madrid - Hasta tres años de investigación, meses y meses de estancia en el municipio de El Palmar de Troya (Sevilla), y muchas horas de entrevistas -"hemos tenido que tirar de paciencia", admite Israel del Santo- han servido para crear una serie documental sobre la secta que nace a raíz de que en 1968 unas niñas asegurasen que se les había aparecido La Virgen. El Palmar de Troya son cuatro episodios de unos 50 minutos de duración, cada uno, en los que aparecen testimonios reales de exmiembros de esta congregación o archivos e imágenes inéditas, como audios -que ponen los pelos de punta- de Clemente Domínguez, el fundador de esta iglesia palmariana y autoproclamado Papa Gregorio. A ello, se suman recreaciones que consiguen meter al espectador en el ambiente de "una de las sectas más tóxicas, dañinas y peligrosas del mundo", como opina el propio director de la serie, que es un recorrido por cincuenta años de historia -la secta sigue aún activa-, de suciedad, de personajes surrealistas, de situaciones grotescas, de abusos de todo tipo... Todo transmitido bajo el sello personal de Israel del Santo, que cambia de registro totalmente tras sus anteriores proyectos, ya que, por ejemplo, en Conquistadores Adventum recreó las tres décadas entre el primer viaje de Cristóbal Colón y la circunnavegación de Juan Sebastián Elcano.

¿Qué encontrará el público en esta serie documental?

-Es un tema retorcido y rebuscado? Es la primera vez que se juntan todas las piezas para contar la historia de El Palmar de Troya, que suele ser un tema recurrente en televisión, de vez en cuando, pero sobre el que no se profundiza. Nosotros hemos renunciado a las cámaras ocultas o a las entrevistas cortas. Es un pueblo que está acostumbrado a ver reporteros, pero nosotros hemos dedicado mucho tiempo a las entrevistas. Es una serie que es una tragicomedia. Es divertida de ver, pero lo que se cuenta es terrible. Esta es una de las sectas más tóxicas, dañinas y peligrosas del mundo.

¿Cómo ha sido mezclar lo terrorífico de la historia con los puntos de humor?

-El subdirector, Daniel Boluda, pone lo terrorífico y yo, el humor (risas). Balancear eso ha sido uno de los retos más difíciles. Parece que, si vas a la risa, le faltas al respeto al terror y si te centras en el terror, estás renunciando a una parte fundamental, que es el esperpento de algunos momentos. Por lo que combinar las dos cosas ha sido una labor importante.

También habrá sido complicado condensar todo lo que dan de sí tres años de investigación...

-Sí, es una historia muy compleja de contar en cuatro horas porque son cinco décadas. Uno de los retos, además, era contar todo esto sin un narrador, que fueran los propios testimonios los que ejercieran como tal. El otro gran reto era hacer convivir todo de manera visual: los testimonios, las recreaciones, lo obtenido del trabajo de investigación, las cintas de cassete, las cintas de súper 8? Pero una vez que estaba todo junto cuadraba bien. Encajaba y funcionaba.

¿Qué mensaje ha intentado lanzar con este trabajo?

-Es un retrato cronológico y emocional que hemos querido tratarlo desde el respeto. Y yo creo que tiene un perfil de denuncia. Por desgracia, las autoridades no han prestado atención a esta secta, que en los ochenta, llega a tener un capital enorme.

¿Cuáles son los casos o los sucesos en el seno de esta secta que más le han impactado?

-Se lo curran para ver cuál es el caso más turbio. Cuando crees que lo tienes todo, aparece otro con un caso más sorprendente aún. Hay cosas que se ven en la serie que tienen que ver con el abuso psicológico, el control mental y condicionamiento que son terribles. Es lo que dice uno de los psicólogos del documental, que me parece que lo explica perfectamente: "El consentimiento sexual solo se puede dar en libertad y ahí no son libres". Y eso es muy turbio. Pero tampoco formaba parte de nuestro plan hacer una enumeración de aberraciones a lo largo de cinco décadas, sí centrarnos en lo más importante que lleva a cabo una secta, que es el abuso psicológico. Otra cosa es que sí mostremos en el documental algunos ejemplos de ello, pero es para hacer entender al espectador esto, no como enumeración de aberraciones.

