Solo diez años antes de que Arnaitz Fernández naciera, al hombre del tiempo lo podían ahorcar, y todo por haber informado granizo, rayos, truenos y viento huracanado. De acuerdo, era solo una canción (Revuelta en el frenopático, de Kortatu), pero lo que sí es cierto es que aquellos hombres del tiempo de antes contaban con muchos menos medios que los actuales y estaban sometidos al pimpampun de los espectadores. A pesar de lo cual su figura era la de alguien familiar, que entraba en casa cada día durante el telediario y al que se le disculpaban o se tomaban a chanza los errores.

Hoy, cuando la fiabilidad es mucho más alta, a los nuevos hombres y mujeres del tiempo todavía los siguen viendo cada día en directo un millón de personas. La suya continúa siendo una profesión de riesgo, en una época en la que la meteorología acapara titulares y en la que planificamos buena parte de nuestra vida de acuerdo con sus previsiones, a veces con una fe ciega, olvidándonos de la imprevisibilidad de la naturaleza ("¡Mañana hará el tiempo que a mí me dé la gana!", decía también la canción de Kortatu).

A pesar de todo ello, nuestro protagonista, el pamplonés Arnaitz Fernández, quiso desde que era solo un niño presentar el tiempo en el telediario de RTVE. Lo ha conseguido con solo 25 años. Desde hace unos meses el suyo es un rostro popular. Se le amontonan las entrevistas ("A ver si no me preguntas lo mismo que todos", dice, con cierto ímpetu juvenil) y desde lo alto siente vértigo al ver cumplidos ya buena parte de sus sueños, lo cual no le impide disfrutar de ellos y de la felicidad de haber convertido su pasión en su trabajo. De todo ello hablamos con él un soleado día de septiembre.

Está en un momento dulce, ¿cómo se siente?

Trabajar en RTVE presentando El Tiempo era un sueño a largo plazo. Para la gente a la que nos gusta mucho la meteo es el espacio de referencia, y yo a veces lo comentaba con mis padres: ¿Te imaginas estar ahí, con treinta o cuarenta años?, pero de repente surgió la oportunidad y... todavía no me lo creo, la verdad.

¿Cuándo empezó usted a sentir atracción por la meteorología? ¿Tuvo algo que ver esa nevada que cayó el día que nació?

La nieve creo que tuvo parte de culpa, porque desde pequeño me quedaba embobado cuando sucedía algún fenómeno curioso, una nevada, tormentas... Yo era muy curioso, me preguntaba por qué pasaban algunas cosas, no solo relacionadas con la meteorología, sino también con la astronomía, la naturaleza, la biología... Con 14 o 15 años encontré un libro de divulgación en una librería, Introducción a la meteorología, de José Miguel Viñas, lo leí y la pasión fue yendo a más, hasta que luego a la hora de decidir la carrera elegí la que más tuviera que ver con eso, que fue Física.

Pero creo que junto con esa pasión por la meteorología usted compartía también la de la comunicación.

Sí, de niño me ponía al lado de la tele, presentaba los programas, luego en el instituto imitaba a los profesores, porque era muy observador y me llamaban la atención y me quedaba con las peculiaridades de cada persona, y además me gustaba hablar en público, aunque de pequeño era muy tímido. Ahora se han juntado esas dos partes, hacer previsiones meteorológicas y esa faceta de comunicador, y yo diría que últimamente una tercera, que es hacer grafismos, porque en RTVE tienen un software muy potente para visualización de mapas y de diferentes variables.

Su trabajo entonces no tiene mucho que ver con el de los hombres del tiempo de hace años, como Mariano Medina o Paco Montesdeoca.

Yo no viví aquello. Durante los diez o veinte últimos años yo diría que ha mejorado mucho la previsión, el porcentaje de acierto, en gran parte por avances en tecnologías como la supercomputación (los modelos meteorológicos son al final muchos cálculos numéricos que los hacen supercomputadores) y por otra parte ha habido también un gran avance en los medios a la hora de explicar el tiempo, con una visualización más atractiva y amena que la de aquellos meteorólogos, que creo que salían con una pizarra.

