EL doctor Unai Guerrero hace fácil lo que antes era casi imposible. Que personas sin hueso en la mandíbula consigan colocarse un implante. Está especializado en un procedimiento para pacientes desahuciados y logra cosas impensables. Es, de hecho, el dentista que más barreras oclusivas ha realizado en el Estado español, más de 300. ¿Y qué es eso? Pues un dispositivo de titanio diseñado a medida, que permite la regeneración ósea de la boca. Guerrero ha simplificado un procedimiento hasta ahora absolutamente farragoso. “Con la sangre del brazo del paciente, diseñamos una especie de encofrado de titanio hecho con impresora láser para dar la forma que queremos y la extensión del hueso que deseamos crear. Lo dejas unos cuatro meses y al levantar se te ha formado el hueso con la encía. Y tienes el hueso exactamente en las dimensiones que necesitas para colocar el implante”, explica esquematizando la técnica y haciéndola accesible a todos. “Asisto a pacientes a los que antes no se les podía colocar un implante y a los que solo se les quedaba el recurso de una prótesis y mal. Ahora se le puede crear el hueso y hemos comprobado que tiene buenos resultados”, resalta.

Su colega, el odóntologo Pablo Bilbao, interviene en las siguientes fases y se encarga de colocar las piezas. “Es importante que yo le pueda decir; necesito que el implante vaya aquí, aquí o aquí”, destaca Bilbao. Se utiliza en pacientes que han perdido la pieza hace mucho, personas con una gran infección o con defectos de hueso. “Pero no somos tapahuecos somos rehabilitadores”, precisa Guerrero. “Tenemos la suerte de trabajar en equipo, y ver perfectamente las necesidades de cada persona”, matiza Bilbao, quien afirma; “yo no hago las rehabilitaciones pero sé lo que se puede conseguir. Unai no hace las ortodoncias pero sabe qué esperar”. “Tenemos esa visión global”, subrayan estos dentistas que trabajan en las clínicas del grupo CDB en Basauri, Santutxu, Deusto y Zorroza. Guerrero es el experto en cirugía y Bilbao, en estética dental y ortodoncia.

“Ahora hago cosas más complicadas pero con menos complicaciones”, enfatiza Guerrero, quien señala que “esta técnica ha cambiado mi vida y la de mis pacientes que sufren menos y necesitan menos injertos de encías. Además estás metiendo el implante en un hueso sano, con muchos más vasos sanguíneos y por ello la tasa de fracaso es mucho menor”, subraya.

En los casos de estas grandes pérdidas de hueso, antes, por ejemplo, se hacían injertos de cadera. “Cogías un trozo de cadera, lo ponías y debías esperar un año y medio. Pero tenías que dar un montón de puntos y tener mucho cuidado para que no se infectase y no saliesen partículas. Con la nueva técnica he llegado a poner toda la arcada superior de la boca con uno o dos puntos nada más”. El postoperatorio se vuelve también mucho más sencillo. “Antes recetábamos antiinflamatorios, corticoides, antibiótico... con el nuevo procedimiento un poco de paracetamol y analgésicos suaves. Y a día de hoy no he tenido ni una sola infección”, remarca.

Por eso el paciente puede seguir haciendo una vida prácticamente normal ya que no le afecta en su día a día. Tan solo requiere que cada semana, acuda a la consulta para vigilancia. Allí se le recomiendan todos los pasos a seguir para tener su dentadura en el mejor estado posible “aunque luego él decide si quiere o no, si puede o no porque no hay que olvidar que estos procedimientos tienen un coste económico que limita”, señalan.

Y todo con el objetivo de poder ponerse un implante con éxito asegurado. “Un implante puede durar toda la vida, depende de la higiene bucal, de las revisiones, del uso, de los hábitos... Yo tengo pacientes de hace 18 años que tienen el implante perfecto y otros que, al de unos años, lo tienen en la basura. Porque al cabo de un tiempo baja el porcentaje de éxito ya que el paciente se relaja. Además hay que tener en cuenta que se usa 360 días del año y 24 horas al día en condiciones adversas de humedad y con unas fuerzas de cizalla tremendas en la boca”, concluye Guerrero.