Además, el nombramiento de Sánchez de Monteagudo como gobernador favorece a sus deseos. Pero Alfonso X de Castilla también ambiciona Navarra, y García Almoravid, poderoso señor de la Cuenca y las Montañas, es su aliado en este empeño. En esta situación, la reina regente, Blanca de Artois, decide buscar el amparo de su primo el rey Felipe III de Francia y se instala con su hija en la corte gala. La marcha de la futura reina enciende la Navarrería y sus habitantes refuerzan posiciones frente a las murallas que les separan de los burgos francos. Íñigo, un carpintero del barrio de la Navarrería, vive ajeno a todo eso. Él solo piensa en Anaïs, una joven francesa del barrio de San Cernin que vio un día en el mercado. Este es el argumento de La ciudad enfurecida (Editorial Grijalbo 2021), la nueva novela histórica del cántabro Sergio Martínez.

Es usted santanderino, pero conoce muy bien Iruña, por lo menos la medieval...

Tengo una larga y muy querida vinculación con Navarra, donde tengo familia y amigos. Me apasiona su historia y soy un gran amante de su cultura, sus villas y pueblos, su gastronomía y su naturaleza. Además, en el año 2005 comencé el camino de Santiago a pie y en solitario desde Roncesvalles y recuerdo las jornadas por Navarra como el tramo que más me gustó. Guardo unas vivencias imborrables de aquellos momentos. En el plano más profesional, durante un buen número de años colaboré con Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos en la elaboración de unos atlas históricos de las ciudades medievales de Euskadi y Navarra, entre ellas Iruña. Además, mi tesis doctoral trataba el tema del desarrollo de las villas medievales en el norte peninsular.

¿Cómo era la ciudad en 1274?

Pamplona en la Edad Media era una ciudad atípica. Lo normal en aquella época era que las ciudades estuviesen formadas por un solo concejo, como actualmente las ciudades se componen de un solo ayuntamiento, pero Pamplona estaba constituida por tres concejos diferenciados: la Ciudad de la Navarrería, el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás. En realidad, había incluso un cuarto, el de San Miguel, pero estaba muy vinculado a la Navarrería y su importancia era mucho menor. Cada una de estas poblaciones tenía sus propios alcaldes y jurados, y funcionaban independientemente; de hecho, tenían hasta murallas propias que las separaban de las demás. Unos años antes se había llegado a un acuerdo para unir las poblaciones en una sola, pero en el reinado de Enrique I se rompió la unión. Las diferencias entre los burgos eran muy notables: por el origen de sus pobladores, por su dedicación económica, por sus vinculaciones con otros poderes externos... En definitiva, en 1274 Pamplona era un polvorín a punto de estallar.

¿Y un día cualquiera de una persona del pueblo llano?

Difería bastante según dónde viviera. La Navarrería estaba formada por población de la tierra y estaba muy unida a la catedral, a la nobleza y a las actividades agrarias. Los burgos de francos, por el contrario, estaban constituidos por burgueses comerciantes y artesanos provenientes del sur de Francia, muy vinculados a las actividades económicas generadas por el Camino de Santiago. Por tanto, sus intereses eran muy diferentes, lo que fue también otro punto de fricción importante en la guerra de la Navarrería de 1276.

Al rey Enrique I se le apodó el Gordo

Las crónicas nos dicen que estaba realmente muy gordo. Quizá padeciese algún tipo de obesidad. Y de hecho se dice que murió "ahogado por sus carnes", con lo cual no parece que fuese una exageración. Si tenemos en cuenta que falleció por causas naturales con solo treinta años está claro que tenía un problema de salud considerable debido a su obesidad.

Su primogénito, el infante Teobaldo, murió al caer desde una balconada del palacio de los reyes en Lizarra, ¿qué pasó exactamente?

Aunque la capital del reino estaba en Pamplona, los reyes pasaban algunos periodos en otras poblaciones como Estella, Olite y otras. Cuando Teobaldo era muy pequeño, estando los reyes en Lizarra, parece que se cayó desde la balconada del palacio real mientras jugaba con la niñera. En mi novela yo utilizo este trágico momento para determinar el carácter de la reina Blanca de Artois respecto a su segunda hija, la pequeña Juana, a la que no va a dejar ni un momento a solas para tratar de evitar de nuevo un suceso tan desgraciado.

Tuvo un hijo natural, Juan Enríquez de Lacarra, antes de su matrimonio con Blanca de Artois, ¿qué fue de él?

La intención de Enrique I fue haberse casado con la mujer a la que realmente amaba, una dama de la baja nobleza, pero su hermano Teobaldo II se lo impidió y le obligó a casarse con Blanca de Artois. No obstante, Enrique mantuvo a su amante y a su hijo, que llegó a ostentar algunos cargos de renombre. De nuevo, en mi novela aprovecho esta circunstancia para que la relación entre Enrique I y Blanca de Artois sea puramente de compromiso, sin ningún tipo de afecto o atracción.

