UN movimiento interminable, constante... así se traducen las palabras latinas perpertummobile que daba nombre al sueño de una máquina capaz de generar energía continua con un único impulso; una utopía. Pero perpertummobile es también sinónimo de emprendizaje, de segundas oportunidades, de colaboración, de talento y de negocio local. Mireia Viladomiu es la alma máter de esta empresa sin ánimo de lucro, con una fuerte vocación social que conjuga con una parte formativa en colaboración con la cooperativa Peñaskal. “Uno de los objetivos es generar conocimiento y traducirlo para la capacitación en venta on line tanto del profesorado como del alumnado de Peñascal”, destaca la diseñadora. Complementos de moda, hogar y escritorio cuyo precio de venta al público oscila entre los 12 euros de las libretas a los 47 de las bolsas de viaje; en la lista de complementos también se incluyen manteles y delantales. Y lo más importante, todo hecho en el bilbaino barrio de Bolueta por un equipo de personas “excepcionales que se merecen una oportunidad para crecer y desarrollarse”.

En 2011 a Viladomiu la crisis le dejó sin trabajo y a partir de ahí no tuvo más remedio que reinventarse. Hizo un curso de costura en Youtube y comenzó en solitario su carrera hacía la creación, sin imaginar que terminaría dando forma a su propia marca local. “Empecé a crear y a crear y todo lo que hacía lo iba regalando a las personas que estaban a mi alrededor”. Sin prisa, pero sin pausa fue aprendiendo de manera autodidacta: “Estaba aprendiendo y no me parecía bien ir vendiendo los bolsos que fabricaba. Quería hacerlo de manera profesional”, cuenta. Hasta que un allegado le propuso que identificara las piezas que fabricaba, les pusiera un nombre y un logo. “Me dijo: Tú eres un perpetummobile; no paras, estás siempre activa”, recuerda. Ahí comenzó todo. Aunque Mireia no cree en la suerte, considera fundamental estar en el lugar idóneo, dispuesta a aprender y hacer realidad las ideas. “También es un poco de osadía y de no tener miedo, pero estoy muy contenta”, aclara la diseñadora.

El último paso en esta historia, cuyo movimiento social busca ser interminable, llegó con el inesperable hallazgo de un almacén repleto de telas en el centro de Barcelona. Eran un tejidos olvidados de un fabricante de telas de colchón que había destinado todo su dinero a comprar telas de otros proveedores que habían cerrado. “Cuando vi aquello me empeñé en comprarlos, me vendían a precio de oro... Empecé a darle forma al proyecto, a buscar un taller de confección y finalmente me encontré con Peñascal”. La combinación de todas las piezas de este puzzle han dado forma a un proyecto social. Hasta el 27 de mayo el escaparate de la calle Ercilla de Bilbao cuenta con productos de esta marca local. “Que Yimby nos dé esta oportunidad para darnos a conocer es fundamental. No es fácil abrirte camino en este sector. Los comienzos no son fáciles”, dice Mireia. De hecho cuando Mireia, con la ayuda de Adja, alumna del Peñaskal, colocó los elementos que han dado forma al escaparate se emocionó. “Fue precioso verlo todo expuesto. Estoy muy satisfecha con el resultado”, concluye la diseñadora.