El hombre del tiempo entonces estaba mucho más expuesto a fallos, casi era un deporte meterse con él, pero a la vez era alguien familiar, que entraba en todos los hogares. ¿Eso sigue pasando, se sigue sintiendo así?

Hombre, yo todavía no soy tan conocido, aunque ya empiezo a notarlo, porque RTVE tiene unas audiencias muy altas, y el espacio más visto de los informativos es El Tiempo, que ve más de un millón de personas, y un poco de presión sí que tienes.

Además, ahora casi les exigimos a ustedes infalibilidad, o un tiempo a medida, olvidándonos de la imprevisibilidad de la naturaleza.

Yo creo que nosotros tenemos la obligación de explicar la incertidumbre que va asociada a los fenómenos atmosféricos, porque al final la atmósfera es un sistema caótico, y en el futuro la clave va a ser hablar de probabilidades; por ejemplo, decir que hay un 50% de lluvia, aunque igual la gente lo que entiende entonces es que no te la quieres jugar, pero lo que hay que explicar es lo que hay detrás de ese 50%. Siempre hay probabilidades de fallos, sobre todo en situaciones de tormentas, nevadas, donde hay que atinar mucho y todavía los modelos meteorológicos no son del todo fiables. Pero eso también está muy bien, no saber siempre qué tiempo va a hacer al día siguiente. Yo a veces hasta tengo nostalgia de cuando no mirabas las previsiones, te levantabas al día siguiente y ¡sorpresa! Llevo años sin sorprenderme. Igual tengo que hacer alguna vez el experimento de pasarme dos semanas sin mirar mapas y a ver qué pasa.

Ahora ustedes cuentan con muchos más medios, pero, ¿hasta dónde se puede llegar en el nivel de acierto de las previsiones?

Hace diez o veinte años las previsiones eran muy fiables a un día vista, y durante los últimos diez años las previsiones a dos, tres días, son también casi infalibles. A día de hoy estamos en que las previsiones a cuatro, cinco días son bastante fiables, y en un futuro llegaremos a poder hacer previsiones para seis días, o una semana, que tengan una fiabilidad de un 80%. Se está tendiendo a que la fiabilidad a varios días sea bastante elevada, y no me refiero a las aplicaciones de los móviles, donde sacan previsiones a catorce días que hoy por hoy no tienen ningún sentido, aparte de que son previsiones automáticas, sin ninguna persona detrás que la revise. Por eso hoy en día una previsión del tiempo que la haga y la comunique una persona tiene mucho valor y va a seguir teniéndolo.

Además, con una aplicación del móvil uno no puede hablar del tiempo en el ascensor. ¿A usted le preguntan, le piden previsiones?

Sí, y a veces me dan ganas de hacerlas, pero me contengo y suelo decir que no estoy en horario laboral.

Durante el tiempo en que lleva haciendo pronósticos le ha tocado vivir unos cuantos fenómenos históricos, como las olas de calor, Filomena

Sí, durante este último año está habiendo muchas situaciones históricas, últimamente casi cada semana en el algún punto del planeta hay una de esas situaciones. Destacó Filomena, en la que las previsiones meteorológicas fueron muy acertadas para una situación tan complicada, o la ola de calor en agosto, con la que me estrené en RTVE, con temperaturas de récord. Sí, parece que esa es la tendencia, que este tipo de fenómenos vayan a más.

¿Y a veces el tiempo o los fenómenos naturales no se convierten en un espectáculo informativo, como ahora con el volcán, olvidando su cara más trágica? Y al revés, ¿es normal que se convierta en noticia que haga calor en verano y frío en invierno?

