CASI 13.000 vascos -siete mil de ellos vizcainos- colaboran con la Fundación Vicente Ferrer y tienen apadrinado un niño o niña. Cincuenta años después de su creación, esta ONG sigue luchando por el reto que lanzó el que fuera misionero jesuita, erradicar la pobreza en la India. "Estos 13.000 son casi el 10% de toda la base social en el Estado, es una cifra muy abultada", explica Xabier Orueta, delegado de Euskadi y Cantabria de la Fundación, que partió ayer rumbo a ese país para analizar los proyectos en marcha. Desde 2012, este licenciado en Economía y Máster en Cooperación Internacional se vuelca en los más necesitados y se confiesa totalmente enganchado a la filosofía de Ferrer. "Incluso cuando no tenía nada, Vicente estaba convencido al 100% de que la pobreza tiene solución". Fue en 1969 fue cuando Ferrer llegó a Anantapur, donde los desfavorecidos hacían una comida al día y malvivían bajo el látigo de sus arrendadores. Empezó de cero, sin nada en las manos, sin organización, ni equipo, ni fondos. Durante los primeros 25 años, trabajaron en doscientos pueblos y actualmente llegan a más de 3.700 aldeas. El padre Ferrer falleció hace diez años pero miles de personas en Euskadi recogen su testigo.

"¿Con lo poco que yo doy, como puede ser que se consiga tanto?". Es una de las preguntas recurrentes que la gente se hace cuando ve que se han levantado escuelas, viviendas, embalses, clínicas rurales, plantas depuradoras, un centro para mujeres maltratadas... con todo el personal que ello implica. "¿Cómo puede funcionar toda esa maquinaria social con una aportación de 21 euros al mes? La clave está precisamente en que tenemos más de 130.000 colaboradores en el Estado y multiplicado por 21 euros representa una cantidad importante y una estabilidad financiera decisiva para nuestros proyectos". "Aunque hay planes muy concretos que son financiados por empresas o instituciones públicas, el 95% de nuestros donantes son particulares", resalta Orueta.

Con decidida vocación solidaria y continuando la inspiración que guió toda su vida a Vicente Ferrer, Orueta asegura que "siempre he estado muy sensibilizado con las injusticias sociales y la pobreza sobre todo en determinadas zonas del planeta porque se ve una pobreza tan brutal que tenemos la responsabilidad de ayudar a revertirla", asegura este cooperante que también permaneció durante tres años en Nicaragua. "Vicente murió en 2009 pero nosotros debemos continuar con su filosofía de ayuda y con lo que él resumía en el poder de la acción buena. De que la pobreza no está solo para entenderse sino para terminar con ella".

Que millones de personas hayan conseguido una vida decente ha sido un camino muy lento. "Lo primero fue hacerles entender que por muy dalit (paria), descastado o pobre que fueran también tenían derechos. La revolución silenciosa de los intocables se fue haciendo poco a poco y hoy la gente ve que las personas tienen su dignidad y que ningún niño debe, por ejemplo, que morir de malaria", expone Orueta.

Y aunque la India, junto con Brasil, Rusia, China y Sudáfrica hayan pasado a ser denominados Brics, es decir los más adelantados entre los Estados con economías emergentes, la pobreza sigue estando muy presente. "Es verdad que los datos macroeconómicos han mejorado bastante pero esa mejora no llega a la inmensa masa de población pobre. Sí notas que los aeropuertos son más elegantes, que las infraestructuras son más modernas pero luego hay suburbios que no tienen ningún servicio público", señala. "En 2025 será el país más poblado del mundo, dos terceras partes viven en la zona rural, nosotros trabajamos ahí, donde prácticamente la mitad vive bajo el umbral de la pobreza. Por eso no hay que quedarse en los grandes datos porque mientras haya millones de personas que no tienen acceso a la educación, que no saben si van a tener para comer mañana, que si cogen cualquier enfermedad pueden quedarse por el camino... es necesaria nuestra ayuda". "Que está creciendo sí, que tiene programa espacial o nuclear sí, que tiene grandes fortunas también..., pero es el país del mundo con más pobres y nosotros trabajamos par, por y con esas personas", proclama Orueta con la misma convicción que lo haría Vicente.