RobinhoodGana dinero, vendiendo el “interés de comprar algo” a los potenciales vendedoresRobin Hood

Este tipo de discursos y realidades, evidentemente, calan muy bien en unas jóvenes generaciones que han visto a sus padres y madres sufrir tanto con los sistemas tradicionales. Así, su conexión con los millennials y la generación Z, las más jóvenes en edades adultas, les ha hecho muy populares en los últimos años. Estamos hablando de unos años en los que las desigualdades no paran de crecer en la gran mayoría de países, y la tecnología está permitiendo cambiar los sistemas estructurales tradicionales. La desintermediación es un hecho en numerosos sectores.

Puede parecer contraintuitivo entonces que una empresa así salga a bolsa. Lo que ocurre es que lo ha hecho de forma muy peculiar: ha reservado hasta 19 millones de acciones de los 55 millones que se pondrán en circulación para que los usuarios de Robinhood puedan adquirirlas de forma prioritaria. Con una valoración ya cercana a los 35.000.000.000 de dólares, se trata de un gesto muy generoso hacia su comunidad. Y, nuevamente, contraintuitivo en términos de las prácticas empresariales tradicionales.

Mi abuelo me decía mucho de pequeño que no me haría rico solo cediendo mi tiempo a terceros. Que era importante poseer activos financieros. Sigo sin saber si estará en lo cierto, pero lo que sí parece claro es que los modelos de acumulación de riqueza están cambiando gracias a estas nuevas opciones tecnológicas. No solo Robinhood, si no también los activos crypto. En Estados Unidos, se calcula que el 15% de la población posee activos en criptomonedas. Hay 100.000 millonarios Bitcoin ya. Lógicamente, la edad es difícil de saber, pero sí que se disponen de varios datos que apuntan a una población joven.

En los documentos de salida a bolsa de Robinbood hay bastante información relevante en torno a este cambio de actitud financiera. Otro de los datos que me ha llamado mucho la atención dice que la mitad de su base de usuarios es la primera vez que invertía. Es decir, que la primera experiencia de inversión financiera, la habían dedicado a usar una aplicación móvil que, sin comisiones, les permitía adquirir cualquier activo financiero en los mercados regulados tradicionales. Una cosa es comprar acciones cuando somos jóvenes (todos lo hemos hecho alguna vez), y otra cosa es hacerlo cuando vamos adquiriendo patrimonio y recursos. Por lo tanto, veremos si esto se mantiene. Pero si fuera así, quizás estemos hablando de una nueva cultura financiera basada en el cambio de reglas y en, efectivamente, una democratización del acceso a unos mercados que siempre han estado muy restringidos y controlados por los operadores tradicionales.

¿Es sostenible esto? El tiempo lo dirá. Muchas tecnologías innovadoras, como las que hoy hablamos, parecen juguetes cuando se inician. El ordenador fue considerado un juguete durante muchos años. Y luego permitió desarrollar el procesador de texto, la hoja de cálculo, el navegador web o los sistemas operativos de ventanas. Cuando una tecnología habilita nuevas capacidades y democratiza el acceso a un recurso hasta entonces muy competido, se suelen construir comunidades de interés y desarrollo alrededor.

Esto lo hemos visto ya en innumerables ocasiones en la historia. ¿Serán estas aplicaciones móviles y criptoactivos las que reinventen la cultura del ahorro y la inversión para futuras generaciones? El tiempo lo dirá, pero los datos nos apuntan en una dirección que seguramente tenga probabilidad de ser cierta. Mientras tanto, como siempre, invierte con prudencia e información.