Han conseguido hablar con el actual 'Papa' y entrar en la basílica de El Palmar. Pero eso no lo ha incluido en el documental. ¿Por qué?

-Conseguí sentarme con el actual Papa, que es una de esas experiencias únicas gracias a este trabajo que tenemos? Fue muy emocionante. Llegamos a muy buen entendimiento y me invitó al oficio posterior. Fui un par de días. Pensé que iba a ser fácil, pero son cuatro horas rezando; me puse en la parte izquierda, con los hombres, y pensé que, si los críos que tenía al lado, que el más mayor tendría unos 12 años aguantan de rodillas, yo también. Al de dos horas, un niño me trajo un cojín y ya estuve mejor. Pero nunca le propuse participar, aunque seguramente habría dicho que no, porque no cumple los requisitos como los demás: que realmente tiene una historia que contar. Quizás si le entrevistamos dentro de cinco años porque ha decidido irse su testimonio sí sea maravilloso o necesario, ahora va a hablar desde el punto de vista de Papa de los palmarianos.

¿Qué piensan de esta secta los vecinos de El Palmar que no pertenecen a ella? ¿Cómo es la vida en ese pequeño municipio?

-Siempre se han llevado bien los palmarianos con los no palmarianos. Claro, los palmarianos no hablan con los demás, entonces ahí no hay problema. Incluso, el alcalde tiene muy buena relación con la cúpula de los palmarianos. Ellos tienen muy normalizado este tema. Se han acostumbrado a ello. A las cuatro de la tarde suenan las campanas de una basílica gigante en un pueblo muy chiquitito y se llena el camino de palmarianos que van allí a rezar y no salen hasta las ocho. Es parte del pueblo. Pero hay que aclarar que esta iglesia palmariana tiene más adeptos en Irlanda o Alemania que en Sevilla. Es algo muy global. Sabemos de fieles también en Canadá, Filipinas, Paraguay? No solo ocurre en un pueblecito a 30 kilómetros de Sevilla. Es algo que llega muy lejos.

¿No se ha encontrado voces en contra de la secta dentro de El Palmar entonces?

-Hay que tener en cuenta que cuando Clemente y compañía deciden construir una basílica a imagen y semejanza de la de El Pilar, de repente, El Palmar es el pueblo de España con menos paro. Se produce una simbiosis maravillosa, porque de repente todo el mundo tiene trabajo y se construye una basílica en quince años, con carpinteros, albañiles, proveedores, servicios? Y a raíz de aquello, se han acostumbrado y viven en paz y armonía desde hace mucho tiempo. De alguna manera, la iglesia palmariana, además, ha puesto a esta aldea en el mapa. Sí hay gente que te habla mal de los palmarianos, pero también te dicen: Pero en el 68 pasó algo. Distinguen eso de lo que montaron luego; trazan esa línea. También conocimos a varias de las niñas que dijeron haber visto a La Virgen, que tienen ahora 65 años, y hemos conversado mucho con ellas. No han participado en el documental porque esa no era la historia. Y dos de ellas van todas las tardes a la basílica a rezar. Son fieles, simpatizantes. No son internas, sí tienen distancia con los palmarianos.

¿En qué momento está ahora la iglesia de El Palmar?

-Está, que ya es bastante logro? Han pasado de cerrarse en sí mismos y de ser totalmente impermeables a tener Instagram, que tienen solo 130 followers y dos somos Dani (el subdirector) y yo. Y bueno, esto ya es más una elucubración, pero sí parece que tiene un problema de número de fieles, y, por lo tanto, de ingresos.

¿Considera que un proyecto como este podría tener cabida en la televisión en abierto?

-Hoy en día en las televisiones, todos sueltan la frase de: "Estoy haciendo una televisión distinta". Pero realmente quienes lo dicen y, además, lo hacen son muy pocos. Como Movistar, hay muy pocos. No sé si hay más, de hecho. Por suerte, proyectos como este se pueden hacer aquí. ¿En Televisión Española, hacer algo sobre el Palmar de Troya? Teniendo en cuenta que los que deciden ya eran mayores cuando nació el Palmar de Troya... Pues creo que no.