SON historias como las de Alain Uraga, una de esas personas decididas a que la enfermedad no mande en sus vidas. Con solo 39 años, hace ya tres que está diagnosticado de párkinson, ese mal que parece de aitites y que, sin embargo, casos como el suyo demuestran que no es exclusivo de la vejez. Uraga sabe que, de momento, no existe cura para su enfermedad pero es consciente que puede hacer mucho para sobrellevarla. Y en ello está. Sale cada día a la calle, enfrentando adversidades y canta en un grupo, Zurkor, impulsando el euskera y dando ejemplo de superación.

Para él la detección del párkinson no resultó sencilla. "Un día estaba en el trabajo y noté que la pierna izquierda me fallaba y perdía fuerza. Fui al médico, me hicieron un montón de pruebas, resonancias de la espalda y muchas cosas más. Me dijeron que tenía dos hernias discales, hice rehabilitación con electrodos pero no se solucionaba, me mandaron al neurólogo. Allí, con pruebas y más pruebas, me diagnosticaron el párkinson", explica resignado. Se estima que unos 5.000 vascos viven con esta enfermedad neurodegenerativa, que suele detectarse cuando el mal muestra ya su peor cara.

"Seguí trabajando una época pero estaba en una cadena de montaje, y no podía rendir al 100%, cada vez andaba peor, la enfermedad pasaba factura y al final me dieron la incapacidad permanente absoluta. Voy con bastón porque no ando bien, y tengo tembleque en las manos", relata sus síntomas Alain. Empeñado en remontar el vuelo, reconoce que tiene bajones muy fuertes cuando ve vídeos antiguos "porque sé que nunca más volveré a estar así", pero se declara un luchador. "Hay que seguir para delante y no debes rendirte".

Apasionado de la música, hace 20 años tocaba la guitarra en un grupo, y aunque ha probado a retomarlo, no puede "porque mis manos van muy lentas. Suelo tocar solo en casa para ejercitarlas un poco. Además de su gimnasia diaria, y sus estiramientos, va a la piscina a nadar y anda todo lo que puede. "Tengo que ir todas las semanas a un fisio porque al final lo mío es un problema de rigidez y necesito mantener un poco la flexibilidad de los músculos". Menos mal que cuenta con Aitziber, su chica, y su gran apoyo. "Gracias a ella mi vida es más llevadera. Yo solo no puedo ni hacer compras porque no puedo ir con el bastón en una mano y una bolsa en otra porque me desestabilizo". También sus padres son de gran ayuda "y eso que para ellos ha sido muy duro, para mi madre la que más... pero hay que seguir luchando", se consuela.

Vecino de Basarrate, reconoce que la subida se le hace cuesta arriba. "Tengo mis trucos. Voy golpeando el palo que es una forma de activar a mi cerebro para que levante el pie", añade.

Decidido a ejercitar también su memoria, canta su grupo de rock de Bilbao, Zurkor, pero es solo un hobby, porque no cobra ni un duro. "Ni yo ni el resto del grupo", aclara. Y canta en euskera. De hecho, tiene un tema que habla sobre su caso y sobre estar metido en un agujero e intentar salir y sacar la cabeza "aunque creas que te hundes". "Yo canto como hobby porque eso me ayuda a ejercitar la mente ya que tengo que aprenderme las canciones. Necesito que mi cerebro siga funcionando", dice, dispuesto a no tirar la toalla. "Esto es una lucha de por vida y ahí seguiré", afirma. Por eso cada vez que visita al neurólogo -y va cada cuatro meses- siempre le pregunta si hay algún fármaco nuevo. "Siempre me contesta que han sacado algo, pero tú tranquilo, esto poco a poco", declara Uraga, con la fe que da el sentirse un valiente.