En la catedral de Iruña solo se encuentra en pie la tumba del rey Carlos III de Navarra, apodado el Noble, y su mujer y reina consorte, Leonor de Trastámara. Pero si no me equivoco allí también se enterró a Enrique I, ¿qué sucedió con su sepulcro?

Durante la guerra de la Navarrería la catedral fue asaltada por las tropas francesas y es el propio poeta Guilhem Anelier, en su obra La Guerra de Navarra, quien nos cuenta que los soldados destrozaron el sepulcro de Enrique I el Gordo para saquear su interior, robando las joyas y dejando los huesos y las ropas esparcidos por el suelo.

La reina viuda, Blanca de Artois, administró el reino durante la minoría de edad de Juana, que tras la muerte de su hermano Teobaldo se convirtió en la heredera, ¿qué tal llevó a cabo esta labor?

Fue muy difícil. Al morir el rey nombró a un gobernador, Pedro Sánchez de Monteagudo, pero el reino estaba muy dividido entre diversas facciones: los que querían apoyarse en Aragón, los que preferían a Castilla y los que preferían a Francia, entre ellos la propia reina. La situación era muy inestable y, en un momento determinado, Navarra se vio atrapada entre Castilla, que presionaba con sus tropas en la frontera, y Aragón, que quería casar a Juana con el hijo del heredero del trono aragonés. En aquella tesitura, Blanca decidió abandonar Navarra y refugiarse al amparo de su primo, el rey francés Felipe III, llevándose a su hija Juana. De este modo salvaguardaba la integridad de su hija, pero dejaba al reino en una situación todavía más precaria, que terminó derivando en una guerra abierta.

¿Enrique I fue un buen rey para Navarra?

Las crónicas lo juzgan de forma benévola y dicen que fue un buen rey, pero cometió un error muy grave al decretar la separación de los burgos de Pamplona. Parece que lo hizo por acuciantes problemas de dinero y aconsejado por el cabildo de la catedral de Santa María. Probablemente no pensara que aquella decisión fuese a traer tan funestas consecuencias, pero al separar a los burgos no hizo sino prender la mecha para la guerra en la ciudad.

¿Y su hija Juana I?

Juana I fue un personaje fundamental en la historia de Navarra, porque finalmente se casó con el heredero del trono de Francia, Felipe, que se convertiría en Felipe IV de Francia y I de Navarra. Desde ese momento, el reino de Navarra pasó a depender directamente de la corona francesa, que no deja de ser otra consecuencia de la huida de Blanca de Artois de Navarra en 1274.

¿Qué idiomas se hablaban en Iruña en aquella época?

Debían hablarse muchas diferentes. El pueblo llano que habitaba en la Navarrería debía hablar el vasco y también el romance navarro, que había ido sustituyendo al latín. En los burgos de francos se hablaba el occitano, pues la mayor parte de los vecinos provenían del sur de Francia. Y, por la vecindad con Castilla, es seguro que también se hablaba el castellano. Hay que tener en cuenta que era una ciudad en una encrucijada de caminos y con un fuerte componente comercial, con lo cual el conocimiento de lenguas era fundamental para su desarrollo. De hecho, en uno de los pasajes del poema La Guerra de Navarra, el poeta Anelier señala cómo los habitantes de San Cernin se mofaban de los de la Navarrería por no saber tantas lenguas como ellos y estos se sentían acomplejados.

Hable de los tres burgos que formaban la ciudad, ¿cómo era cada uno?

La Ciudad de la Navarrería era el núcleo original de Pamplona, desarrollado en torno a la catedral y sobre las ruinas de la antigua ciudad romana. Su población era de origen agrario y estaba vinculada a la tierra. En cambio, los burgos de francos estaban formados por población del sur de Francia. El Burgo de San Cernin solo admitía a vecinos franceses, mientras que la Población de San Nicolás admitía a algunos navarros, por lo que tenía una carácter mixto; en todo caso, cuanto le tocó decantarse basculó hacia el lado francés. Cada burgo tenía sus propias murallas, sus leyes y sus privilegios, y en este sentido los burgos de francos estaban más beneficiados que los vecinos de la Navarrería, lo que fue un foco de conflictos constante. Basta recordar que los vecinos de San Cernin no permitían a los otros burgos que levantasen casas por encima del nivel de sus propias murallas, para no verse amenazados.

¿Por qué decidió ambientar la novela en 1274?

Es un momento único: se vive un conflicto tremendo en el conjunto del reino (como consecuencia de la muerte de Enrique I y la regencia de Blanca de Artois sobre su hija Juana) y, al tiempo, se desarrolla una guerra civil entre los burgos que componen la capital, Iruña. No conozco otro caso semejante en el que en un periodo de tiempo tan corto se produzcan tantos hechos reseñables y que terminen derivando en un conflicto tan terrible como la guerra de 1276 que, recordemos, destruyó por completo la Ciudad de la Navarrería.

¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en su libro?

