El italiano es una historia de amor, mar y guerra. Según dice su autor, Arturo Pérez Reverte, es su primera novela de amor, además de un recorrido por un hecho real sucedido en la Segunda Guerra Mundial cuando en los años 1942 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, buzos de combate italianos hundieron o dañaron catorce barcos aliados en Gibraltar y la bahía de Algeciras. Asegura el literato de Cartagena que su intención no es ponerse a la contra de los héroes que designa la historia oficial, que lo que quiere es narrar un hecho a través de un prisma diferente: "No cambia los hechos de lo ocurrido, pero demuestra que en todos los bandos hay héroes, los queramos ver o no", asegura de forma taxativa. El escritor cuenta la historia de amor entre Elena, una librera muy culta, y un buzo italiano malherido. Ella ha leído mucho, él nada; ella le mira y ve en él a Ulises y a todos los héroes que habitan en el Mediterráneo. Un viaje al pasado por un mar que enamora y cautiva al escritor: el Mediterráneo.

¿Ha querido hacer una reivindicación de las actuaciones de los italianos en la Segunda Guerra Mundial?

Sí, hay algo en este libro de reivindicación, no de provocación. Hasta los mismos italianos, en su cine, con ese humor corrosivo que tienen, con esas autoparodias que han hecho, se ponen por los suelos a sí mismos.

Pues con esta reivindicación va a contracorriente de los juicios de la historia.

Hay gente muy valiente en todos los lugares y gente muy digna de la que se puede decir, a pesar de que la causa en general no era noble, que en su aspecto individual sí se pueden encontrar acciones nobles.

¿Hemos aplicado la fórmula de al enemigo, ni agua

Eran fascistas, aunque quizá no ideológicamente, porque eran soldados, y como eran del bando malo o del bando negativo, tenemos la tendencia a no concederles ninguna virtud, igual que a nuestros amigos nunca les concedemos ningún defecto. Son tendencias inciertas y muy peligrosas. Toda mi vida me he pasado intentando demostrar en mis novelas y en mi vida que el bien y el mal se mueven en un paisaje gris, que son ambiguos. La verdad es que hay héroes y malvados en todos los bandos.

Pero siempre han estado mejor vistos los británicos, y en esta novela, no.

Ellos eran vencedores. Además, tenían la maquinaria de propaganda anglosajona, que es muy potente y siempre lo ha sido. Hasta en sus imperios han sido gloriosos, hasta en sus barbaridades, sus crímenes, en sus ofensas y en sus genocidios lo han sido. La imagen de los británicos siempre ha sido imperiosa y gloriosa, mientras que los latinos nos comemos siempre los marrones de lo turbio, lo sucio y lo desagradable, así que me apetecía devolverles la pelota.

¿Revancha o venganza?

Ja, ja, ja€ No. Me gusta poderles decir: Os dieron en las narices muchas veces, y esta vez os dieron bien. Además, les dieron en las narices cuatro tíos audaces, serenos y valientes. Es un tema sobre el que los británicos pasan siempre de puntillas. Me interesaba contar una historia de héroes, de amor, del Mediterráneo.

Es que el Mediterráneo parece un personaje más de su novela.

¿Sabes qué pasa? A mí las patrias, las banderas, los monumentos, las causas y los himnos siempre me han parecido muy sospechosos. No por la gente decente que ha muerto por una causa o por otra, sino por los sinvergüenzas que sin arriesgarse nunca se envuelven en ellos para medrar. Para mí, hay una patria que no me engaña nunca, con la que no me equivoco, y es el Mediterráneo. Yo nací junto a ese mar y por lecturas, por la vida y por muchas razones, el Mediterráneo es mi patria de verdad. Por esas aguas vino todo: la filosofía, los dioses, las legiones romanas, la épica, la literatura€ Por ellas llegaron hasta el vino y el aceite de oliva.

Y hoy es un mar lleno de turismo.

Sí, pero hablo del mar con mayúsculas. Soy muy de reivindicar el Mediterráneo como memoria, y a Italia como espina dorsal de todo el Mediterráneo, a la Roma que nos hizo a todos diferentes, incluso a los vascos los hizo diferentes. Y nos hizo diferentes para bien.

