TENER un buen equipo es indispensable para obtener resultados. También para los deportistas aficionados. En este caso, el equipo lo suelen formar los familiares. No cuentan con los medios económicos del Ineos o el Movistar ni con sus conocimientos técnicos, pero lo suplen con entrega absoluta y cariño. Recibir el abrazo y la toalla de Jaume Mir nada más cruzar la línea de meta estaría muy bien, pero donde esté recibir el beso de una hija... Que se lo digan a Gema Hernández. Esta zumarragarra ha ganado el medio Ironman de Les Sables d’Olonne en su categoría (40-44 años) y se ha clasificado para el Campeonato del Mundo de esa distancia que se disputará en septiembre en Niza. No se cansa de decir que nada de eso sería posible sin la ayuda de su marido, Asier Murua, y su hija Malen.

De niña, Hernández practicó natación y atletismo. Después, jugó a fú-tbol. Tuvo una grave lesión de rodilla y, cuando se recuperó, decidió dedicarse a los deportes individuales. Primero corrió, después practicó el ciclismo y, finalmente, probó el triatlón. Ha conseguido muchas victorias, pero la prueba que recuerda con más cariño es el Ironman de Gasteiz de hace dos años. “Conseguí bajar de diez horas y media y me clasifiqué en quinto lugar. En otras pruebas he conseguido ser la mejor en mi categoría, pero quedar quinta en la clasificación absoluta del Ironman de Gasteiz tiene un valor especial para mí”. Ha tomado parte en cuatro Ironman hasta ahora: en Vichy, Zurich, Austria y Gasteiz. El domingo 14 de julio repitió en Gasteiz. Una prueba que consta de casi cuatro kilómetros a nado, 180 en bicicleta y 42 corriendo exige muchas horas de preparación. Y horas libres es, precisamente, lo que no suelen tener las madres de familia. “Me las veo y me las deseo para compaginar trabajo, familia y deporte. Suelo cocinar a primera hora de la mañana. Trabajo en el polideportivo de Zumarraga y suelo llevar la ropa de entrenamiento para poder ir a entrenar nada más salir del trabajo. En el punto álgido de la temporada suelo entrenar unas tres horas al día. Aprovecho los mediodías, cuando Malen está en la ikastola. Entre semana corro y nado y suelo dejar el entrenamiento largo de bicicleta para el fin de semana. Afortunadamente, Asier y Malen me ayudan mucho”.

A su marido también le gusta el deporte (jugó a fútbol en el Urola) y participaron juntos en muchas carreras populares. Pero desde que ella comenzó a destacar en el triatlón, se ha volcado en ayudarle. Se puede decir que es su manager: se encarga de las inscripciones y la logística, es el que lleva conduce hasta el lugar de destino, envía notas de prensa... “Cuando Malen era más pequeña, era Asier el que se encargaba de llevarle a las actividades extraescolares y por las tardes es él quien se encarga de las labores de casa”, añade Hernández.

Mientras el equipo siga funcionando como un reloj, seguirá compitiendo. “Lo hago porque me gusta, pero tengo muy claro que lo importante es la familia y el trabajo. Para nosotros tres, el triatlón es un modo de vida. De la mano de este deporte hemos hecho amigos y hemos conocido muchos lugares. El triatlón es también una excusa para viajar y conocer sitios. A principio de temporada, cuando preparamos el calendario de pruebas, intentamos elegir destinos que no conocemos. Y le damos importancia a que haya actividades para Malen. Si sigo haciendo triatlones, es porque ellos también disfrutan. Además, Malen ha comenzado a practicar este deporte. Algún día me gustaría competir con ella”. Un futuro prometedor para el equipo Hernández-Murua.