mítica sala de baileFrida Kahlo y Cantinflascierre de locales

Ya han pasado demasiados meses desde que se apagaron los icónicos neones del salón y su dueño, Miguel Nieto, se ha visto obligado a lanzar una campaña para pedir fondos a fin de frenar la agonía de este histórico espacio, que debería cumplir 83 años en agosto. “En efecto, es posible que tengamos que cerrar. Si la campaña hace que aguantemos lo suficiente hasta que podamos abrir, pues no cerraremos y presentaremos un nuevo salón acorde con el siglo XXI”, cuenta Nieto, cuyo abuelo fundó el lugar en 1937. El incierto futuro del salón navega en un abanico de posibilidades, como vender el local, convertirlo en un museo o seguir operando con espacios limitados y vetando los bailes en pareja.

Los problemas financieros del salón Los Ángeles vienen de lejos, puesto que las nuevas generaciones ya no se sienten tan atraídas por el vaivén del danzón, el mambo y la cumbia. El salón ha subsistido gracias a los ingresos por rodajes de películas y series, y no por el irrisorio precio que pagan las parejas de adultos mayores que acuden a bailar los martes y domingos por la noche.

Ubicado a dos calles de las ruinas prehispánicas de Tlatelolco, el salón puede “resumir la historia del país”, según cuenta su septuagenario dueño, quien regenta el espacio desde los 22 años. Las filas de viejas fotos y nostálgicos carteles que decoran las paredes del salón Los Ángeles recuerdan que por su escenario han pasado Celia Cruz, La Sonora Matancera, La Sonora Dinamita o la bailarina Elisa Carrillo. Mientras que en las ahora apelotonadas sillas y mesas redondas se sentaron en su momento Mario Moreno Cantinflas, vecino del barrio, Fidel Castro y León Trotsky.

Los neones del salón también fueron testigos de la turbulenta relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera.

“Cuentan que llegó Diego Rivera y preguntó si había llegado Frida y dijo: ‘No le digan que vine’. De repente llegó Frida y preguntó si había llegado Diego, y dijo: ‘No le digan que vine’”, relata el dueño. Además, el escritor Carlos Monsiváis hacía fila los domingos para entrar el salón como un ciudadano cualquiera y Carlos Fuentes celebró aquí su cumpleaños 70 junto con Gabriel García Márquez y José Saramago.

dedicatoria de despedida

El mismo Fuentes dejó plasmada en el lugar una dedicatoria que ahora cobra más fuerza que nunca: “Los Ángeles estaba aquí hace 40 años y seguirá aquí mientras el tiempo dure y el alma baile”. “El salón Los Ángeles es parte de la memoria y es un museo vivo que promueve nuevas formas de encuentro y la identidad mexicana”, reivindica Nieto. La historia del salón la escriben todas aquellas personas que han bailado en su pista. Por eso, quien no conoce el salón Los Ángeles, no conoce México.