Ficha

Día. 3 de marzo, martes.

Hora. 17.00 horas.

Lugar. Deusto.

LE ha costado mucho tomar la decisión, pero después de acumular pérdidas durante los últimos cinco años ha decidido poner fin a una parte de su vida. A Agustín Hervilla, uno de los socios de Paragüería Bilbaina no le va a quedar más remedio que cerrar su negocio de venta de paraguas conocidos como Luan, made in Bilbao. "No ha sido fácil tomar la decisión. El dolor que me produce es enorme, pero no puedo seguir de esta manera. Después de muchas noches sin dormir pongo fin a un negocio que forma parte de mi historia", se sincera.

En un año los paraguas de Bilbao de toda la vida dejarán de venderse en la tienda ubicada en Lehendakari Aguirre del barrio de Deusto. De momento, Agustín solo mantendrá abierta la fábrica, sita en el Casco Viejo, en la que arregla y confecciona los paraguas, intentando mantener el trabajo hasta que se jubile. "Todavía me quedan años hasta la jubilación. No me queda otra. Me da mucha pena, pero es imposible seguir manteniendo este negocio así. Ya no puedo más. Lamento que no solo perdemos la tienda sino una marca local... Hay gente que viene de fuera y viene a comprar paraguas de Bilbao. Pero solo con eso no se puede mantener un negocio", lanza apenado. Las ventas han ido cayendo del orden de un 40% al año. "Ves que pasa un día y otro y las cajas que se hacen en tienda son ridículas. Es una agonía que no tiene sentido alargar más", asegura.

Sin embargo, la decisión de bajar la persiana de este negocio no ha llegado de la noche a la mañana. Hace unos años, con el objetivo de conservar abierto el negocio, Agustín decidió ampliar a chubasqueros y maletas de viaje la gama de productos. La solución no fue efectiva. Fue hace unos meses cuando se dio cuenta de que no hacía más que prolongar una situación que le estaba perjudicando a su salud. "Me he puesto enfermo. Cerrar un negocio es un gran dolor. Lo siento en el corazón. Es lo que sé hacer. Llevo 31 años con los paraguas, no sé hacer nada más", afirma emocionado.

Agustín era un adolescente de 16 cuando empezó a trabajar de pinche en el negocio de fabricación de paraguas. Entonces se encargaba de planchar y de colocar los puños a cada una de las piezas. "En la fábrica llegamos a trabajar hasta 22 personas, ahora solo quedamos tres. Todo lo que ha llovido desde entonces", ironiza. Ahora, en cambio, apenas llueve en Bilbao. De hecho esa es una de las razones por las que, en opinión de Hervilla, el negocio de venta de paraguas ha ido cayendo de paulatinamente. "Llega el invierno y no llueve nada. Ni en diciembre, ni en enero... Solo ha llovido en noviembre y ahora. Además, para que la gente se acerque a comprar un buen paraguas no basta con que llueva dos días, tienen que ser unos cuantos días seguidos", asegura. Junto al cambio climático, según aclara Agustín la importación de productos de países asiáticos también ha arrastrado al final a este negocio de Bilbao de toda la vida. "No podemos competir con el precio. Sí es cierto que hay personas que valoran un buen paraguas y están dispuestos a pagar 60-70 euros, pero son los menos. Además, cuando un paraguas es bueno te dura muchísimo", afirma.

Según explica Agustín es imposible competir con la venta de paraguas baratos de China. "Las diferencias son notables, las telas no tienen nada que ver, hay empuñaduras que cuestan 30 euros... La gente reconoce que son unos paraguas preciosos, pero cada vez se mira más el bolsillo. Ante eso poco podemos hacer por mucha calidad que ofrezcamos al cliente".

En la tienda de Lehendakari Agirre tiene en venta paraguas que bien podrían formar parte de una exposición. "El más caro que tengo cuesta 190 euros, es un paraguas precioso, con una tela italiana espectacular y una empuñadura de bambú natural", cuenta.

El negocio fue fundado en 1950 en la Plaza Nueva, después se trasladó cinco años después a la calle Prim, donde sigue en pie. Esta tradicional fábrica llegó a producir en los años 80 una media de 1.100 paraguas al día. "Ahora si confeccionamos 2.000 al año nos podemos dar por satisfechos. Hemos pasado de vender paraguas como churros a no llegar a 400 al año. Es muy triste. En una campaña pueden pasarse por la tienda veinte personas a comparar un buen paraguas", lamenta. La adquisición de telas de calidad tampoco es fácil ahora. En Europa han cerrado la inmensa mayoría de los fabricantes de tejidos y los precios que cobra son muy elevados. "No toca más que asumirlo". Los últimos paraguas de Bilbao de toda la vida dejarán de proteger del chaparrón.

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