El título va en masculino, El italiano

Yo planteo la novela desde ese héroe que sale del mar, un buzo después de un combate que sale malherido. Es un tipo normal, un hombre más, un soldado. Y es la mirada de ella, una mujer culta, que ha leído, la que lo reconoce. Ella tiene la mirada adiestrada y él no es nada hasta que Elena lo mira y lo convierte en Ulises, en un héroe. Es ella la que ve en él lo que ni él es capaz de ver en sí mismo.

¿Es ese soldado un hombre muy básico?

Si quieres decirlo así, lo es. Es un tipo que ni lee ni nada parecido, un hombre guapo, muy mediterráneo de pinta, muy italiano, pero no tiene nada más. No es un chico que luzca por su inteligencia ni por su talento, y tampoco por lo que dice, así que es ella, Elena, la que lo convierte en todos esos mitos, es ella la que lo convierte en especial. Él es el héroe subrayado por ella, pero el héroe de verdad es ella. Es esa mirada lúcida que tienen las mujeres la que convierte a Elena en una heroína. Es la mujer que pelea sola, como todas las mujeres de mis novelas, ante el enemigo, y que poco a poco se va enamorando.

¿Cree usted que el amor está sobrevalorado?

Eso es lo que dice un personaje de mi novela y no estoy de acuerdo con esa frase. Al contrario, el amor es lo que desencadena un montón de mecanismos interesantes. Alguna vez he comentado que la vida me ha quitado muchas cosas, pero hay tres que me ha dejado y son las que valen: la amistad, la lealtad y el amor. El amor es ese reducto donde uno puede sentirse muy bien. El amor puede pasar, pero mientras existe es magnífico. El amor es un motor fundamental.

¿Cree usted en el felices para siempre

A veces sí y a veces no. Yo conozco matrimonios, parejas, que han estado viviendo durante 40 años con mucho amor de por medio, y conozco a gente a la que le ha durado el amor un año, cinco o diez. Cuanto más dure el amor, mejor. El amor es tan variable como los seres humanos lo sientan o lo practiquen. No hay reglas en el amor que valgan para todo el mundo.

Pensaba que esta era una novela de aventuras o una novela sobre un hecho histórico...

Pues es una historia de amor y de valor. Tanto el valor como el amor son fundamentales para explicar esta historia. Esta es la primera novela de amor de verdad que escribo, y también es la primera en la que todo lo demás es secundario al amor.

¿Es usted un romántico? Porque no lo parece...

Ja, ja, ja€ ¿Por qué no? Esta es una novela de amor, pero no es una novela romántica. El amor en mi novela es el motor más importante.

Últimamente sus héroes no son cercanos en el tiempo. ¿No existen ahora?

Claro que existen, solo hace falta que veas los telediarios. Fíjate en los bomberos que están en la isla de La Palma, en el ertzaina, el guardia civil€ Hay muchos. Tenemos una idea tendenciosa, que resulta perniciosa: la de que el héroe lo es todo el tiempo, lo es de forma permanente.

Pero tiene fecha de caducidad.

Claro, y yo lo he visto. El héroe puede durar cinco minutos, diez horas o diez días€ No todo el tiempo está siendo héroe una persona. Son un tipo o una tipa normales que en un momento de sus vidas hacen algo por circunstancias que va más allá de lo normal. El héroe puede estar a nuestro lado tomando un café, no hay que ir a los monumentos ni a los discursos patrióticos. Es gente muy normal, es gente anodina, e incluso gente que es mala y perversa.

¿Quiere decir que en una misma persona puede haber un héroe y malvado? Parece un contrasentido.

Sí. Hay gente mala y perversa que durante un momento de su vida hace algo heroico. Un héroe puede ser también una persona detestable. El heroísmo es un lugar ambiguo y gris.

Siempre se sitúa usted al filo de la polémica...

¿Yo? No, no. Opino unas cosas y otros opinan otras. ¿Eso es ser polémico? Creo que no. La gente está en su derecho de decir lo que quiera. Los únicos que me importan son los que me leen, y son muchos y muchas. Mis lectores me conocen muy bien.

