Bilbao - Loreto Mauleón es muy joven, no ha llegado a la treintena pero tiene un buen currículo a sus espaldas. Es ingeniero técnico de Caminos, pero no fue la ruta de su titulación la que siguió, se desvió y se convirtió en actriz, una disciplina que siempre le había gustado y que combinó con sus estudios. Lleva siete años en el mundo de la escena y se siente feliz con la experiencia que ha vivido en el Teatro Arriaga. En La viuda alegre es parte del coro y el cuerpo de baile. El lunes, combinando con la última semana en el teatro, comenzó la grabación de la nueva serie que ETB-1 emitirá en septiembre, Aitaren etxea. Ella es la protagonista femenina, Irene, la hija del alcalde del pueblo, papel que tenía que haber interpretado Aitor Mazo y que ahora hará Kandido Uranga.

¿Le fue fácil compaginar una carrera de ingeniería con la interpretación?

-Fácil no. La carrera no me motivaba demasiado pero una vez que la empecé quería terminarla. Mi motivación era trabajar, lo compaginaba como podía y tenía unos compañeros muy majos en clase que me pasaban los apuntes de vez cuando y gracias a ellos, y también a que iba a clase, fui sacando las asignaturas.

¿Qué quería ser realmente?

-Siempre me ha gustado esto, me gustaba desde pequeña y hacía teatro, baile, canto... Pero las cosas se dieron de otra forma y me metí a estudiar Obras Públicas. Tuve la oportunidad de estudiar doblaje y hacer algún casting y todo empezó a salir bien. Vi que era posible meterme con mayor profundidad en esta profesión. Salieron opciones de trabajo y fui cogiéndolas según venían.

¿Recuerda su primer trabajo?

-Sí, La maquina de pintar nubes con Patxo Telleria y Aitor Mazo. (La voz le cambia al decir el último nombre).

En ‘Aitaren etxea’ estaba previsto que Aitor Mazo hiciera el papel de su padre.

-Fíjate. Así estamos, de esto casi no puedo hablar. Tenemos mucha pena todos, qué puedo decir yo.

¿Se ve en una serie de mitad de la década de los 50?

-Sí, por qué no. Cuando te maquillan, te peinan y te vistes, te miras y dices: “Ya está, ya me he metido en los años 50, otro personaje nuevo”. Al final, la mitad del trabajo es verte en otra personalidad distinta.

¿Tiene facilidad para cambiar de personaje?

-No sé, es la labor del actor o la actriz, hoy eres una persona, mañana otra. ¿Facilidad? No sé qué decir, trabajo duro sí que es. Me gusta cambiar de personalidad y cuando te dan opción de hacer papeles diferentes se agradece.

¿Cómo es la grabación?

-Muy intensa, está previsto que dure ocho semanas y muchas horas al día. Pero estoy encantada, es como si fuera una peli corta, lo daremos todo en ese tiempo y luego a esperar y ver si gustamos a los espectadores.

¿Qué le parece el vestuario?

-Me encantó. Cuando hicimos las pruebas me sorprendió y me gustó, me siento cómoda.

Hablemos de su personaje.

-Se llama Irene y es la hija del alcalde.

La historia de un amor imposible.

-Eso es. Una historia muy interesante, una historia con muchos problemas para los protagonistas, una historia que espero que guste. Yo la hago convencida de que va a ser así.

Ha estado una temporada trabajando en castellano y ahora vuelve al euskera...

-En realidad no tengo muchas dificultades con uno u otro idioma, los he estudiado a la par. Es cierto que llevo mucho tiempo trabajando en castellano y ahora hasta que enganche... Pero ya me pasó cuando estuve en El secreto de Puente Viejo.

Estaba en una situación inversa a la de ahora, ¿no?

-En Goenkale siempre había estudiado los textos en euskera y cambiar el chip fue difícil y, sobre todo, porque lo que hablaba en Puente Viejo era un castellano diferente al actual.

Hablemos de ‘La viuda alegre’. ¿Había hecho teatro anteriormente o esta es su primera experiencia?

-Profesionalmente no. Había hecho teatro en cursos, en la ikastola, en una escuela de teatro en la Zurriola. Nunca había estado en un sitio tan impresionante. Está siendo toda una experiencia.

¿Impone?

-Llevamos unas cuantas funciones y algo me he acostumbrado, pero ver todo tan grande y tan bonito,... el teatro es precioso. Asusta, impone, pero da una adrenalina que te hace querer volver al día siguiente.

¿Nota mucha diferencia entre teatro, televisión y cine?

-Son códigos muy diferentes, muy distintas las formas de trabajar. Esto es teatro musical y también es algo distinto.

¿Qué siente cuando ve al público?

-La sensación de salir al escenario y saber que tienes el público tan cerca es impresionante. Pero cuando estás metida en la obra ni te das cuenta. Trabajar en La viuda alegre ha sido un auténtico regalazo.

¿Esperando repetir?

-Yo estoy abierta a todas las posibilidades que me ofrezcan. Es un lujo poder trabajar en todos los medios, aprendes de cada proyecto, de cada personaje y de tus compañeros. El teatro me da adrenalina, es una sensación estupenda.