"La clave en el tema de la electrificación es ver cómo pasamos de las palabras a los hechos. Podemos hablar de lo que nos gustaría que pasara o de la cruda realidad". Lo dice Marta Blázquez, que prefiere las certezas a los grandes titulares. "Si hay un perfil de comprador de coche eléctrico, el concesionario se lo va a vender. Pero hay unas barreras que lo impiden: el precio supera la capacidad económica de la renta media española, y tiene que haber una red de puntos de recarga; entonces la demanda subirá".

La única directiva no vinculada a un fabricante presente en la VI Jornada Deia del Automóvil no alberga dudas: "la autonomía de los coches eléctricos va en aumento, el precio está en manos de la administración, cuyos planes de ayuda lo acercan al bolsillo del cliente, y los puntos de recarga deben aumentar gracias a los fondos europeos".

Tampoco Eduardo Divar tiene pelos en la lengua: "necesitamos ayuda de los poderes públicos, no para nosotros sino para el consumidor, que se ve empujado a comprar coches electrificados, que muchas veces no necesita, pero que tendrá que comprar porque poco a poco dejaremos de tener coches de combustión". Y, por si no quedaba clara su postura, el director general de Kia Motors Iberia remata: "la Unión Europea y el Gobierno español son los que imponen el coche eléctrico, no los fabricantes. Mientras no haya medidas restrictivas para los coches de combustión, estos seguirán siendo mayoría. El eléctrico solo triunfará cuando sea el primer coche del hogar. Lo que preocupa al consumidor no es la autonomía ni el precio, es la infraestructura de recarga".

Suscribe esa opinión Jiménez de Parga, responsable de Škoda: "el problema son las infraestructuras de recarga. En 2025, para cumplir con el Tratado de París, deberíamos tener un parque de 100.000 puntos de recarga, y hoy tenemos 8.000".

Manuel Terroba (BMW) apunta que "no podemos generar en el consumidor una necesidad de un producto para el que la infraestructura de su localidad igual no está preparada". Aunque se muestra convencido de que "las generaciones venideras van a acabar conduciendo coches eléctricos. Hay que garantizar la red de suministro, que es más fundamental que la autonomía. La electrificación ha venido para quedarse; y el híbrido es una buena transición intermedia". No obstante, considera prioritario que "trabajemos más en sacar el parque antiguo de las carreteras".

Alberto de Aza, CEO de un grupo FCA hoy volcado en la electrificación, estima que "de aquí a 2030 veremos un incremento del parque electrificado; a partir del 2040 no existirán coches de combustión". Pero deja la puerta abierta a nuevas tecnologías como "la pila de hidrógeno, que es una apuesta de futuro, una oportunidad para un país como este que tiene tantísima agua y la tecnología para su desarrollo; podría ser una solución limpia y sostenible. No implica esas emisiones que la electrificación conlleva en su parte industrial". -