Las cuartas elecciones en Bulgaria desde abril de 2021 –celebradas el pasado domingo– no ofrecieron un ganador con una mayoría de Gobierno y los vetos mutuos –por las políticas anticorrupción y la invasión rusa de Ucrania– vuelven a complicar la perspectiva de una coalición estable.

Bulgaria pasa por la mayor crisis política desde la caída del comunismo en 1989, con cuatro elecciones de las que solo salió un Gobierno de corta duración –entre diciembre de 2021 y julio de 2022– liderado por el reformista proeuropeo Kiril Petkov.

Las elecciones del domingo las ganó el líder de la derecha populista Boiko Borisov con un 25,4%, mientras que la formación Continuemos el Cambio de Petkov sumó el 20,2% de los votos. Borisov y su formación, el GERB, han dominado la política de Bulgaria desde 2009 y esta es su primera victoria electoral desde abril de 2021, pero después de cada votación ha sido incapaz de sumar ni un solo socio para apuntalar una mayoría.

Debilitado por una ola de protestas anticorrupción en el verano de 2020, Borisov abandonó el poder después de las elecciones de abril de 2021, pero los demás partidos tampoco lograron unirse para formar un proyecto alternativo. La actual situación es parecida, nadie parece querer coaligarse con Borisov, un líder polarizador al que sus críticos acusan de corrupción y personalismo, pero tampoco parece existir una alternativa política viable.

Hartazgo de los ciudadanos

Mientras, la ciudadanía del país más pobre de Europa no oculta su hartazgo con la abstención más elevada de la democracia búlgara, con una participación de solo entre el 37 y el 39%, según las encuestas.

Las profundas divisiones políticas en un Parlamento con siete formaciones, con puntos de vista incompatibles sobre lucha contra la corrupción y política exterior –en relación a la invasión rusa de Ucrania– auguran una complicadísima formación de Gobierno.

Las formaciones de reciente creación, como la de Petkov o la europeísta Bulgaria Democrática quieren ser agentes de cambio y de lucha contra la corrupción, por lo que no quieren asociarse con Borisov.

Por otra parte, Borisov y Petkov comparten, pese a las diferencias, una visión a favor de la Unión Europea y la OTAN que dificulta posibles pactos con otras formaciones. Entre ellas está la ultranacionalista y prorrusa Vazrazhdane, que defiende la salida de Bulgaria de la UE y de la OTAN y el fin de las sanciones contra Rusia, que obtuvo el 10,2% de los votos y 27 escaños, más del doble que en el Parlamento anterior.

El único partido que no ha descartado coaligarse con Borisov es el de la minoría turca, el DPS, que logró el 13,6% de los votos y es considerado por muchos la formación más corrupta del país. Uno de los hombres fuertes del DPS es Delyan Peevski, sancionado el año pasado por EE.UU. por corrupción. Además, en caso de lograr el apoyo del DPS, Borisov todavía necesitaría el respaldo de una tercera formación para sumar una mayoría de al menos 121 escaños en un Parlamento de 240 diputados.

Que Borisov dé un paso atrás para permitir una coalición sin él al mando está por ver, pero lo que parece claro es que para que salga un nuevo Gobierno en Bulgaria alguno de los partidos deberá renunciar a sus líneas rojas. De lo contrario, los medios especulan ya con la fecha de las quintas elecciones en enero o febrero de 2023, con algunas formaciones antieuropeístas que aprovecharán la insatisfacción de los ciudadanos por la inflación y el bajo nivel de vida.