ELAJARSE equivale a quedarse atrás. Es lo que sucede, al menos, en el mundo de la competición. Y no hay sector más competitivo que el de la automoción. Opel es consciente de ello, por haber experimentado sus efectos en primera persona. Por eso pisa el acelerador para devolver su Grandland a la primera línea del disputado mercado SUV. Los abundantes y afortunados reajustes técnicos y estéticos que el modelo mostrará tras el verano lo equiparan a los referentes de una clase media en ascenso. De paso, permiten constatar el progreso de la marca, que así da un fuerte impulso a su reputación, veremos si también a su tarifa.

El concepto ‘restyling’, aplicable a la habitual reforma de fachada cuando los coches alcanzan la mitad de su vida útil, adquiere una nueva dimensión en el caso del Grandland. Es obvio que la intervención realizada en el mayor de los SUV de Opel no pretende ser más que una renovación, nunca un salto generacional. Pero la entidad y la pertinencia de la misma aumentan su trascendencia. Ante todo, consigue demostrar que la marca alemana está resuelta a retornar a las primeras posiciones convenciendo y seduciendo al público.

La entrega que se asomará a los escaparates en otoño presenta un Grandland perfectamente reconocible como tal, pero engalanado con un maquillaje y un atuendo bastante más refinados. Además de desprenderse de la X al final de su denominación y colocar esta en el portón trasero, el modelo cambia las facciones al adoptar el Opel Vizor, el diseño frontal de los modernos productos de la casa.

El semblante contiene una pieza única a modo de parrilla ciega, presidida por el rayo de su emblema corporativo. Va escoltada por unos modernos grupos ópticos con la nueva firma lumínica, que pueden ir provistos de iluminación matricial adaptativa IntelliLux led Pixel; 84 diodos en cada uno de los faros generan un haz de luz variable, que se adapta a las circunstancias y al escenario de conducción para evitar deslumbrar a los demás. El contorno del vehículo recibe leves modificaciones, como las de los paragolpes y las molduras laterales pintados en el color de la carrocería, y los protectores de los bajos en negro y plata brillante. La paleta cromática también incluye combinaciones bitono, con el techo diferenciado.

Sin embargo, la variación más significativa no se descubre hasta abrir la puerta. Una vez a bordo, atrapa la mirada la novedosa configuración del puesto de mandos digital, mucho más visual e intuitivo. Concentra sus informaciones y controles en dos amplias pantallas, una de 12 pulgadas tras el volante y otra de 10 en posición centrada para el sistema multimedia, disponible con la última tecnología de conectividad.

Entre las múltiples innovaciones que estrena el Grandland figuran unos asientos anatómicos activos para el conductor y el pasajero delantero, piezas diseñadas para fomentar posturas saludables. Únicos en la categoría, ofrecen un amplio rango de ajustes, desde la inclinación eléctrica hasta el apoyo lumbar electroneumático.

Y si el confort es importante, la seguridad resulta esencial. Para garantizarla, Opel pone a disposición del SUV recursos tecnológicos punteros, como el sistema de visión nocturna. Su cámara de infrarrojos detecta personas y animales en los cien próximos metros a recorrer basándose en la diferencia de temperatura de esos seres vivos respecto al entorno; alerta al conductor de su presencia y visualiza su posición en la pantalla central.

Otra novedad incorporada al menú es el asistente de posición en carretera combinado con el control de crucero adaptativo. Esta función, vinculada a la transmisión automática, se asocia a la cámara y los sensores de radar para sostener la distancia de seguridad con el vehículo precedente en función de la velocidad predeterminada, manteniendo la propia posición centrada en el carril; es capaz de regular la velocidad e incluso detenerse y reemprender la marcha siguiendo el tráfico.

En la próxima entrega, el Grandland podrá contar con visión perimetral gracias a su cámara panorámica de 360º. Proporciona imágenes del contorno, además de una visión cenital virtual para facilitar las maniobras. Las de estacionamiento se simplifican con la intervención del asistente automático, que localiza huecos (en línea y en batería) y aparca en ellos sin intervención humana. Por su parte, el sistema de aviso de ángulo muerto contribuye a evitar posibles colisiones al girar o cambiar de carril.

Estos recursos completan la nómina de equipamientos de serie del Grandland, relación en la que se incluyen el aviso de riesgo de choque frontal con frenado automático de emergencia, la detección de peatones, la alerta de salida de carril, el reconocimiento de señales de tráfico, la advertencia de posible fatiga del conductor y el control de crucero.