EN el Departamento de Gestión de Eventos Lamentables no se levanta un papel desde hace una semana. Oficialmente es por la campaña electoral pero yo me huelo que se han ido todos de vacaciones sin avisar. Se han dejado hasta las teles puestas, aunque sin sonido y sin los mandos a distancia a mano. Así que he visto eso que llamáis debates pero no los he podido escuchar. En líneas generales me pareció que había muy buen ambiente. El lunes, el tal Sánchez, un chico con muy buena planta, me pareció más serio; pero el martes ya vi que se reía más, así que supongo que eso que llamáis debate electoral es lo que en los años 50 del siglo pasado llamaban un happening. Una reunión artístico-cultural que parte de provocar, ver la reacción e improvisar después. Uno que ejercía de maestro de ceremonias se ocupaba de la tramoya, decoraba el lugar y hasta llevaba algo para picar, beber y, en los sesenta, algún psicotrópico. Ese debió de ser el tal Rivera porque estuvo los dos días venga de sacar y sacar fotos de los demás (para agasajarlos supongo) y el martes por fín desplegó un rollo de papel enorme que sería el ticket del supermercado, porque estas cosas se pagan a escote. El tal Casado debía de ser el homenajeado porque era una pura sonrisa y hacía chistes con carteles de los que se reían los demás. Me encantó el chico que hacía de Jesucristo. Vi uno igual, pero sin coleta, la víspera en Balmaseda. A éste, con el apropiadísimo nombre de Iglesias, no le fustigaron ni una mínima parte que al de la villa vizcaina pero, salvo un ratito que se vio que les regañaba a los demás ya el martes, mantuvo la misma actitud beatífica, brazos abiertos, palmas arriba. El boli no le iba con el personaje, la verdad, pero le ponía tanta pasión en el rostro que se le puede perdonar. Al final del segundo día se lió a pasarse fotos con el móvil al Casado y a su señora mientras Rivera pululaba sin cesar por el lugar; sin acabar de pararse a hablar con nadie pero con una agitación importante, como tratando de asegurarse de que todo el mundo lo había pasado bien. ¡Qué entrega!

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