Ayer a solo un par de horas para que Stella McCartney presentara su colección invernal en la pasarela de París y, por primera vez, confiesa "no sentirse ridícula" por hablar de ecología en la Semana de la Moda. Muchas cosas han cambiado desde que la británica, hija del cantante de The Beatles Paul McCartney, abriera su marca en 2001 con la pretensión de no usar pieles e incluso pegamento en su ropa. Desde el pasado verano, es la asesora de sostenibilidad del hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, propietario del conglomerado de marcas de lujo LVMH, y se confirma con cada acción como el referente de sostenibilidad en la moda.

"Me gusta pensar que contribuyo con una manera diferente de pensar. He demostrado un modelo de negocio sano que está favoreciendo el cambio y que es aceptado. Prefiero ser positiva y pensar que puedo mostrar un ejemplo magnífico de otra forma de hacer negocios", dijo McCartney en un encuentro privado la noche previa al desfile de ayer. Junto a ella, la economista costarricense Christiana Figueres, artífice del Acuerdo de París, y Brune Poirson, secretaria de Estado francesa de Ecología, una representante de los almacenes Selfridges de Londres y otros compradores curiosos de la iniciativa.

La diseñadora (Londres, 1971) sabe que no conseguirá convencer diciéndole a la gente qué debe comer (sus padres la criaron en el vegetarianismo) o cómo debe vestir, y por eso ha asumido una estrategia que también tiene detractores, pero ella se defiende: "Prefiero infiltrarme y promover el cambio desde dentro". En 2019, McCartney vendió una parte minoritaria de las acciones de su marca a LVMH, el único grupo que paradójicamente no se ha sumado a un gran pacto de sostenibilidad de la moda firmado por las mayores compañías del sector.

McCartney rompe una lanza a favor de su jefe: "Espero no equivocarme pero me tomo muy en serio ser su consejera de sostenibilidad y no voy a rendirme. Veremos lo que puedo hacer pero mi voluntad es impulsar el cambio". Parece que otras casas del grupo podrían empezar a producir deportivas sin pegamento, como ella misma ha hecho en Adidas, e introducir iluminación sostenible en las tiendas.