Bilbao - Para Mario Vaquerizo la profesionalidad es muy importante en su vida. Dice que fue un estudiante profesional, se licenció con matrícula de honor, es muy profesional en sus relaciones personales, incluida la que mantiene con Olvido (Alaska) y cree que para ser padre o madre o eres profesional o mejor te dedicas a otras cosas. Por ejemplo, es el tío favorito de los hijos de sus amigos y puede maleducarlos: “Luego ya se dedicarán sus profesionales padres a mantenerles a raya”. Vaquerizo es amable, divertido y, sobre todo, se presta a todo lo que se le requiere, fotos incluidas con todo el mundo que lo reclame. Hasta en eso es “un profesional”.

Me sorprende usted, un libro para niños.

-Yo también estoy sorprendido, querida. Esto es un encargo de la editorial. Llevo cuatro o cinco libros con Espasa, los libros funcionan bien, se venden bien. Esto no deja de ser un negocio, pero también es cierto que yo no iba a hacer más libros hablando de mí.

¿Nos lo sabemos todo de Mario Vaquerizo?

-No, todo no. Pero creo que estoy más visto que el tebeo. Mi editora, que es muy lista, me dijo: Escribe para niños. Dije que no.

¿No le gustan los niños?

-Sí, me gustan. Considero que es difícil escribir para niños, no son tontos. Es un mundo en el que no me muevo, pero no porque no me gusten, soy el tío favorito de los hijos de mis amigos, de mis ahijados y yo llevo un niño dentro.

¿Por qué estamos hablando usted y yo si no quería escribir este libro?

-Porque me gustan mucho los retos y, por el negocio, dije sí y que iba a escribir de música, del rock and roll.

¿Cree que los niños y las niñas de ahora son rockeros?

-Sí. Pero yo quería explicarles que el rock no es solo ponerte una chupa de cuero y adquirir unos clichés, que son un poco absurdos y que están desfasados.

¿Qué es entonces?

-Una actitud ante la vida. Rockera es la gente que acaba siendo dueña de su vida.

Hago un repaso por los músicos que ha elegido y, perdóneme usted, algunos me parecen que están en las antípodas del rock.

-Por eso están los Village People, un grupo prefabricado, pero que consiguieron que en los estadios de fútbol se cantaran canciones de mariconeo como Go west. También está Raffaella Carrà, tampoco es rockera. Los Ramones no sabían tocar, pero hicieron de sus limitaciones un estilo que aún perduran.

No sé cómo de contentos estarán los amantes del rock puro con este listado de nombres.

-Que estén como quieran. También está Alaska?

Ya, pero ella tiene enchufe, es su mujer.

-No necesita enchufe. Ella, en un momento dado, termina un éxito total con Dinarama y comienza una nueva iniciativa que se llama Fangoria, no gusta a nadie; le echan de la casa de discos, empieza autoeditarselos discos y a base de invertir acaba triunfando.

Nunca me había fijado en la actitud rockera de Raphael, tampoco en la de Lola Flores.

-Sus actitudes ante la vida lo demuestran son superestrellas y para mí son auténticas rockstar.

¿Y Mozart? ¿También tenía alma de rockero?

-A mí me gusta la música clásica, por eso está él. Me parece un revulsivo y yo estoy a favor de los revulsivos. Ese niño, con la capacidad que tenía, y en vez de irse a festivales o fiestas populares como aquí, se iba por las cortes europeas y por los palacios.

Perdone, era lo que tocaba en la época. ¿Moraleja?

No hay que ser prejuicioso o fundamentalista en la vida.

¿No se ha planteado tener hijos?

Claro que sí, pero mi mujer no quiere. Yo soy muy profesional, hasta para ser padre.

¿Cómo es un padre profesional?

-Lo ideal es ser padre a los 30 o 33 años, más tarde no. Los niños requieren mucha energía.

Tampoco es usted Matusalén, que tiene 44 años.

-Pero yo no quiero un hijo para meterle en un internado?

Eso no se lleva, y los internados son muy caros.

-Tampoco quiero que a un hijo mío le cuide una nanny, de tenerlo, quiero cuidarlo yo como a mí me cuidaron mi padre y mi madre.

¿Ellos eran unos padres profesionales?

-Lo han sido. Los viernes y los sábados, cuando dejaban de trabajar, me llevaban al parque o al cine. Los fines de semana estoy actuando con las Nancys Rubias. ¿Voy a meter a un hijo mío en la nancyfurgo?

Así que ha renunciado.

