L Reino Unido trata de digerir, como un boxeador noqueado, los inéditos ataques lanzados por los duques de Sussex, Enrique y Meghan, contra la casa real británica, a la que acusaron de racismo y hostigamiento psicológico. Las cargas de profundidad fueron tan numerosas y de tal enjundia que el diario conservador Daily Telegraph aconsejó a los royals un chaleco antibalas para hacerles frente, a la vista de que no les bastará con "esconderse tras el sofá". "Meghan y Enrique: a la caza para identificar al miembro de la familia real que hizo un comentario racista sobre Archie", "Exigimos saber quién es el racista" o "¿Quién en la familia real cuestionó el color de la piel de su futuro hijo"... Estos son algunos titulares que los periódicos británicos dedican a la crisis.

Que el Palacio de Buckingham esconde una gelidez casi inhumana era algo que se presumía desde que Diana de Gales reveló sus entresijos. Pero las denuncias de racismo que vertieron Enrique y Meghan encierran graves implicaciones políticas. "En los meses en que yo estaba embarazada (de Archie), hubo preocupaciones y conversaciones sobre lo oscura que podría ser su piel cuando naciera", dijo Meghan, aunque se negó a identificar el origen de esas palabras pues "sería muy dañino para ellos". Posteriormente, la entrevistadora, Oprah Winfrey, explicó que los duques le habían dejado claro que el autor de los comentarios no eran la reina ni su marido, el príncipe Felipe. "Enrique no compartió la identidad conmigo, pero me aseguró que si tenía la oportunidad de hacerlo dijera que no fueron ni su abuela ni su abuelo", explicó Winfrey en CBS This Morning.

Enrique echó más leña al fuego en un extracto de la entrevista no emitido por la CBS pero divulgado posteriormente por redes sociales en el que aseguró que la pareja había abandonado el Reino Unido "en gran parte" por el racismo. La herida que se abre es profunda. Trasciende las rencillas familiares tan características en la Casa de los Windsor para convertirlo en una problema de alto voltaje político como la discriminación por cuestión de raza.

escueta respuesta

La casa real se mostró el martes "entristecida" tras conocer el sufrimiento de los duques de Sussex y reconoció que los problemas que estos expusieron en su entrevista en la televisión estadounidense son "preocupantes, especialmente el del racismo".

"Los asuntos planteados, especialmente el de la raza, son preocupantes. Aunque algunos recuerdos pueden variar, estos problemas son tomados muy en serio y serán tratados por la familia en privado", señaló un comunicado difundido por el Palacio de Buckingham.

En la nota, la reina Isabel II asegura que toda la familia está "entristecida al conocer en toda su dimensión lo duros que han sido los últimos años para Enrique y Meghan". En el escueto mensaje real, que se esperaba con impaciencia, se asegura que Enrique, Meghan y su hijo Archie "siempre serán miembros de la familia muy queridos". Según los medios británicos, esta será la única reacción oficial del Palacio de Buckingham.

En un país en el que ninguna fuerza política se declara oficialmente republicana, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, fue contundente al calificar de "muy muy graves" las alegaciones de Enrique y Meghan y pedir una investigación. "Esto es más grande que la familia real. Durante demasiados años hemos desdeñado estas cuestiones y hemos estado dispuestos a dejarlas de lado", afirmó. Agregó que la denuncia "es un recordatorio de que demasiada gente sufre racismo en el Reino Unido del siglo XXI", por lo que hay que tomarlo "muy seriamente". En este momento de jaque a la reina, los republicanos aprovecharon para pedir "un debate nacional abierto y franco" sobre el futuro de la monarquía. El consejero delegado de la organización Republic, Graham Smith, aseguró que la entrevista confirma lo que "muchos ya sabían: que la monarquía está podrida hasta la médula y no refleja los valores británicos".

No solo la institución monárquica fue acusada de racista. Enrique apuntó a la prensa, especialmente a los diarios sensacionalistas, con los que mantiene una larga batalla y a los que acusa de haber causado la muerte de su madre. "El Reino Unido no es intolerante, pero la prensa británica sí, en concreto los tabloides. Desgraciadamente, si la fuente de información es corrupta o racista o prejuiciosa, eso se acaba filtrando al resto de la sociedad", opinó.

Isabel II ha afrontado muchos escándalos en sus casi 70 años de reinado, como la crisis matrimonial de los príncipes de Gales en 1992, pero esta polémica va más allá. Algunos periódicos comparan la crisis con la abdicación del rey Eduardo VIII en diciembre de 1936, para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, en lo que supuso el punto más bajo de una institución con más de mil años de historia.