S todo una leyenda en las cumbres pese a que todo comenzó en una pequeña bodeguita del barrio de Astola (Abadiño). Es allí donde Jacinto Sagarna era celebrado por toda la parroquia y, si me apuran, por el pueblo entero primero y por Bizkaia al completo después. ¿Su nombre no les dice nada...? Seguro que si menciono al pastor del Gorbea les suena más, muchísimo más.

Jacinto llegó al mundo en Zeanuri justo un año antes del golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936 que derivó en guerra, y heredó de niño el pastoreo como primer oficio. Tenía solo 9 años. Tras la mudanza de la familia a Durangaldea -al cumplir los 18 años- acabó abriendo junto a su esposa Rufina Aguirre en 1963 la Bodega Sagarna de Astola. Emprendieron en el barrio de Abadiño en el que ha residido y en el que el negocio continúa abierto con oferta también de conservas. Se hicieron conocidos por repartir vino por los caseríos de la zona. Años más tarde, el médico recomendó a Jacinto vivir en un lugar más seco y el matrimonio ya jubilado se trasladó durante un periodo a La Rioja, al municipio de Tudelilla.

Miremos hacia atrás para averiguar cuál era el origen de su leyenda. Sagarna, que heredó de su padre el título de Pastor del Gorbea, analizaba las témporas en los días previos al equinoccio y el solsticio, registraba las temperaturas en diferentes puntos del Gorbea, y añadía información de vientos, nubes y animales. Así lanzaba su previsión para toda la estación. “En el campo me di cuenta que los animales se iban a la cuadra sin cenar y al día siguiente nevaba”· llegó a contar en más de una ocasión. Sin embargo, él aseguraba que la mayor proeza en este campo de la meteorología silvestre correspondía a su padre, Pablo Sagarna. “Predijo que nevaría en el Gorbea en pleno agosto... ¡Y nevó el día 14!” exclamaba con asombro.

Él fue, dicho con permiso de sus antepasados y de sus sucesores, el auténtico Pastor del Gorbea, el hombre que se hizo famoso por sus predicciones meteorológicas basadas en las témporas del calendario lunar. Era el hombre que leía en los cielos.

A día de hoy, en Abadiño, Zeanuri, Gorbea y por extensión en toda Euskadi nadie le olvida. Su sobrino, Iñaki Sagarna, acude a su memoria para recordar que Jacinto fue el primero que salió a recibirles a él y a su padre Paulino a su regreso de Chile, país en el que vivieron. “Nunca lo olvidaré”, aseguraba hace un tiempo Iñaki en DEIA. “Yo vine de Chile y no había tocado la nieve. Fue él quien me llevó al Gorbea y estuve tocándola hasta que se me quemaron las manos. Tuve que ponerlas encima del motor que el Ebro 4x4 llevaba entre los dos asientos delanteros. Aún así fue uno de los momentos más felices de mi vida. Y desde entonces hasta el día de hoy siempre que blanquea pienso que me gustaría no pisarla para que no desaparezca. Seguro que Jacinto pensaba igual”.

Los aficionados a la meteorología empírica, y, desde luego, también muchos agricultores y gentes del mundo rural, conocían bien a este hombre, criado en las montañas vascas. No en vano, en esa infancia y primera juventud, hasta los 18 años en los que se convirtió en vinatero, era un hombre de cumbres. Pasaba temporadas de hasta seis meses en el monte, donde subía el 1 de mayo y ya no bajaba hasta estar cercana la Navidad. Fue ahí donde recogió el acervo popular, muy celebrado entre sus seguidores, por mucho que la ciencia meteorológica no le diese pábulo ni crédito.

En septiembre de 2018 Jacinto falleció a la edad de 83 años. Pese a que el título de título Pastor del Gorbeacomo hombre del tiempo siguen vigente, el adiós de Jacinto supuso una suerte de despedida a la tradición.

Nació en Zeanuri en 1935, justo un año antes del golpe de Estado que derivó en la Guerra Civil y a los 9 años ya era pastor

Si los animales se iban a la cuadra sin cenar al día siguiente nevaba. Su padre vaticinó nieve en agosto en Gorbea y acertó