Los hechos fundamentales son todos reales. Lo que llamaríamos el marco. Luego, dentro de ese marco hay personajes que son totalmente inventados, como el carpintero Íñigo o la joven francesa Anaïs, y otros que, siendo reales, como Almoravid, Sánchez de Monteagudo o la reina regente Blanca de Artois, he reescrito para enfatizar la parte más novelesca de la historia. Yo pienso que el público, al enfrentarse a una novela histórica, quiere sobre todo ficción: emoción, intriga, traiciones, amor€ Si solo mostramos historia estaríamos haciendo otro género: quizá una historia novelada, pero no una novela histórica.

De todos los personajes que aparecen, ¿cuál es su preferido?

Guilhem Anelier. Es un personaje real, pero sabemos tan poco de él que he podido modelarle a mi gusto. Tiene un punto canalla y desvergonzado que creo que hace que le amemos y le odiemos a la vez.

¿Algún pasaje de la novela que quiera destacar por algún motivo especial?

Me gusta mucho el capítulo en el que la reina regente, Blanca de Artois, comienza a hablar, porque nos cuenta en primera persona su experiencia vital. Siendo reina todos podríamos pensar que es una privilegiada, pero ella se ve a sí misma encerrada en una jaula de oro. Y cuando pierde a su hijo Teobaldo creo que es un pasaje de gran emotividad. Por otra parte, las andanzas de García Almoravid y su desfachatez no tienen precio. Lo de mandar a otros a pelear mientras él se queda mirando es de una actualidad que asusta.

¿Qué sensación le gustaría que sintiera el lector al leerla?

Supongo que las mismas que experimento yo cuando leo una novela que me gusta: que no puedas dejar de leer, que veas a tus personajes favoritos pasando un mal momento o enfrentándose a un desafío, que veas a los malvados gozando con sus fechorías y al final pagando por ello. Todo eso.

¿Cómo se documentó?

La labor de documentación fue inmensa. Estudié las fuentes históricas y leí los estudios más recientes, pero sobre todo, la principal fuente de información no es otra que el citado poema La Guerra de Navarra del poeta provenzal Guilhem Anelier. Este relato tiene una fuerza tal que se lee prácticamente como una novela y nos muestra el conflicto desde dentro, desde los ojos de uno de sus protagonistas. Por otra parte, también visité los principales lugares en los que se desarrolla la novela, tanto en Pamplona como en otros puntos de Navarra, tratando de imaginar cómo serían en la Edad Media.

¿Cuánto tiempo tardó en escribirla?

Aproximadamente dos años en escribirla y luego otro más para correcciones. Son tantos los hechos que se narran que es necesaria una labor muy exhaustiva de revisión.

¿Cuál es su método de trabajo?

Me levanto muy pronto, a las seis o siete de la mañana, y me siento en el ordenador. En ocasiones leo mucho antes de escribir, pero otras veces prefiero avanzar aunque luego tenga que corregir. Eso se debe a que la cantidad de información existente puede tener a veces un punto paralizante: hay tanto que leer y comprobar que corres el riesgo de no escribir una sola línea si no te lanzas en algún momento.

Últimamente se están publicando muchas novelas de corte histórico, ¿está de moda este género?

Creo que lleva mucho tiempo de moda porque la historia, en general, es uno de los temas que más interesa al público. Y tampoco creo que se vaya a pasar de moda en el futuro. Siempre se podrá reinventar para adecuarse a los gustos de los lectores.

¿La pandemia que estamos viviendo le resulta sugerente como escenario para un nuevo libro?

Quizá no la actual, pero sí que me interesé hace un tiempo por otras que se vivieron hace siglos, como la que asoló al imperio romano en tiempos de Justiniano. Son momentos trágicos, por supuesto, pero también tienen una carga emotiva muy sugerente.

¿En qué momento supo que quería dedicarse a la escritura?

Llevo escribiendo historias desde que aprendí cómo se cogía un lápiz. Siempre me ha gustado inventar mundos, personajes, y darles vida.

PERSONAL

Edad: 46 años.

Lugar de nacimiento: Santander.

Estado civil: Casado.

Formación: Es doctor en Historia por la Universidad de Cantabria. Trabaja en esa misma universidad y es coordinador editorial del Museo Cartográfico Juan de la Cosa (Potes, Cantabria).

Proyectos futuros: En la actualidad se encuentra trabajando en una serie de novelas ambientadas a comienzos del siglo XVI. Narrarán las peripecias de los marinos españoles en América. No serán los grandes hechos conocidos los que se cuenten, sino otras andanzas menos famosas.

Carrera profesional: Autor de diversos libros de investigación y divulgación, en 2015 publicó su primera novela: Las páginas del mar (editorial Grijalbo).

En corto

Una virtud: "Los desafíos".

Un defecto: "La impaciencia".

Un vicio: "Meterme en demasiadas cosas a la vez".

Una afición: "La cocina".

Qué valora de la gente: "La inteligencia".

Un libro: "Sinuhé el Egipcio, de Mika Waltari".

Una película: "El padrino, de Francis Ford Coppola".

Una comida: "El arroz".

Una bebida: "La cerveza".

Un lugar para vivir: "Santander".