¿Qué está haciendo ahora además de la promoción de El italiano

Soy un escritor profesional, termino una novela y empiezo otra. Tengo ya una muy avanzada. Cuando estoy terminando una novela, cuando la estoy corrigiendo, necesito otra historia en mi cabeza. No tengo problemas con la página en blanco, soy un escritor que siempre tiene una historia que contar. Cuando era pequeño y jugaba, durante una semana iba en un ballenero o era un romano. Escribir es como seguir jugando, hay una parte infantil en todo lo que hago. Soy ese tipo de escritor para quien escribir es jugar. Soy feliz porque nunca tengo agonía creativa. Me lo paso muy bien imaginando, porque es como seguirme disfrazando de romano o de pirata. Es lo que hace que mi actitud ante la literatura sea lúdica y no dramática.

¡Qué suerte! ¿No?

Por eso me dedico a esto. Si fuera un drama, una agonía, no lo haría. Además, puedo vivir de escribir con holgura. Soy un hombre privilegiado, tengo mucha suerte.

¿Sigue navegando?

Eso nunca lo dejo. Hace poco he vuelto a navegar por el Mediterráneo. Antes lo he hecho también por otros mares, pero con la edad he vuelto a este para quedarme; ya he dicho antes que es mi patria. Echar el ancla bajo un templo griego, bucear en un campo de ánforas romanas, navegar junto a un castillo turco, son cosas que me hacen sentir muy bien. En el Mediterráneo no veo una playa o una torre de apartamentos, estoy viendo a Ulises, al mar de Homero, las naves turcas. Navegar es un magnífico recorrido por la memoria y por la cultura. Para mí no es un acto lúdico o deportivo, para mí es algo cultural.

¿Cree que este libro, que tiene una protagonista femenina tan potente, le reconciliará con las mujeres?

Que conste que tengo mujeres que son entusiastas de mis libros. Hay grupos de mujeres de todo tipo, pero es que la vida es así. Esos grupos de mujeres que me critican tanto, lo que tendían que hacer es leerse cualquier novela mía. Desafío a encontrar personajes femeninos tan potentes en otras novelas como los que hay en La Reina del Sur, La guardia vieja o en esta novela. Mis mujeres en los libros son muy dueñas de sus vidas y se mueven en territorios hostiles. Pelean mucho y son personajes muy serenos y muy potentes, siempre.

Es miembro de la Academia de la Lengua, una institución de la que muchas personas consideran que mantiene una política no inclusiva.

El lenguaje tiene que evolucionar. Es cierto que el lenguaje tiene unos resabios machistas indiscutibles y debe adaptarse a la actualidad de los tiempos.

¿Pero?

Lo que no se puede hacer es forzarlo. No se puede cambiar en dos días lo que lleva siglos aceptándose. Hay que hacerlo con cultura, con conocimiento de lo que se está haciendo. El lenguaje es mi herramienta de trabajo y no puedo permitir que un analfabeto o una analfabeta quieran influir en que yo escribo de una forma confusa, y que mis novelas y mis artículos queden farragosos y llenos de estupideces porque ellos y ellas crean que es lo políticamente adecuado, no lo he consentido nunca. De hecho, mi choque con esas feministas, no con las normales, es que yo me niego al juego que me quieren imponer con el lenguaje. Trabajo con él y no voy a permitir que nadie lo envilezca y lo pervierta.

PERSONAL

Edad: 69 años (25 de noviembre de 1951).

Lugar de nacimiento: Cartagena (Murcia).

Formación: Licenciado en Ciencias de la Información.

Periodismo: Ejerció durante 21 años como reportero de guerra. En 1994 abandonó el reporterismo tras entrar en conflicto con RTVE. Su relación con la cadena pública la dejó escrita en un libro titulado Territorio comanche. Como corresponsal de guerra recorrió Chipre, Líbano, Eritrea, el Sahara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Chad, Libia, Sudán, Mozambique, Angola, Golfo Pérsico, Croacia y Bosnia, entre otros países.

Literatura: Ha publicado 22 novelas, entre ellas algunas tan conocidas como El húsar, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, El club Dumas, La piel del tambor, La reina del Sur, Un día de cólera, El francotirador paciente, Los perros duros no bailan, Sidi, Línea de fuego y El italiano. A estos títulos hay que sumar, desde luego, los siete de la saga de Alatriste, que le dieron una enorme popularidad.

Otros: Buena parte de su obra ha sido trasladada al mundo audiovisual, bien cine, bien televisión. Se distingue por su postura contraria al llamado idioma inclusivo, que considera erróneo e innecesario. Es colaborador habitual en medios de prensa y siempre declara que, después de escribir, su mayor pasión es navegar. Es académico de la Lengua española desde 2003.