EDUCADORA popular feminista, la salvadoreña Cony Carranza llegó a Euskadi hace ahora quince años. Salió de su país a Inglaterra para aprender inglés. "Allí solo permanecí tres meses; tenía una amiga en Euskadi, vine a visitarla y me quedé trabajando para poder traer a mi hermano y su familia que estaban atravesando graves dificultades económicas en mi país. Empecé de cuidadora, al tiempo que estudié metodologías emancipadoras y economía feminista; la primera oportunidad para trabajar en este campo me la ofreció el Ayuntamiento de Getxo", recuerda agradecida a DEIA, mientras reconoce su satisfacción por el premio Emakunde a su contribución de más de 20 años en El Salvador y aquí al empoderamiento feminista de las mujeres en situaciones de mayor vulnerabilidad, como es el caso de las mujeres migradas.

Cony, como muestra la foto que acompaña esta historia, hace extensivo el reconocimiento a muchas otras mujeres que están trabajando en procesos de empoderamiento de mujeres aherrojadas por diversos factores de discriminación. El galardón reconoce el aporte metodológico a través del trabajo para la construcción de liderazgos colectivos, fortaleciendo las causas y reivindicaciones feministas de las mujeres migradas.

Esta feminista salvadoreña, residente en Santurtzi, es consciente de que con su trabajo está contribuyendo a enriquecer los discursos "y se ha convirtiendo en un referente para muchas mujeres, especialmente las migradas". Siente satisfacción por haber tenido la oportunidad de impulsar tanto procesos individuales como colectivos de empoderamiento, concienciación y organización de mujeres en el ámbito local a través de diversas Escuelas de Empoderamiento y Casas de las Mujeres. El jurado del galardón destaca que su vida como facilitadora y lideresa de procesos de empoderamiento para las mujeres no es ajena a la precariedad de otras mujeres migradas que suelen estar y ser invisibilizadas.

La premio Emakunde 2019 defiende con vehemencia la derogación de la Ley de Extranjería. "Es tremendamente injusta para las mujeres más vulnerables; es clasista porque fía todo el porvenir de las personas a tener un trabajo, sin contar otras habilidades que tenga la persona; el discurso de formaciones como Vox, contra lo que ellos llaman la ideología de género, echa la culpa de todo a la inmigración, y dentro del colectivo las mujeres son las más vulnerables", recalca Cony Carranza, que, como mujer migrada, no quiere hacer ni siquiera una mirada a este tipo de discursos. "Los datos demuestran que en zonas como Getxo o Amara, en Donostia, si las migrantes no trabajaran la población tendría serias dificultades para cubrir trabajos de cuidados de vida, como bien indican las cifras", sostiene, al tiempo que apuesta porque el servicio interno de las mujeres desaparezca. "Este trabajo se tiene que profesionalizar de otro modo. Esto no solo tiene que ser un deseo, sino que tiene que ser un compromiso de Estado y de las empresas".

Al año que nos viene le pide un colectivo feminista en el que entren todas las mujeres. "Estemos en contra del feminismo hegemónico, blanco y clasista; apuesto por uno más plural. Un feminismo comprometido y con una mirada comunitaria; con una mirada más amplia hacia las mujeres migradas". ¿Cómo casa el feminismo liberador por el que apuesta con el feminismo institucional? "La teoría liberadora rompe con la cantaria académica y pasa por el feminismo del cuerpo, la risa y la contradicción. Un feminismo que llega desde la calle, la comunidad por encontrar más espacios donde las mujeres se hallen más a gusto", sentencia.