NO viajo para escapar sino para que la vida no se me escape”, sentencia filosófico David Razkin, profesor de Matemáticas y Tecnología en Maristas de Bilbao y tutor de Secundaria que llevará a cabo este verano una aventura solidaria para la que ya carga con toneladas de ilusión. Tras tres veranos en campos de trabajo por Guatemala y El Salvador con la ONGD SED, el próximo 1 de julio va a embarcarse en el reto solidario de recorrer 4.000 kilómetros en bicicleta con su perro hasta llegar a Case ale Sperantei, en Bucarest. Allí, le espera una casa de acogida de los hermanos maristas con 32 niños desde los más pequeñitos de 3 años hasta los 17. Chavales en situación de abandono, pobreza, explotación para los que cualquier ayuda es poca.

La aventura comienza el 1 de julio y espera llegar en 2 meses para poder estar todo septiembre -ya que Maristas le ha concedido este mes de excedencia- como voluntario en el hogar de acogida. En kukumiku crowfunding solidario, David Razkin está recaudando pequeñas cantidades que pueda llevar a la escuela. “Todo el dinero recaudado será para financiar actividades que necesitan los chavales del centro. Porque el hermano que lleva la casa me ha dicho que lo más necesario allí es proporcionarles ayuda psicológica y poder realizar actividades extraescolares como música, teatro o danza”, señala Razkin, vecino de Markina.

Con la bicicleta, la tienda, el saco de dormir y todo lo necesario para cocinar a cuestas, no será un camino fácil. Recorrerá carreteras comarcales y zonas despobladas de Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Bulgaria y Rumanía hasta completar los 4.000 kilómetros de camino. Un viaje sostenible, en armonía con la naturaleza y acompañado de Kuba. Llevar a este cruce de pastor vasco que pesa 26 kilos, le supone una dificultad añadida y ya está habilitando para él una caja en la parrilla. “Es lo que mayores dolores de cabeza me da y a la vez es la mayor ilusión porque tiene tres años y es mi alegría”. “Kuba va a ser una gran compañía porque lo que me aporta es mucho más de lo que me complica”, explica. “El problema principal es el peso. Yo solo, con las alforjas, entre tienda, saco, ropa, comida etc... podría llevar unos 30 kilos, pero el perro ya pesa 26 y eso supone más esfuerzo y resultará más complicado manejar la bici”, indica.

El suyo será un viaje sostenible y calcula apenas 10 o 15 euros de presupuesto diario porque no va a gastar en alojamientos y la comida la adquirirá en supermercados. “A mí me gusta esta forma de viajar. No necesito mucho. También fui a la final de Copa del Athletic a Madrid y Valencia en bici”. “Me gusta valerme por mis propios medios, me encanta acampar y cuando montas la tienda, y te haces una comidita sencilla, sentado en la hierba viendo el atardecer, eso me llena”. “Yo no voy a sufrir”, declara, “y cuestiones como la ducha no son un problema. Hay ríos, es verano y hace calor”, asegura. Prevé que tardará dos meses en llegar. “He calculado unos sesenta días de trayecto porque soy consciente que habrá alguna jornada regular, que va a llover, que voy a tener algún pinchazo, que algún día no me encontraré bien...”. La recompensa, el mes de septiembre como voluntario en la casa de acogida. La vuelta ya la hará en avión con el perro y con la bici. Y el 1 de octubre a trabajar. Pero eso ya será otra historia.