A veces hay un amarillismo en torno a eso, titulares como Llega un huracán venden mucho, impactan, y los meteorólogos siempre tenemos una lucha con los periodistas, porque hay que matizar muchas cosas. Es normal que haga calor en verano y frío en invierno, pero lo que no es normal es la frecuencia de estos episodios históricos, que según las simulaciones meteorológicas es algo que va a ir a más y con lo que tendremos que convivir. Respecto al volcán, en cierto modo es lógico, está esa parte de pérdidas materiales y económicas, y es una pena, claro, pero desde el ámbito científico, para vulcanólogos y geólogos es una oportunidad para aprender y conocer en vivo situaciones que se dan muy de vez en cuando.

Ahora, por cierto, parece que hay un montón de vulcanólogos. ¿Existe mucho intrusismo en su profesión?

Sí, con la pandemia había muchos expertos en epidemiología que luego se convirtieron en vulcanólogos, pero en situaciones muy específicas hay que preguntar a los que saben de eso. Yo, por ejemplo, tampoco soy vulcanólogo, y cuando me preguntan algunas cosas, como el otro día, sobre las consecuencias en la biodiversidad de la llegada de lava al mar, no tengo ningún reparo en decir que no lo sé, porque no es mi ámbito. Por otra parte yo también hacía mis previsiones en Twitter cuando todavía no había acabado la carrera, pero siempre es importante que la referencia sean los medios oficiales, las agencias de meteorología, Aemet, Euskalmet...

¿Cuánto le debe usted a Twiter?

Buf, yo sin Twiter... Nunca he mandado curriculum a ningún sitio, a mí me ha ido llegando todo a través de esa red social, en la que he podido divulgar lo que me apasiona, y desde allí es desde donde he recibido todas las ofertas. Tiene su lado bueno, que te haces ver, y su lado malo, que es también que te haces ver, la exposición.

A usted desde luego le ha ido bien, pero, ¿cómo vive ser tan joven y ver cumplidos ya gran parte de sus sueños?

Me da un poco de vértigo porque mi sueño era presentar El Tiempo en RTVE y ya lo hecho realidad. Y, claro, te preguntas: ¿A partir de aquí, qué? Pero bueno, lo que intento es tener los pies en el suelo, buscar que este se convierta en un trabajo más estable, más duradero, en definitiva, trabajar para poder trabajar de lo que me gusta.

¿Eso implicaría tener que trasladarse a Madrid?

Sí, y de hecho ya estoy trasladado, tengo allí piso. Para mí, trabajar en lo que me gusta es lo más importante. Siempre tira la tierra, yo soy muy de casa, pero bueno, hay días libres y te puedes escapar, porque en tres horas estás en Pamplona.

¿Está abierto a otras cosas que no sean presentar el tiempo?

Sí, como he dicho me apasiona la comunicación y si surgen cosas, estoy abierto, pero bueno, ahora mismo estoy cumpliendo este sueño y quiero disfrutar de él.

O sea, que nos estamos adelantando, estamos también haciendo previsiones.

Sí, y luego vete a saber, fallarán o no, pero bueno, hay casos como Mónica López, que empezó como meteoróloga y después estuvo presentando un programa que no tenía nada que ver.

Todavía no hemos hablado de algo que es inevitable hablando del tiempo, que es el cambio climático. ¿En qué nos afecta en nuestro día a día?

Cuando sucede algún fenómeno brusco se tiende a decir en la calle que se debe al cambio climático, pero no siempre tiene por qué; a veces la clave está en la frecuencia, cada vez se ve que esos fenómenos extremos se producen con más frecuencia y de manera más extrema. Para relacionarlos con el cambio climático hay que hacer un estudio de atribución, pero en los últimos años sí se está viendo que es así.

¿Y qué podemos hacer? Porque muchas veces nuestro compromiso contra ese cambio climático es solo de boquilla.