-Es que Olvido (Alaska) no tiene ese instinto maternal necesario para un niño. No es que no le gusten los niños, que le encantan. En el fondo todo esto es muy egoísta, no tienes la obligación de educar, tienes el regalo de maleducar. Llegan a casa, les doy una merendola, les doy golosinas, les compro un montón de muñecas y muñecos y después se van a su casa. Hubiera sido padre hace tres años, pero también hay una realidad, la cuestión biológica de mi mujer. ¿Entiendes?

Por supuesto.

-Ella ya tiene 56 años y no podía ser; además, tampoco quería ella, y yo no tengo un hijo si no es de mi mujer.

Hablemos de otros proyectos. ¿Televisión a la vista?

-Tengo algunas cosillas, pero hablaremos más adelante. Tengo una suerte inmensa, todo lo que me proponen me gusta. Vengo de hacer una campaña de Pantene -mueve su melena muy orgulloso-. Me hace mucha ilusión.

Una firma que dirige sus productos a mujeres?

-Pues ya ves, querida, soy el primer hombre en Europa que hace un anuncio para Pantene, ya te digo, me hace mucha ilusión.

Supongo que le pagarán un pastizal.

-Sí, pero no solo es por el dinero, que también me gusta. Además, casa con mi trabajo, las Nancys Rubias hemos hecho una canción que se llama Peluquitas. ¿Qué te parece?

Que estoy impaciente por ver el anuncio para ver cómo mueve la melena al viento.

-Ja, ja, ja? Me gusta todo lo que estoy haciendo ahora. El otro día estuve vendiendo donuts en Madrid.

Un producto nada sano.

-Sí que lo es. De vez en cuando hay que darse un caprichito. Mírame, eso era lo que yo desayunaba, lo compraba en la panadería de la Flora cuando iba al colegio.

Con todo lo que hace tiene que estar forrado.

-Sí. Soy un obrero mediático, un obrero del rock, un obrero de la publicidad, de la televisión? Trabajo mucho, gano mucho dinero y como creo en el capitalismo no me siento mal por tener dinero. Es un dinero que me he ganado yo y, después de habérmelo ganado de la forma más profesional posible, hago con él lo que me da la gana.

¿Pagar impuestos? ¿Le parece bien?

-No lo hago porque me dé la gana, pero sí que lo hago porque hay que hacerlo, me guste o no. Soy un ciudadano muy bien educado gracias a mi padre. Te guste o no te guste la ley, es lo que hay. Si hay que tributar al 53%, se hace. Yo no tengo ninguna sociedad, Mario Vaquerizo tributa como persona física. La vida es así. Me investigan constantemente y nunca he tenido ninguna multa. No tengo nada que esconder.

¿Cuántas veces le han dicho no llegarás a nada en la vida?

-A lo mejor lo han pensado, pero no me lo han dicho a la cara, quizá porque yo nunca lo he permitido. Quizá no me lo han dicho por cómo me he mostrado al mundo, seguro y arrogante.

¿Lo es?

-Quizá esconda en esa actitud mis inseguridades?

¿Arrogante?

-A veces soy arrogante y prepotente. ¿Sabes por qué?

No.

-Vivo en un ejercicio de autorreafirmación. En el sentido de que me encanta lo que hago y me gusto ¿Soy arrogante? Pues sí. No echo de menos nada del pasado ni ansío nada del futuro. El presente es mi estado ideal. Eso hace que me reafirme y a veces sea arrogante. Lo que ocurre es que soy muy educado y no me gusta mostrar las malas caras y la arrogancia. Estoy muy seguro de lo que soy.

Se siente así incluso cuando se encuentra mal de salud.

-Hay momentos. Me diagnosticaron artrosis degenerativa y como yo le dije a la tonta de la médica: Si degenerativos somos todos, con la edad todos degeneramos. Después se descubrió que eran profusiones discales. Me di cuenta de lo arrogante que soy, el dolor me impedía ser yo y quería volver a ser yo. Quería mi vitalidad, mi pesadez, mi intensidad, mis carcajadas, mis mariconadas?

Dice Olvido que usted estaba intratable.

-Los dos tenemos mal genio. Olvido ha sufrido mucho con lo mío, echaba de menos al Mario al que estaba acostumbrada a tener en casa.

¿Mal enfermo?

-Aguanto mucho el dolor, me decían que tomara pastillas, pero no he querido, no me quiero enganchar a nada. Aguanto el dolor pero sí es cierto que me quejo mucho, grito mucho. Es que tengo genio, me enfado, grito y tiro cosas, pero una vez que ya lo he hecho, se me pasa. Ella es todo lo contrario, se calla, se calla, se calla? pero cuando voy a darle un beso, aparta la cara.

Le hace la cobra.

-Pues sí. Cuando me enfado, me cuesta mucho hacerlo, soy como la pólvora, pero luego se me olvida. Otras personas procesan los enfados de otra forma y hay que respetarlas.