cHICHO Ibáñez Serrador, el creador con quien la televisión tendrá una deuda impagable en el Estado, vivió sus últimos años agradecido por la compañía que le daba este medio en sus horas de enfermedad y también consciente de haber “ayudado a que la televisión en España pasara la frontera”.

Su talento y creatividad estuvieron siempre al servicio de la innovación desde el entretenimiento, ese que, en los tiempos más grises de la historia del país, llevó un punto de luz, color, alegría y atrevimiento a millones de espectadores en programas como Un, dos, tres... responda otra vez o Hablemos de sexo. “Estoy sentado en la cama frente al televisor, tengo uno muy grande, muy grande. Me entretiene y hace que pase el día más rápido. Solamente por eso tengo que dar las gracias a la televisión”, relataba a Efe en noviembre de 2010, recién galardonado con el Premio Nacional de Televisión.

fusión Lo decía quien había forjado en España el concepto de televisión como medio de posibilidades plenas para el entretenimiento, que culminó en 1972 con una revolución en forma de concurso llamada Un, dos, tres... responda otra vez. En él fusionó los conceptos que hoy siguen sustentando este tipo de programas: las preguntas y respuestas, las eliminatorias y la habilidad psicológica, esta última concretada en la subasta, donde se podían ganar premios entonces increíbles como un coche o el famoso “apartamento en Torrevieja, Alicante” o, por el contrario, irse a casa con la temida calabaza Ruperta. Adornado con guapas secretarias que llevaban las cuentas del programa -“han sido equis respuestas, a 25 pesetas cada una....”, no todo era bello para los concursantes, que debían enfrentarse al “lado oscuro” de la suerte, representado por Don Cicuta (Valentín Tornos) y sus pérfidos ayudantes.

Nacido en Montevideo el 4 de julio de 1935 y emigrado a España con sus padres, los actores Pepita Serrador y Narciso Ibáñez Menta, en 1947, Narciso Chicho Ibáñez Serrador se forjó como técnico y artista en la compañía de su madre y en 1954 debutó como actor con la obra Filomena Marturano, cuatro años antes de instalarse en Buenos Aires, donde se inició como director, realizador y guionista de televisión. En 1963 regresó a España y trabajó en teatro como autor, director y actor, con Aprobado en inocencia, una comedia que estuvo en cartel durante cuatro años y con la que, cuatro décadas después, reapareció en la escena del Teatro Infanta Isabel con su título original: Aprobado en castidad (2001).

En 1964 ingresó en TVE, donde rápidamente dejó su impronta en series como Historias para no dormir, que a partir de 1966 instauró en España el género de terror, que ni el cine había explorado. Los bulbos, El último reloj, Historia de la frivolidad, Doctor Jekyll y Mr. Hyde (rodada junto a su padre), fueron otras de sus series antes de que, en la década de los 70, propusiese a TVE un proyecto de concurso televisivo basado en otro que ya había producido en Argentina en 1958, Un, dos, Nescafé. Se mantuvo en pantalla durante 33 años -22 de ellos ininterrumpidamente-, con cuotas de popularidad increíbles, por el que pasaron todos aquellos actores y cómicos que eran alguien entonces en España y que descubrió al gran público a profesionales de la interpretación como Agaty Lys, María Casal y Victoria Abril. En abril de 1994 Un, dos, tres... responda otra vez dejó de emitirse y volvió en 2004 con el título Un, dos tres... ¡A leer esta vez!, con un plató temático dedicado a un clásico de la literatura y con Luis Larrodera en el difícil reto de igualar a ilustres antecesores como Kiko Ledgard, Mayra Gómez Kemp, Miriam Díaz Aroca y Jordi Estadella.

“waku waku” Al todoterreno televisivo que fue Ibáñez Serrador se debe el concurso de TVE sobre el mundo animal Waku Waku, estrenado en 1989 con Consuelo García Berlanga y por el que desfilaron varias presentadoras, la última Nuria Roca. En 1990 comenzó en la misma cadena Hablemos de sexo, convertido en el primer espacio de información y divulgación sexológica de la televisión, que condujo la psicóloga Elena Ochoa.