A nivel personal podemos hacer un cambio de estilo vida, que es complicado, pero lo importante son los cambios a nivel gubernamental, como reducir emisiones de CO2. Se han hecho varias simulaciones de qué situaciones se esperan con diferentes niveles de emisión, y se ve que según las diferentes situaciones la temperatura media o va a subir muchísimo, o mucho o simplemente va a subir. Es decir, que estamos en un momento en el que la situación va a ir o muy a peor, o a peor, en la que ya no podemos neutralizar eso y en la que lo que debemos hacer es intentar reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero.

En ese sentido, ¿la labor de las mujeres y hombres del tiempo, además de la puramente informativa, tiene también que concienciar, ser pedagógica?

Totalmente, somos la cara visible y tenemos que trabajar en comunicar todo esto. Mis compañeros de RTVE, por ejemplo, han publicado hace poco un libro, El desafío del clima, en el que dan pistas sobre qué podemos hacer para intentar mitigar el cambio climático. Los comunicadores de la ciencia y la meteorología, en concreto, somos una referencia de información rigurosa a los que la gente va a tener en cuenta, por eso nuestro papel es clave, y creo que el futuro de los espacios informativos del tiempo va a ir también por ahí, por ser espacios para hablar también de medio ambiente y de cambio climático.

¿Entre los jóvenes como usted nota mayor preocupación o concienciación?

Hay preocupación, sí, y movimientos que reclaman a los gobiernos cambios, pero la duda es si existe la fuerza de voluntad en cada uno de nosotros de cambiar estilos de vida. Es difícil, y yo mismo no me veo capaz de renunciar a ciertas cosas, a coger un avión, por ejemplo, o el coche para hacer un viaje, pero hay ciertas cosas que efectivamente deberíamos empezar a plantearnos.

¿Usted llega a desconectar de su trabajo, se quita el traje de meteorólogo y lleva la vida de un chico de su edad?

La verdad es que ahora mismo es algo que me apasiona, que estoy descubriendo todavía, cada vez más, y no consigo desconectar del todo. Hombre, yo salgo de fiesta con mis amigos, soy socio de Osasuna y voy a El Sadar, tengo mis aficiones, veo películas, pero sí, me levanto y lo primero que hago es subir la persiana, mirar los mapas€ Sí hay compañeros que en sus días de fiesta desconectan, y me recomiendan hacerlo, pero yo no puedo, aunque no es algo que haga por obligación, sino porque me gusta, me apasiona, así que lo hago de manera automática.

¿Se ha preguntado que habría sido usted si aquel día que nació no hubiera nevado?

En los próximos años creo que tengo claro que acabaré trabajando de esto. RTVE es un altavoz muy grande, te ve mucha gente (de hecho, he recibido ofertas de otras cadenas), pero me gusta mucho la docencia, también me gustaría aprender teatro, he dado charlas, actos, este tipo de cosas me atraen.

No está mal para haber sido un niño tímido.

Es una cosa curiosa y no sé en qué momento cambió. Soy una persona con bastante ansiedad, que le da vueltas a todo y saber estar frente a una cámara, controlar la situación, te ayuda a relativizar las cosas. Cuando estoy ante la cámara no pienso en que me he puesto ante un millón de personas. Sí que tienes cierta presión, porque hay un equipo detrás del que eres la cara visible y quieres hacerlo bien, pero una vez que empiezo ya me tranquilizo y todo sale de manera natural. A fin de cuentas, estoy haciendo lo que me gusta.

PERSONAL

Nombre: Arnaitz Fernández Elías.

Lugar y fecha de nacimiento: Pamplona 16 de diciembre de 1995.

Formación: Estudio en la ikastola Axular y el Instituto Eunate de la Txantrea (Pamplona), y posteriormente Física en la UPV.

Trayectoria: Ha colaborado haciendo previsiones metereológicas en Navarra TV, en los programas Atera kontuak y Eztabaidan de EITB1, en Boulevard de Radio Euskadi y En Jake de EITB2. Actualmente presenta El Tiempo de RTVE, cubriendo una baja por paternidad, algo inusual por su juventud. Y espera seguir en ello.