HASTA la India, concretamente a Goa, viaja la cineasta francesa Mia Hansen-Løve con su último largometraje, Maya. Un filme en el que con los paisajes indios como telón de fondo, retrata el renacimiento y la búsqueda introspectiva que realiza un hombre tras haber sufrido una dura experiencia.

Porque en Maya, Hansen-Løve toma como punto de partida la figura del corresponsal de guerra. Una profesión que plantea desde un secuestro, el que sufren dos periodistas franceses en Siria. Y cuando tras cuatro meses son liberados, Gabriel -Roman Kolinka- se reencuentra con su familia y su novia, pero no hace lo propio consigo mismo. Incapaz de encontrar un rumbo y tras varias semanas casi ausente, Gabriel decide viajar a a Goa, donde se crió con su madre. Será allí donde conocerá a Maya -Aarshi Banerjee-, una joven india que romperá sus esquemas. O quizá los una.

“Mi objetivo principal con la película era mostrar la búsqueda interior y el renacimiento de un hombre después de una dura experiencia”, plantea Hansen-Løve, quien ha dirigido otros proyectos como El porvenir (2016) o El padre de mis hijos (2009). Lo hace tratando de escapar de tópicos como retratar el trastorno de estrés postraumático o presentar un protagonista dado a las drogas, el alcohol y hoteles de mala muerte. Porque Gabriel es “un personaje ambivalente” que va a India con la esperanza de “restablecer el contacto con algo profundo que lleva dentro” y, sin embargo, por su camino se cruza “una joven india que le hace resucitar”.

La sensualidad de la India Con India como parte protagonista del filme, cuenta Hansen-Løve que después de El porvenir tenía la necesidad de alejarse de Francia y enfrentarse a otro mundo, con todos los riesgos que ello implica. “Quizá puede verse como una huida”, opina, pero también un intento de encontrarse consigo misma, ya que India era un país donde podía distanciarse, y mucho. Y eligió Goa, “un paraíso perdido y una utopía vendida al mejor postor”, para apartarse de la visión esquemática de India, “como un país atrapado entre el esplendor y la miseria”.

Con esos paisajes como escenario, es ahí donde irá evolucionando la relación entre Gabriel y Maya, basada en una atracción a la par que amor imposible. “Me pareció imposible filmar India sin intentar comunicar la sensualidad que lo invade todo y cómo esto se combina con una espiritualidad omnipresente”, lanza la directora, que encontró en la joven Aarshi Banerjee a la persona idónea para encarnar el papel de Maya, dada su “luminosidad, sencillez pero también profundidad humana”. Lo hizo, además, en el que es su debut en la gran pantalla y la directora define como “un milagro” haberla encontrado: “Aarshi vive en Bombay y no había actuado nunca, pero no creo que hubiera podido hacer la película sin ella”. Además, cree que es una joven “atemporal y contemporánea a la vez” y que se aleja en cierta manera “de los cánones de Bollywood”. En cuanto a Roman Kolinka, quien da vida a Gabriel, con Maya son tres las ocasiones en que directora y actor han trabajado juntos, pero es la primera vez que ha guiado toda una película. “Quedé atónita ante su enorme adaptabilidad y su resistencia”, confiesa la directora.

Y como último ingrediente, Hansen-Løve reivindica el gran peso que ha adqurido la música en la que es su película “más romántica” hasta la fecha. Porque si bien Gabriel intentará seguir sus reglas, “terminará rindiéndose y su cuerpo tomará las riendas”, avanza.