La mayoría de las personas fumadoras que piden ayuda para dejar el tabaco a la Asociación contra el Cáncer de Gipuzkoa (AECC) ronda los 50 años y ya ha probado de todo para dejarlo antes: parches, chicles, hipnosis... En esta asociación les espera un grupo de tres psicólogos, entre ellos Maider Sierra, una experta en tabaquismo que no se anda con medias tintas. No es magia. “Tienes que salir tú”, insiste. Ella solo nos va a ayudar. Reitera a sus pacientes que a sus sesiones hay que “ir remangados y participar”. Al menos un año de terapia gratuita. Una hora a la semana. Es ahora, en septiembre, cuando más solicitudes reciben.

Que el tabaco mata no es ningún secreto. Lo pone en las cajetillas. Pero “el tabaco también ata”, asegura Sierra. Y ha tenido atadas a muchas personas, entre ellas también a enfermos de cáncer, un mal que la AECC quiere combatir en todos sus ámbitos, de raíz, desde la prevención. “Somos pioneros, llevamos en Gipuzkoa más de 25 años haciendo grupos de deshabituación tabáquica”, explica.

El tabaco es responsable de cánceres como el de pulmón y otros del aparato respiratorio, como boca, lengua, laringe o faringe. Incluso el de vejiga, la encargada de depurar la nicotina que ingiere el organismo al fumar. Es el “que más relacionado está con el consumo de tabaco”, añade Sierra. Pero también los de mama, colon... “Al final, la nicotina es un irritante, como puede ser el alcohol”, asegura.

El perfil de personas que acude a la AECC para dejar el tabaco es el de gente que “o bien ha probado de todo; o bien no lo ha intentado porque no se siente capaz ni de poder intentarlo, ya solo el hecho de pensarlo le genera más ansiedad y fuma más”. Y mucha gente elige septiembre, después de los excesos del verano. “En nuestra sociedad aún funcionamos mucho más por curso escolar que por año natural. Luego sí es verdad que en enero también la gente se empieza a plantear cosas, pero nosotros vemos que se acerca mucha más gente ahora, y claro, durante el año también nos llegan, pero es algo puntual, por sustos o alguna otra cosa”, subraya.

Los elementos motivadores suelen ser diferentes. “Puede ser por salud o por dinero, porque hay gente que viene a la asociación y tiene una situación económica en la que no tiene dinero para seguir fumando. Porque fumar es caro. En Francia es mucho más, pero aquí también. Gente que está recibiendo ayudas económicas de 500 euros, no puede gastarse 200 euros en tabaco al mes”, afirma. Otras veces el elemento motivador es que quieren ser padres y madres. “Los niños y los nietos ayudan muchísimo. Tendrás mil motivaciones para empezar, pero el tema de la libertad, para mí es la motivación que más perdura en el tiempo”, afirma Sierra: “A una persona que es fumadora, a veces un viaje le resulta insufrible. Coger un avión, un tren, o que no aguantes una comida... Hay gente que no se puede dormir sabiendo que solo tiene un cigarrillo en casa, y piensa: ¿y si me despierto y quiero fumar? La mayor dependencia que genera el tabaco es la psicológica, no la física”, resume.

Es precisamente eso lo que se trabaja en los grupos de deshabituación tabáquica de la AECC: la dependencia psicológica. “Hay 8.000 métodos para dejar de fumar y la gente, cuando viene, se conoce casi todos. Entonces, lo que intentamos es fortalecer las estrategias personales que tiene cada uno para poder enfrentarse a esa dependencia. No tenemos un método, sino una metodología de trabajo”, aclara. El secreto está en uno mismo. “Acompañamos a una persona a dejar de fumar, lo hacemos durante todo un año. Porque en un año nos pasa de todo; una fiesta, boda, navidades que te falta alguien en casa, un fallecimiento... Es muy importante ver a un exfumador en crisis. Y si vuelve a fumar, reforzar esa estrategia. A caminar no aprendemos en un día”, concluye la experta.