dos hijos, Pedro e Inés, que no sobrevivieron a su padre.

Los aragoneses, preocupados, emprendieron la búsqueda de una nueva esposa. La elegida fue Berta de Saboya y Aquitania (h. 1075 - 1110), hija de Pedro I de Saboya. El monarca navarro-aragonés y Berta se casaron en agosto de 1097 en la recién consagrada catedral de Huesca. Siete años después falleció Pedro I sin descendencia. La corona pasó a su hermano Alfonso I el Batallador, pero de manera provisional. Había que esperar un tiempo prudencial para comprobar si la reina viuda se encontraba embarazada y daba a luz a un hijo póstumo. Pero no lo estaba.

Si este niño hubiera nacido hubiera sido rey de Aragón y Navarra en detrimento de Alfonso I. El monarca permitió que Berta permaneciera como soberana en el recién creado reino de los Mallos. A partir de entonces firmaría todos los documentos con estas palabras: “Bajo la gracia de mi señor, el rey don Pedro, que ya está muerto, y con el amor del cuñado mío”.

de ruta

Comenzamos la ruta por Agüero, fundado en época de la Reconquista y antigua capital del reino de los Mallos. El emplazamiento de este pueblo es sumamente pintoresco. Se encuentra situado sobre la cumbre de una elevada loma, a considerable altitud respecto al cercano curso del río Gállego. El sello de identidad de esta localidad son los Mallos.

Estas enormes y rojizas moles de rocas conglomeradas tienen un origen aluvial, y su materia prima principal son cantos rodados y gravas que arrastraron antiguos ríos; más tarde se mezclaron con arena, limo o arcilla, y finalmente el carbonato de calcio, el óxido y la sílice lo cimentaron todo. Surgieron en el período terciario, hace unos treinta millones de años, cuando la orogenia alpina desencadenó un colosal plegamiento que elevó aquellos sedimentos fluviales y los transformó en las actuales montañas. Luego, la erosión abrió profundos barrancos y canales. Hoy en día, son un paraíso para los escaladores.

Aquí también encontraremos la cueva de Al-Foraz, un ejemplo de morfología kárstica. Respecto a su patrimonio artístico, en Agüero podemos visitar la iglesia de El Salvador, con sus famosas campanas de singular tañido, la iglesia de Santiago, joya del románico aragonés, y el museo del órgano histórico.

De Agüero nos dirigimos a Ayerbe, situado en la margen izquierda del río Gállego y capital de la zona. En esta localidad, de fundación vascona, podemos visitar los restos de un antiguo castillo musulmán, el palacio de los marqueses de Urriés del siglo XV y monumento histórico artístico, la casa Normante del siglo XVI, la torre del reloj del siglo XVIII, la iglesia de San Pedro y el palacio de los Luna, de estilo renacentista aragonés. También aquí se encuentra la casa en la que vivió, durante su infancia y juventud, el médico y científico navarro Santiago Ramón y Cajal, ganador del premio Nobel de medicina en 1906. La zona es idónea para observar el vuelo de aves rapaces y para practicar deportes de aventura como la escalada, el senderismo, el parapente, el puenting, las rutas en BTT, el rafting y el piragüismo.

Aunque la lengua de los primeros pobladores de Ayerbe fue el protovasco, antecesor del euskara actual, hoy en día los idiomas que se hablan son el castellano y el aragonés ayerbense. Este último se encuentra muy mermado y castellanizado, y solo lo chapurrea la gente mayor. Se conserva el texto de una Pastorada escrita en aragonés y representada en Ayerbe en 1855.

La fabla, que es su otra denominación, también se habla en el resto de pueblos de este antiguo reino. Hasta hace unas décadas, los maestros de las escuelas trataban el aragonés como un habla vulgar, un idioma de rudos y analfabetos. A finales del siglo pasado, la fabla de Ayerbe dio el paso a la literatura de la mano de algunos escritores.

Dejamos atrás Ayerbe y ponemos rumbo a Murillo de Gállego. Son muchas las cosas que hay para ver y para hacer aquí. Uno de sus atractivos son sus vistas panorámicas sobre los grandiosos Mallos de Riglos. Aquí encontraremos más de doscientas vías de escalada, señalizadas en unos monolitos que alcanzan los 275 metros de altura. A algunas cumbres se accede a pie, pero a la mayoría solo se llega con técnicas de escalada.

El abrupto espacio natural acoge poblaciones de buitres leonados, alimoches, halcones peregrinos, quebrantahuesos o treparriscos. Un sendero permite la circunvalación del macizo.

En Murillo podemos visitar la iglesia románica de San Salvador, construida por mandato de la reina Berta a finales del siglo XI. Sorprende su depurada técnica de cantería, que hace que más que una iglesia parezca un castillo. En su interior destaca la cripta del Santo Cristo.

Por otro lado, junto a la iglesia de la Virgen de la Liena, del siglo X, se encuentran una serie de tumbas medievales antropomorfas, más bien agujeros en las rocas, muy bien conservadas.

Cerca del pueblo se encuentra el castillo de Loarre. Esta fortaleza románica de los siglos XI y XIII, también palacio y monasterio, se construyó durante el reinado de Sancho Garcés III de Pamplona. En su interior destacan la capilla real, el patio de armas y la torre del homenaje. El castillo ha servido también como localización de varias películas, entre ellas, El reino de los cielos (2005) o Miguel y William (2006).

Para finalizar la ruta, nos quedan tres pueblos por visitar, Marcuello, Callén y Sangarrén. En Marcuello, en concreto en Sarsamarcuello, podemos ver los restos de un castillo del siglo XI. En la actualidad solo queda en pie un lienzo recto de mampostería muy tosca que contrasta con la buena sillería de la torre. Por su parte, en Callén podemos disfrutar de su irregular casco urbano con casas de sillería y tapial, y abundantes fachadas encaladas. Por último, en Sangarrén la parada obligatoria es en su ayuntamiento, edificado sobre los restos de un castillo de construcción gótica de los siglos XIV y XV.

el final

No se sabe cuánto tiempo permaneció la reina Berta en Aragón. Algunos documentos dicen que el reino de los Mallos ya no existía en 1111, que se había disuelto en la corona aragonesa, sin autoridades interpuestas. Pero pudo ser antes, ya que seis años permanecen envueltos en la oscuridad. Tampoco se sabe qué fue de su primera y única monarca. Hay versiones para todos los gustos. Las más ortodoxas aseguran que regresó a su Saboya natal. Otras, más fantasiosas, sugieren que desapareció un día, sin más.