-El Compass es la gran apuesta de Jeep en su asalto a la cumbre del mercado SUV. Es, además, una de las dos patas que sostienen a la marca. En 2019, última referencia válida, convenció a 7.300 compradores, por los casi 10.000 del Renegade; Cherokee y Grand Cherokee sumaron 300 operaciones cada uno, mientras que el Wrangler aportó 700.

Así que las posibilidades de crecimiento de la firma pasan por la eclosión definitiva del Compass. Este modelo de talla media (ocupa 4,4 metros) es un traje a la medida de la clientela europea que rivaliza con los favoritos de esta (Qashqai, 3008, Tucson, etc.). Jeep acaba de trasladar la producción del Compass de México a la planta italiana de Melfi, en la que también se ensambla el Renegade, con lo que acorta a la mitad (dos meses) el plazo de entrega del vehículo. Esta circunstancia juega en favor de un producto cuya segunda generación se beneficia de significativos reajustes estéticos, mecánicos y de equipamiento.

Entre esas innovaciones se cuenta, además de las versiones híbridas enchufables, la declinación GSE. En ella Jeep propone una combinación de motor de gasolina y tracción delantera. Es, por tanto, una interpretación que realza la faceta más cosmopolita de un coche que, sin embargo, no renuncia al espíritu aventurero que proclama su apellido.

Instala un propulsor turbo de gasolina, de cuatro cilindros y 1.3 litros, perteneciente a la nueva generación de mecánicas más compactas y eficientes. Ofrece dos niveles de potencia: 130 CV, asociado a caja de cambios manual de seis marchas, y 150 CV, conectado a caja automática de doble embrague con seis relaciones. La energía se remite siempre a las ruedas delanteras.

Las unidades de Compass GSE con la motorización más sosegada adoptan acabados Sport, Longitude, Night Eagle y Limited; la superior ofrece terminaciones Limited y S. La horquilla oficial de precios, sin considerar descuentos, discurre entre 26.550 y 37.950 euros..