Con esta insólita y vistosa creación, Renault plantea una alternativa a los SUV de corte clásico, perfectamente representados en su catálogo por el Kadjar, propuesta más corpulenta, versátil y convencional. Confrontada a ella, el Arkana exhibe una estampa bastante más sugestiva y ligeramente menos práctica.

La concepción mestiza de este novato, que mezcla porte SUV, generoso envase sedán (ocupa 4,57 metros) y facciones afiladas, condiciona su habitabilidad, aunque no tanto como se podía sospechar. Posee unas excelentes plazas delanteras y un asiento posterior perfectamente aprovechable. Ahora bien, el acusado declive del parabrisas trasero y el limitado espacio para las piernas dificultan que un conductor corpulento viaje con su gemelo a la espalda.

El Arkana es un atleta que cuida las formas. Pero no es un esprínter, sino un infatigable corredor de fondo. Su silueta, esculpida emulando el canon cupé, constituye una original concesión a la estética, no una declaración de principios deportivos. Quien busque un modelo de reacciones efusivas tendrá que mirar hacia otro lado, o bien esperar hasta la llegada en otoño de la variante TCe superior, cuyos 160 CV auguran algo más de chispa.

Renault propone tres definiciones del modelo: Intens, Zen y R.S. Line. Presentan acabados y dotaciones progresivas, entre las que figuran abundantes recursos de confort y conectividad, así como avanzados sistemas de asistencia a la conducción. La versión 1.3 TCe (140 CV) del Arkana se puede adquirir desembolsando entre 25.745 y 30.210 euros; la horquilla económica de la alternativa E-TECH híbrida va de 27.075 a 31.558 euros. Esas cantidades no contabilizan posibles descuentos o subvenciones adicionales (por financiación o planes gubernamentales).