LAS tiendas del MoMA, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, venden desde octubre los juguetes diseñados por Roberto García, un aita donostiarra empeñado en fabricar el juguete ideal para sus hijos. García es el fundador de dëna, una pequeña empresa guipuzcoana que ha creado piezas de colores para niños de hasta 6 años de silicona platino, un material prodigioso que igual se puede morder, pisar, mojar que hornear. En su reapertura, tras cuatro meses cerrado por obras, el centro referente del arte contemporáneo en Manhattan ha incorporado estos juguetes que además estarán próximamente presentes en el Centro Pompidou de París y en el Museo de Filadelfia.

“Estaba trabajando en una empresa de telecomunicaciones haciendo los envolventes de los productos, es decir las carcasas, pero era una labor que no me satisfacía”, explica García, diseñador industrial de profesión. Así que de su condición de padre primerizo -Mario, de ocho años, fue su primer vástago- y de la pasión por sus hijos y el mundo de la crianza -luego nació Pablo, de cinco- surgió dëna. Esta pequeña firma familiar, con solo dos años de vida, tiene juguetes que ya se pueden encontrar en establecimientos de 26 países. Fabrica piezas de silicona para bebés y niños de hasta seis años de edad que evolucionan junto al crío. Piezas que son del mismo material blando y 100% seguro de los chupetes o las tetinas de los biberones.

“Este material es muy versátil. Puede meterse en el lavavajillas o utilizarse para hacer helados o magdalenas. Se puede usar como mordedor, como juguete de construcción y se usa también en los moldes de horno”. “Además, la silicona es un material sostenible no derivado del petróleo. El producto primario para la elaboración de siliconas es la sílice, muy abundante en la arena de playa y rocas similares. La sílice es también, por ejemplo, el principal ingrediente del vidrio”, explica con toda suerte de detalles este aita comprometido.

Pese a sus grandes cualidades, este diseñador comprobó que no había juguetes con esta composición. “Encontré algo parecido en Estados Unidos y Japón. ¿Por qué? Porque es una silicona cara. Un chupete lleva poca materia prima pero para hacer juguetes hay que invertir bastante”. Por eso, los juguetes no son baratos ya que un set de 18 piezas ronda los 50 euros. “Un precio medio-alto basado en la calidad y la versatilidad del producto”, destaca. Algo que también explica su venta en el MoMa que comercializa productos exclusivos y características únicas.

De hecho, se trata de juguetes con un diseño muy simple que estimulan la imaginación y la creatividad de los más pequeños de la casa. “Nuestro principal valor es el diseño que es bastante minimalista. El objetivo del buen diseño debe ser eliminar todo lo superfluo del objeto para quedarse con lo esencial”. “El niño se lo va a llevar a la boca, lo va a lanzar... todo por instinto y es necesario que pueda hacer eso con total seguridad”.

La colaboración con el MoMa surgió de forma casual ya que les contactaron en un evento del sector en Nuremberg, donde se celebra la feria de juguetes más grande del mundo. “Teníamos allí un stand, y se acercó una chica interesándose por nuestros productos. Yo mismo le expliqué todo sin saber de quién se trataba”, explica García.